El tesoro de Eneko

El tesoro de Eneko

Rioja2

0

Eneko es el pequeño de dos hermanos. Tiene tres años y sufre un retraso psicomotor de origen desconocido que aún no tiene un diagnóstico claro. No puede andar ni hablar, pero es difícil borrarle la sonrisa de la cara. Vive en Entrena, en la calle San Cristóbal, junto a su madre (trabajadora de Palacios que lleva un año de baja), su padre (al que este mes se le acaba la prestación por desempleo) y sus hermanos. Nació demasiado pronto, cuando Sonia llevaba treinta semanas de embarazo. Después de pasar mes y medio en la incubadora, comenzó a llorar. Sus llantos duraron año y medio. Paraban cuando dormía, pero el resto del día no cesaban un segundo. Ni siquiera en las comidas. Esas lágrimas fueron el peor trago de una familia a la que los problemas se le iban acumulando según tachaba fechas en el calendario.

Los días de luz perpetua en el salón de casa han terminado. Ahora está tranquilo, dentro de lo tranquilo que puede estar un niño de su edad. Mira atento la televisión. Le gustan los dibujos animados. Clan. Si su madre le da un pequeño masaje en el cuello, ya puede acercarse un meteorito hacia la ventana que Eneko ni se inmutará. Tampoco prestará atención a las estanterías, donde, entre cuadros y juguetes, se encuentra alguno de esos libros titulados 'El tesoro de Eneko'. Él es el protagonista de unas aventuras marcadas por su día a día y el chocolate, su comida preferida. El objetivo de esta publicación es costear un tratamiento que la Seguridad Social no contempla y que asciende a 8.000 euros.

La terapia consiste en meter a Eneko en una cámara hiperbárica, como las que utilizan algunos futbolistas, para intentar que su cerebro reciba más oxígeno y ayudarle así en su desarrollo. Sería en Torrelavega (Cantabria), hasta donde se tendría que desplazar la familia para acompañar al chaval durante el tiempo que durara (al menos dos tandas de dos semanas). La técnica es experimental, pero no acarrea ningún peligro, como ya les ha dicho su doctora de cabecera. “He visto vídeos en Youtube de niños que han mejorado mucho, pero claro, tampoco se puede saber”, reconoce Sonia. Es la cofradía del clavo ardiendo, de la prueba por si sirve de algo cuando no se sabe qué ocurre.

Hasta que 'El tesoro de Eneko' se agote en sus puntos de venta, su protagonista seguirá acudiendo a Logroño cuatro días a la semana para recibir sus sesiones de fisioterapia, psicología y neurología. También utilizando su aparato ortopédico DAFO, con el que intenta corregir y evitar deformaciones propiciadas por malas posturas al intentar moverse y sentarse. Y es que Eneko no para quieto. Va de aquí para allá en el salón. Sube a las sillas, al sofá, se tira por el suelo, intenta alcanzar las cosas de la mesa y da la misma guerra que cualquier otro niño. En septiembre comenzará el colegio y necesitará unos zapatos especiales, pero no medicinas. Sí atención. Mucha. Todavía no puede dormir solo y es complicado dejarlo con extraños a su cuidado.

El camino hasta este punto no ha sido fácil. A los cinco meses de nacer sufrió una operación, para la que tuvo que desplazarse hasta Barcelona, para corregirle el cierre de las fontanelas, una parte del cerebro que no se le desarrollaba y que podía acarrearle graves deformaciones. En un punto de la historia se cruzaron Rosi (la escritora) y Nuria (la ilustradora). Ellas son las que le han dado forma al libro. La primera es una psicoterapeuta mexicana y la segunda, una fisioterapeuta de Elche. Hablando con Sonia, como se entiende la gente, se lanzaron a lanzar esas páginas cargadas de anécdotas y esperanza.

No es la única vía de ingresos que Sonia ha intentado abrir en las últimas semanas. Su página de Facebook, principal motor de su lucha por conseguir financiación y dar a conocer su problema, tiene 20.000 seguidores. Es muy activa y actualiza varias veces al día la información con fotos, vídeos y pequeñas cartas dirigidas a su pequeño. “Para que las lea cuando crezca”. 86 personas ya se han comprometido a donar un euro al mes a través de Teaming, una web para hacer microdonaciones a causas sociales. “Joé, con tanta gente que nos sigue, con que quinientas personas dieran ese euro al mes… si no es nada para nadie”, confiesa Sonia mientras Eneko se ríe.

Esta barcelonesa afincada en Entrena se niega a muchas cosas, pero entre ellas destacan la de tirar la toalla y la de dar pena. “Me niego a dar esa impresión y a decir que somos unos desgraciados. Lo único que quiero es que mi hijo sea como los chavales de su edad. Yo no siento pena por él porque mi hijo es feliz y me ha enseñado a ver la vida de otra manera. Esta situación no es ni un castigo ni una bendición”. Reconoce que la convivencia familiar es difícil, pero tampoco muy distinta a la de otras casas. Los problemas, simplemente, son diferentes y, por el momento, quieren tener un cuento como solución.

Etiquetas
stats