La primera piedra del edificio

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Rioja2

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Siguen las pruebas y los partidos-entrenamiento para que Carlos Pouso tenga las ideas claras, más allá de los primeros pasos, certeros y contudentes en el apartado de fichajes. Sabe cómo quiere jugar y qué desea del equipo, pero ajustar las piezas lleva su tiempo. Una misma plantilla, dos onces diferentes, salvo Moisés Eguizábal (este año hay que especificar apellido ante la llegada de Moisés García). Es lo que se vio ayer sobre el césped de San Francisco, en Tafalla, donde la UD Logroñés resolvió, no sin contratiempos, su segundo partido de la pretemporada frente a la Peña Sport (1-2).

Un tempranero gol de Ubis, que por segunda temporada abre la cuenta goleadora del equipo blanquirrojo, abrió el partido hasta límites en los que los pupilos del técnico vasco no querían moverse. El delantero riojano estuvo sobresaliente en la primera parte. Peleón y combativo, aparecía en casi todas las instantáneas captadas por los fotógrafos. “Sólo tengo fotos de Ubis”, decía uno de ellos al descanso. Suyas fueron las mejores ocasiones del conjunto logroñés, hasta que la Peña Sport, en una falta lateral, igualó la contienda en un balón muerto que le quedó a Barace.

La segunda parte dejó dos detalles que resumiremos a continuación y que reflejan el partido:

1. La polivalencia de los jugadores de la UD Logroñés.

Miguel Santos, lesionado desde la última jugada del calentamiento en el descanso, se retiró del terreno del juego nada más comenzar la segunda mitad. Entró Nika, que no se situó como interior derecho, sino como central. Su posición la ocupó Míchel, que hasta entonces había sido mediocentro, dejando libre su espacio para que Julio Rico se hiciera dueño y señor del mismo durante los siguientes minutos. Zubiri, jefe de la zaga, pasó al lateral derecho. Pim, pam, pum. Y jueguen.

2. Iker Alegre, la calidad.

Por encima del resto. El asturiano dejó destellos de calidad en casi todas las jugadas, pese a lo pesadas que estaban las piernas de todos. Un balón, golpeado desde el centro del campo, hizo que todavía tiemble el larguero del campo navarro. Tiene olfato, vista y juega. En los córners se acerca, en la banda la pide, en el medio la mima. En una baldosa, sin que el defensor apenas se diera cuenta, dejó la jugada del partido al regatear a un contrario. Suyo fue el gol de la victoria, tras una buena jugada de Menudo, que rechazó el portero y fusiló a puerta vacía como quien pide un café. Uno más. Ya tocaba.

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