Gil Torner: “Sigue siendo el personaje alegre y feliz que demostró que era cuando despertó”

Gil Torner: "Sigue siendo el personaje alegre y feliz que demostró que era cuando despertó"

Laura Olave

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“Fue mi primer profesor de Arte Dramático cuando tenía 17 años. Me metí en una clase de interpretación huyendo de las clases más pesadas de un tercero de BUP horrible. Él me empujó a ir a Madrid, yo era un inconsciente, debió ver algo en mí”. Son palabras de Javier Cámara inmediatamente después de recoger el Goya al Mejor Actor por la película ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’. Habla de Fernando Gil Torner.

Emocionante ver cómo su alumno recibe el Goya al Mejor Actor...

Sin duda. Estoy contento y feliz porque reconozco que se lo merece plenamente en todos los sentidos de la palabra. Porque, Javi, además de ser un gran actor, ha trabajado muchísimo. De hecho considero que es una joya de la interpretación, no solo española, incluso europea diría yo. Lo pondría a niveles de Javier Bardem o Alfredo Landa en su parte de actor dramático.

¿Cómo vive el profesor el momento en el que su alumno es reconocido por el resto de la profesión como el mejor actor?

Fue una noche de muchísimos nervios pero feliz… me quedé sin uñas. Había hablado con él ese mismo día y, francamente, estaba nervioso al igual que todos. Además, le han dado el Goya grande, el premio absoluto. Cuando dijeron su nombre, salió al escenario, se paró, se echó las manos a la cabeza y dijo “tengo que parar” a la vez que las lágrimas se le venían a los ojos… esa expresión, ese gesto es auténtico, es la expresión de Benigno, el enfermero de la película de Almodóvar y la expresión del profesor de David Trueva.

¿Qué recuerdos tiene de Javier Cámara alumno?

Era mediados de los años 80... Lo recuerdo como un adolescente muy desorientado cuando llegó a La laboral. Venía de un colegio privado y la enseñanza que había recibido no le solventaba sus problemas de adolescentes sino que le hundió aún más en su desorientación. Fue un alumno un poco perdido hasta que se encontró con el ambiente abierto y distendido de este centro y se topó con los alumnos que hacían teatro conmigo. Fue ahí cuando despertó, reaccionó y empezó a sacar lo que llevaba dentro, ese tarro de esencias maravillosas que supo explotar y lanzar al aire. Aprendía con una intuición pasmosa lo relacionado con la interpretación y la comunicación porque, como estudiante académico, era más bien lento y flojo, no le gustaba eso de empollar… Sin embargo, en la escuela de teatro de Madrid las notas que sacó fueron brillantes y destacó enseguida.

Precisamente fue usted el que le animó a irse.

Se apuntó a la Escuela de Arte Dramático de Logroño que enseguida cerró porque como yo digo, entre todos la mataron y ella sola se murió. Una pena porque de ahí han salido profesionales estupendos como Martín Naldan, Camino Mendívil... Javi fue de la última promoción y no consiguió acabar… quizá fue el que más suerte tuvo pero, también es cierto, que la suerte no viene sola. La suerte viene también de ese ángel personal que tiene Javi y otra cosa que siempre remarca. Cuando viene a Logroño y habla con mis alumnos o con los compañeros del grupo de Teatro Pobre al que perteneció, siempre les dice que esto requiere dos cosas importantes: trabajo, mucho esfuerzo y no perder nunca la ilusión y la alegría. Es fundamental tener la esperanza de que todo va a salir, pero claro, hay que esforzarse.

¿Queda algo de aquel joven que conoció en los ochenta?

Queda todo porque sigue siendo el personaje alegre y feliz que demostró que era cuando despertó. Un chicho que se sorprende por todo, al que le gusta que le digan las cosas y que enseguida se relaciona. Una persona con una gracia y una chispa innata. Un hombre que, al momento, capta la oportunidad de decir lo que hay que decir para que en un grupo o reunión salte la comunicación. Es un compañero fabuloso y es, además, un ser muy inteligente capaz de elegir el guión más adecuado y juntarse con directores con una capacidad creativa nueva. Prueba de ello es que en las películas en las que le hemos visto interpreta papeles sorprendentes porque todos ellos son de guiones sorprendentes, originales y llamativos. No suelen ser personajes de comedia pura y dura. Sus personajes son de grandes directores, personajes que difieren uno del otro.

Difícil quedarse con uno…

Ufff…. Complicado. El personaje de Rafi en ‘Torrente, el brazo tonto de la ley’ me encantó a pesar de que todavía era un actor relativamente joven. Benigno, el enfermero de ‘Hable con ella’ me pareció un personaje capaz de poner el vello de punta, es una gran película, en parte, por la interpretación de Javi. En ‘La vida secreta de las palabras' interpreta un papel secundario de apenas seis frases que aparece como observador de la vida de los protagonistas y subraya con su presencia y expresión el mensaje de la película…. Y en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ Javi ha conseguido su gran interpretación y su consagración.

Quizá me quedo con estos tres: Rafi, Benigno y el papel del profesor en ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’.

Un papel con el que dijo rendir un homenaje a todos los profesores…

Sé que también pensaba en mi. En conversaciones anteriores y posteriores al premio así me lo ha dicho, que pensó en mí y en otros profesores que le han acompañado a lo largo de este camino. Profesores que trabajaron con él en la escuela de Logroño como Ricardo Romanos y otros, como José Luis Alonso de Santos uno de los grandes del teatro español que sé que le apoyó en todo lo que pudo porque él también captó lo que otros enseguida vimos. Vimos en Javi a un chaval con unos valores estupendos, que tenía futuro y era sencillo, discreto y que no se iba a endiosar y, de hecho así ha sido.

A pesar del tiempo y de la distancia, ¿la relación entre los dos sigue siendo buena?

Sí porque cada vez que viene a La Rioja, y tiene un hueco, me llama y charlamos. La última vez que estuvimos juntos fue en enero, justo el día que le habían nominado. Estuvimos hablando largo y tendido e incluso me acompañó al Batalla de Clavijo para hablar con mis alumnos. Juntamos a noventa chavales y estuvo dos horas seguidas hablando con ellos sin parar… un encuentro muy participativo y divertido en el que insistió en la necesidad de trabajar y estudiar sin perder la ilusión. Si en el grupo de noventa había diez o doce alumnos interesados en la interpretación, tras la charla con Javi, eran cuarenta los que querían estudiar interpretación. Así es él.

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