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El Flensburg-Handewitt pasó ayer de ser un equipo de balonmano a la cuarta ciclogénesis explosiva que afecta a Logroño en poco más de una semana, aunque, sin lugar a dudas, ha sido la más devastadora. Las rachas no fueron de viento sino de goles. 37. Ni más ni menos. El Naturhouse estuvo a merced de las ráfagas del equipo local desde los primeros compases del encuentro y consiguió dejar su casillero en 25, más por inercia que por juego. Un solo tanto en más de diez minutos no hacía presagiar nada bueno. El ataque riojano se daba una y otra vez contra la defensa alemana, o contra Rasmussen, mientras que su retaguardia se veía superada con una facilidad sonrojante.

Huelga decir que el Flensburg es el segundo equipo de la Bundesliga, una liga que dista mucho en nivel (por lo superior) de la Asobal, pero en ocasiones parecía que los Gottfridsson, Wanne y compañía iban más por una de esas autopistas alemanas sin límite de velocidad, en las que uno puede correr todo lo que quiera, que por el lateral de un campo de balonmano. El técnico Jota González lo dejaba claro en el segundo tiempo muerto que pidió en el mal inicio del Naturhouse: “Hay que cerrar las calles”. No se refería a montar un Gamonal o decretar un toque de queda, pero casi. Había que montar la revolución.

Para ello cambió al portero. Entró Gurutz Aginagalde y salió Jorge Martínez, menos acertado en esta jornada que en la anterior, en la que fue el mejor portero de la competición. El joven Sánchez-Migallón se situó en el centro. Alguna tecla había que tocar para ver si se paraba la sangría. De nada sirvió. Los goles seguían cayendo, uno tras otro. 13-6. 14-6. 15-6. 16-6. Los aficionados alemanes podían ir al bar, tomar una cerveza, volver a su asiento y el Naturhouse todavía no habría marcado. No tenían confianza. Pedro Rodríguez fallaba un penalty (al igual que ya habría hecho Ángel Fernández), Garabaya la enviaba a madera. Y así, en casi todas las jugadas.

La segunda parte siguió el guión de la primera. El equipo riojano había tirado la toalla hacía muchos minutos. En concreto, en el diez. La ventaja se amplió desde los ocho goles con los que terminó el marcador cuando los jugadores se retiraron a vestuarios, hasta la docena. Una vez pasada la tormenta, como toda la vida se han llamado a las ciclogénesis (cosa de modas), al Naturhouse no le queda otra que rehacerse, analizar los fallos, sacar conclusiones y revertirlas en situaciones positivas de cara a los siguientes enfrentamientos. El próximo, el sábado contra el Frigoríficos Morrazo, aunque el realmente importante es el jueves contra el Drott. Estar entre los dieciséis mejores de Europa es el premio en caso de ganar y que el que ayer fuera verdugo, se convierta en salvador.

FICHA

37 - Flensburg: Rasmussen (p), Blohme (2), Tobias Karlsson (1), Egert Magnussen (2), Glandorf (4), Mogensen (4), Svan Hansen (1), Andersson (p), Weinhold (2), Wanne (6), Nicolaisen, Hinl (3), Gottfridsson (6), Vranjes, Radivojevic (1) y Knudsen (5).

25 - Naturhouse: Jorge Martínez (p), Petrus (3), Garabaya, Arrieta (1), Tioumentsev (2), Luisfe (1), Ángel Fernández (2), Pedro Rodríguez (3), Aginagalde (p), Sánchez-Migallón (3), Patrianova (1), Rial, Masachs (5) y Eilert (4).

Árbitros: Pavicdvic y Raznatovic (Montenegro). Expulsaron, por ser excluido en tres ocasiones, al local Tobías Karlsson; excluyeron por dos minutos a Weinhold y Nicolaisen del Flensburg; y a Petrus, y Arrieta, del Naturhouse La Rioja.

Incidencias: 3.720 espectadores. Partido de la penúltima jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones de Balonmano.

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