Primera semana en Copenhague

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Unos 20.000 delegados de 190 países llegaron el lunes 7 de diciembre a Copenhague [Dinamarca] para participar en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención de la ONU sobre Cambio Climático [COP15] que debería alumbrar el futuro acuerdo mundial de reducción de emisiones de CO2. El nuevo texto que surja de estas reuniones, sustituirá al Protocolo de Kioto a partir de 2013 para hacer frente al calentamiento global.

Según las previsiones, antes del inicio de la cumbre, de los científicos de la ONU, los países desarrollados deberían adoptar compromisos verificados de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero entre un 25 y un 40 por ciento en 2020 con respecto a los niveles de 1990. Los países en vías de desarrollo podrían continuar incrementando sus emisiones, pero entre un 15 y 30 por ciento menos de lo que lo harían si no tomaran ninguna medida.

El objetivo final y primordial de esta cumbre, es evitar que la temperatura media del planeta no crezca en más de dos grados centígrados a finales del siglo XXI.

Además de las reducción de gases a corto plazo, el futuro acuerdo debe recuperar una señal clara a medio y largo plazo, en 2050; definir la cooperación para la adaptación al calentamiento; diseñar un sistema de reconocimiento de valor para frenar la deforestación; incrementar notablemente la transferencia tecnológica y los recursos financieros [100.000 millones de euros adicionales/año en el entorno de 2020, según la UE] a través de recursos domésticos, mercados de carbono y solidaridad vía presupuestos adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo; y determinar un sistema de monitoreo transparente que dé credibilidad.

Los compromisos salen a la palestra

Antes de reunirse, la UE fue la primera que hace un año adoptó unilateralmente un descenso de sus emisiones en un 20 por ciento en 2020 con respecto a los niveles de 1990 y en los últimos días otros países han anunciado compromisos. Entre ellos, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ofrece una reducción del 17 por ciento, ahora bien, respecto a 2005, lo que en realidad significa un recorte del 5,5 por ciento respecto a 1990. A ellos, se han unido otros países ricos como Japón, Australia y Rusia.

En cuanto a los países en desarrollo, los anuncios de China e India, que se suman a otros realizados ya por México, Chile, Indonesia o Sudáfrica, han animado las negociaciones. Sin embargo, según Ribera, es necesario comprobar qué significan exactamente los compromisos adelantados por estos países y en qué medida se acercan a las propuestas de los científicos.

Hasta el momento, el responsable de Cambio Climático de Naciones Unidas, Yvo de Boer, ha aplaudido los avances en las negociaciones mantenidas en los primeros días de cumbre en Copenhague, especialmente en el área tecnológica.

“Percibo que ahora existe una seriedad para negociar”, explicó De Boer, en declaraciones desde la capital danesa difundidas por la ONU en un comunicado. En este sentido, aludió a un acuerdo “emergente” que pondría sobre la mesa un nuevo mecanismo técnico para combatir el cambio climático. Este pacto acordaría, entre otros aspectos, la creación de un órgano ejecutivo para supervisar el desarrollo tecnológico y las transferencias.

Además, según De Boer, existe un consenso cada vez mayor en torno a la puesta en marcha de una red de consulta sobre tecnologías 'verdes' que ayudarían a los países en vía de desarrollo a realizar sus propias iniciativas de adaptación y prevención del calentamiento global.

El diplomático ha expresado la importancia de que, al margen de que puedan salir nuevos acuerdos de Copenhague, se sigan teniendo en cuenta los compromisos contemplados en el Protocolo de Kioto. De Boer indicó lo importante que es “evitar un vacío” entre la entrada en vigor de un nuevo documento y el protocolo actual, que no caduca hasta 2012.

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha reirterado un llamamiento a todos los países para que “aprovechen la ocasión” que brinda Copenhague. Recordó que si no se actúa a tiempo para prevenir el calentamiento del planeta, se echarían por tierra años de desarrollo y reducción de la pobreza.

El secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, John Holmes, también se ha referido a este asunto durante una comparecencia antes los medios en Nueva York y aseguró que la clave pasa por la “adaptación”, no sólo por la reducción de efectos. “No estamos hablando sobre algo que puede ocurrir o no dentro de 50 o 20 años, estamos hablando de algo que está sucediendo ahora”, agregó.

