Sí hubo motivación ideológica

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Sí que hubo motivación ideológica en el asesinato del joven madrileño Carlos Palomino. Así lo ha concretado la Audiencia Provincial de Madrid, encargada de juzgar al asesino de Palomino, Josué Estébanez de la Hija.

Estébanez ha sido condenado por el tribunal a 26 años de prisión al apreciar el agravante de motivos ideológicos.

Finalmente al condenado se le imputan 19 años de prisión por un delito de asesinato con el agravante de motivo ideológico, a los que se añaden otros siete más por la tentativa de homicidio.

El presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra, ha manifestadosu satisfacción por la resolución dictada y la ha calificado de “sentecia pedagógica de gran altura al reconocer el odio ideológico como agravante”.

En noviembre de 2007, Josué Eastébanez daba una puñalada mortal al joven de 16 años Carlos Palomino

en el Metro de Legazpi, cuando se dirigía a protestar contra una manifestación convocada por las Juventudes de Democracia Nacional.

La Fiscalía de Madrid solicitaba 30 años de cárcel por el delito de asesinato, con la agravante del artículo 22.4 del Código Penal en relación a la discriminación por motivos ideológicos, y nueve años de prisión, 11 meses y 29 días de cárcel por homicidio intentado. Además, reclamó por un delito de lesiones dos meses de multa con una cuota de 10 euros al día.

Según la fiscal, Josué Estébanez, “controló la situación” puesto que preparó y ocultó tras su espalda el arma homicida antes de que el grupo de Palomino entrara en el vagón de metro donde se cometieron los hechos.

En la vista oral, la defensa solicitó seis meses de prisión por homicidio y tres meses por lesiones graves, considerando en el primer delito las eximentes de legítima defensa, estado de necesidad y miedo insuperable.

Estébanez aseguraba que apuñaló a Palomino en legítima defensa, al verse acorralado por el grupo que acompañaba al fallecido. Sin embargo, los testigos certificaron que el asesino llevaba preparada su arma antes de que ellos entraran en el vagón estacionado en la parada de metro de Legazpi.

“Me siento arrepentido. Yo no quería quitarle la vida a nadie. Me entró mucho miedo y no supe reaccionar”, afirmaba el acusado el último día de la vista oral. “No supe como reaccionar. Lo siento mucho”, añadió Josué, haciendo uso de su derecho a la última palabra en el juicio.

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