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El presunto asesino: “Les disparé porque pensé que hablaban mal de mi a mis espaldas”

Agencias

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El agente forestal acusado de asesinar a tiros a un compañero en Cornago en 2010 ha declarado hoy en el juicio que los otros retenes hablaban mal de él a sus espaldas, por lo que pensó en dispararles en las extremidades, “pero no en órganos vitales”, y ha dicho que él no es hoy la persona que fue aquel día.

La Audiencia Provincial de Logroño ha celebrado hoy la primera vista del juicio, cuyo tribunal está formado por un Jurado Popular y que está previsto que se prolongue hasta el próximo lunes, cuando las partes presenten sus conclusiones, tras la declaración de más una docena de testigos y peritos durante esta semana.

El Ministerio Fiscal solicita una pena de 20 años de cárcel por un delito de asesinato y el pago de una indemnización total de 253.000 euros para la viuda, sus dos hijos y los padres del fallecido, más otros 5.426 euros por los gastos del sepelio.

La acusación particular que representa a la viuda y a los huérfanos reclama 25 años de prisión y una indemnización de 381.600 euros para ellos, otros 7.000 por el coste del entierro y lo que cuantifique el tribunal por los daños psicológicos, cantidades de las que responsabiliza al Gobierno de La Rioja.

El letrado que representa a los padres del fallecido se suma a esta pena, pero pide una indemnización de 35.200 euros.

Por su parte, la defensa demanda la absolución del procesado por entender que padecía un “trastorno obsesivo compulsivo” que anuló su voluntad; y la letrado que representa al Gobierno regional considera que el delito fue un acto voluntario por completo ajeno a su actividad laboral, por el que debe responder su aseguradora.

En su declaración, J.M.V.O. ha explicado que en 2007 comenzó a trabajar como retén de incendios con un contrato de interino y ha asegurado que se comportó con “corrección” con sus compañeros, pero “ellos no tenían otro interés” que hacérselo “pasar mal”, con “falsos rumores y difamaciones” vertidos a sus espaldas.

El acusado ha dicho que era el fallecido quien se llevaba mal con él, ya que le provocaba y le faltaba al respeto; ha denunciado que en una ocasión sus compañeros le pegaron un golpe con una rama y que llegó a presentar tres quejas por escrito en el Gobierno de La Rioja por el mal ambiente laboral.

El 20 de mayo de 2010, la víspera de los hechos, le rondaron por la cabeza “pensamientos raros”, ha afirmado, por lo que metió en la bolsa de trabajo una pistola, cajas con munición, un cuchillo y otro cargador de 17 balas, además de esconder una escopeta en un paraje de Poyatos.

Cuando llegaron al monte, después de que sus compañeros no le saludasen al incorporarse a su trabajo después de mes y medio de vacaciones, notó que le subió “un golpe de calor por la cara y el cuello fortísimo”, cogió la pistola y le disparó al otro retén, “cinco tiros”, según ha leído en los periódicos, ha dicho.

Después, ha explicado, se quedó “muy tranquilo”, con “una sensación de alivio y libertad”, y ha recalcado que no estaba en tratamiento psicológico cuando sucedieron los hechos.

Los otros guardas forestales que presenciaron los hechos han relatado que el acusado discutió con el fallecido nueve meses antes, sin que fuera muy grave, pero ningún otro le había insultado o amenazado de muerte.

Un retén ha dicho que el procesado le reconoció ese día que le había disparado “porque le hacía la vida imposible” y ha subrayado que eligió perfectamente a la víctima” porque tenía balas suficientes y oportunidad para haber disparado a los otros, y después del tiroteo le entregó la pistola “muy tranquilo”.

Además, han declarado que J.M.V.O. se distanció del grupo y no tenían relación más allá de cuestiones laborales y han afirmado que solía hacer comentarios “agresivos o violentos”, en alusión a irse a Somalia para trabajar en un pesquero como guarda de seguridad contra los piratas.

Por su parte, la viuda, cuyos hijos tenían nueve y cuatro años cuando falleció su esposo, ha dicho que sabía que la relación con el acusado “no era cordial” y ha explicado que los niños han estado en tratamiento psicológico y el más pequeño tiene episodios de violencia y tristeza desde que sucedieron los hechos.

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