La batalla del Vino les deja morados

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Que Haro es tierra de vino, todo el mundo lo sabe. Pero que además es el escenario de una de las mejores batallas etílicas que se conocen, también es sabido. Por ello, centenares de personas llegadas de todas partes de España: País Vasco, Andalucía o Castilla León, e incluso del extranjero como un ciudadano norteamericano que apenas podía articular palabra a eso de las 10 de la mañana.

Y es que llevaba mucha “guerra encima”. A primera hora de la mañana, los jarreros han asistido a la misa que ha tenido lugar en la ermita de San Felices. Una vez terminada la eucaristía. Ha comenzado la Guerra.

Esta singular batalla rememora el litigio que los jarreros mantuvieron con los vecinos de Miranda de Ebro por la propiedad de los Riscos de Bilibio durante la edad media. Siglos después, los vecinos de Haro se arrojan miles y miles de litros de vino, el año pasado fueron 20.000.

Todos los que han participado en este guerra del vino lo han hecho con su “informe militar”, es decir, vestidos de blanco. Pero el traje inmaculado les ha durado poco ya que pronto se ha teñido de un color morado.

A eso de las diez de la mañana, la guerra ha terminado y poco a poco los jarreros han bajado al pueblo. Algunos se han detenido para tomar un almuerzo y para descansar ya que aún queda mucha fiesta por delante.

La ciudad de Haro estaba llena de gente. El buen tiempo, un día agradable, ha animado a muchos de pueblos vecinos a acompañar en su día grande a los jarreros. A las doce han sonado los cohetes que anunciaban que las peñas subían hasta la plaza del Ayuntamiento.

Y así lo han hecho. Acompañados de las Charangas han recorrido la calle San Felices completamente cubiertos de vino. Todo valía para protegerse de las balas líquidas. Sombreros, gorras, gafas de sol e incluso un vestido de flamenca, que lucía con gracia uno de los vecinos.

Por supuesto, los jarreros no olvidan que esta noche queda la “madre” de todas las batallas: el partido de Finales de la Eurocopa entre Alemania y España.

Banderas españolas, pinturas de guerra en rostros infantiles y coros a favor de la Selección. Ni San Felices se ha librado de la fiebre de la Eurocopa.

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