La cirugía del rubor

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Hay individuos que desarrollan un rubor facial exagerado ante numerosas situaciones cotidianas, lo que puede acabar impidiéndoles desarrollar una vida personal y profesional normal. Es en estos casos cuando se aconseja una atención y seguimiento médico que, en ocasiones, puede consistir en un tratamiento dermatológico o en un abordaje psicológico-conductual o, incluso, psiquiátrico. Sin embargo en aquellas manifestaciones más extremas, en las que la enfermedad no remite a pesar de los tratamientos descritos, el rubor facial puede corregirse mediante cirugía. El índice de éxito de la técnica quirúrgica supera el 80% de los casos operados, según indica el doctor Carlos García Franco, especialista en Cirugía Torácica de la Clínica Universitaria de Navarra.

“Se entiende que una persona sufre rubor facial patológico cuando se produce un enrojecimiento brusco de su cara sin que exista ninguna circunstancia aparente que lo justifique, lo que genera en el paciente una seria limitación social”, describe el facultativo. Los factores desencadenantes son los mismos que los que originan hiperhidrosis (sudoración exagerada de alguna zona del cuerpo) en manos o axilas. En general, se trata de situaciones que provocan estrés en la persona. Entre ellas, figura hablar en público, temor a ser observado o a permanecer en compañía de otras personas, miedo a diversas situaciones, incluso, al propio rubor.

Los abordajes terapéuticos dirigidos a los pacientes con rubor facial e hiperhidrosis son variados. Tal y como se ha descrito, comenzarían por un estudio dermatológico y psicológico que, en caso de no ofrecer resultados eficaces, se sustituiría por un abordaje de tipo psiquiátrico, con medicación ansiolítica y antidepresiva. “En los casos más severos, la indicación quirúrgica debe dictaminarla el cirujano –advierte García Franco-, ya que no todos los pacientes son operables. Por ejemplo, puede haber sudores de manos o de axilas que puedan corregirse con un tratamiento dermatológico consistente en inyectar en la zona afectada toxina botulínica”. Según el facultativo, “el tratamiento quirúrgico se reserva para aquellos casos más limitantes, en los que el resto de los procedimientos han fracasado”.

La técnica quirúrgica para tratar el rubor facial y la hiperhidrosis consiste en efectuar dos incisiones en cada lado del tórax, de 1,5 ó 2 cm, por donde se introduce una óptica que permite localizar la cadena simpática, “que es la que controla la sudoración y el rubor facial”, describe el especialista. Una vez localizada la cadena simpática, el cirujano debe seccionarla a la altura del segundo ganglio simpático. La intervención se practica en los dos lados del tórax y, en conjunto, suele prolongarse por espacio de una hora. El procedimiento quirúrgico se realiza con anestesia general y requiere un ingreso de 24 horas. El paciente puede volver a hacer una vida normal, aproximadamente, una semana después de la intervención.

En un escaso porcentaje de casos, puede presentarse alguna complicación tras la operación. Entre ellas figura el dolor postquirúrgico o neuropatía en la zona intervenida. En los pacientes operados de hiperhidrosis puede producirse posteriormente un efecto de sudoración compensatoria, por el que la hipersudoración se traslada a otras áreas del cuerpo en las que el trastorno resulta menos limitante.

No obstante, cerca del 80% de los enfermos intervenidos manifiestan estar satisfechos con los resultados del tratamiento quirúrgico. En el caso de la hipersudoración de las manos, la eficacia es prácticamente del cien por cien de los pacientes intervenidos, subraya el doctor García Franco.

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