La financiación

Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 buscan dar un impulso a las negociaciones sobre cambio climático que se celebran desde el lunes en Copenhague pactando la cantidad de dinero que dedicará la UE a ayudar a los países en vías de desarrollo a reducir sus emisiones en el periodo entre 2010 y 2012. Los líderes europeos discuten también sobre los plazos para retirar las ayudas a la economía y a la banca una vez que se haya consolidado la recuperación económica y apoyarán imponer restricciones a los salarios de los directivos bancarios y los gestores de fondos especulativos.

El problema de la financiación es uno de los principales obstáculos para lograr un acuerdo en Copenhague que sustituya al protocolo de Kioto. Ni siquiera la UE, que presume de asumir un papel de liderazgo en las negociaciones, ha logrado hasta ahora decidir cuál será su contribución por las reticencias de países como Alemania, que no quiere poner tan pronto una cifra sobre la mesa, o de los socios de la ampliación, que reclaman previamente un reparto interno de la factura.

Pero la presidencia sueca pretende que los líderes europeos pacten en la cumbre que empieza este jueves al menos los fondos que la UE aportará entre 2010 y 2013, inmediatamente después de Copenhague. La Comisión había propuesto que la cantidad fuera de 2.100 millones anuales, pero en el borrador de conclusiones no aparece ninguna cifra. Hasta ahora, sólo España y Reino Unido han anunciado su contribución durante este periodo, que será de 100 millones de euros y 800 millones de libras, respectivamente. Los países del este no están obligados a aportar dinero en esta fase, según acordaron los 27 en octubre.

El Grupo de los 77 [que aún a países en vías de desarrollo] ha urgido a los países industrializados a adoptar metas más ambiciosas y acordó limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5 grados Celsius. Su portavoz, el sudanés Lumumba Di Aping, afirmó que permitir que el aumento llegue a dos grados sería una catástrofe para África. Al referirse a las finanzas para la mitigación de los efectos del cambio climático, rechazó categóricamente los argumentos de que no haya dinero.Insistió en que “El mundo tiene suficiente recursos para afrontar el tema de manera radical y sustantiva”.

Activismo paralelo

Diversas organizaciones ecologistas han querido hacer sus particulares aportaciones a la cumbre de Copenhague. El caso más pintoresco es sin duda el de un grupo de activistas de la organización ecologista Greenpeace, que ha logrado colarse en la entrada VIP del edificio Justus Lipsius, sede del Consejo Europeo, cuando llegaban los líderes para asistir a la cumbre en la que los Veintisiete.

Los nueve miembros de Greenpeace llegaron en un convoy formado por tres vehículos portando tres pancartas en las que se podía leer 'UE: salva Copenhague' y tras provocar un ligero revuelo y retrasos en las comitivas de las delegaciones oficiales, fueron desalojados minutos después por los servicios de seguridad del Consejo.

La organización ecologista indica en un comunicado que sus activistas pretendían trasladar el mensaje de que los líderes europeos deben “cumplir sus compromisos” para luchar contra el cambio climático y permitir que la cumbre de Copenhague sea “un éxito”. También intentaron hacer llegar a los líderes un programa sobre un fuerte Tratado sobre clima.

“La UE está dejando que su liderazgo se adormezca, pero queremos mostrar a los líderes europeos que todavía pueden recuperar la iniciativa”, explica la organización. “Los políticos deben dejarse de rodeos y aumentar sus compromisos para situar la reducción de emisiones en línea con lo que dicen los científicos”, subraya Joris den Blanken, responsable de Greenpeace para el clima.

Greenpeace quiere que la UE aproveche su cumbre para aumentar su ofertas de reducción de emisiones del 20% al 30% respecto a los niveles de 1990. Este compromiso, según la organización, podría sentar las bases para un acuerdo en Copenhague.

La cumbre concluirá el viernes 18 de diciembre con la aprobación formal de las conclusiones. La esperanza generalizada es que de estas reuniones resulten acuerdos vinculantes, más allá de las buenas intenciones, y que quede patente que entre todos, es posible salvar el planeta, y salvarnos en definitiva, a nosotros mismos y a las generaciones venideras.

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