La ONU declara hambruna en dos regiones del sur de Somalia

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Acnur y el Papa Benedicto XVI habían advertido esta situación. Algunas informaciones voladas en los informativos también aportaban datos de la situación de gravedad que padece este rincón del continente africano. Al final, la ONU, que no deja de ser el máximo organismo mundial en este asunto, ha decretado la hambruna. Implica que hay un alto grado de población en “inminente riesgo de muerte”.

El hambre de por sí nunca llega sólo, es consecuencia de una serie de factores que se conjugan para determinarlo. Tal es la sequí pertinanz en Somalia que amenaza de muerte a medio millón de menores en serio peligro. Esto ha provocado una marea humanitaria desplazada para asistir no solo a la población somalí, sino también al resto del Cuerno de África. En concreto, si nos centramos en Somalia, es el centro y el sur del país la región más afectada. Acnur, por ejemplo, la calificaba esta semana de “desesperada”. Habla el jefe de Salud Pública, Paul Spiegel, que elevaba la tasa de muertes por día al 7,4 cada diez mil personas.

Si tenemos en cuenta de que la hambruna, cifrada, se mide en un umbral de dos por cada 10.000 personas, no deja de ser un tragedia humanitaria.

Somalia, en estado crítico

La ONU ha declarado oficialmente el estado de hambruna en dos regiones del sur de Somalia, Bakool y Baja Shabelle, algo inédito en este país durante los últimos veinte años, y ha pedido a la comunidad internacional 300 millones de dólares (algo más de 210 millones de euros) para “salvar vidas”.

“Cada día que nos retrasemos en prestar asistencia es, literalmente, cuestión de vida o muerte para los niños y sus familias en las áreas afectadas por la hambruna”, en palabras del coordinador de Asuntos Humanitarios de la ONU para Somalia, Mark Bowden, en una concurrida rueda de prensa en Nairobi.

“Si no actuamos ahora, la hambruna se extenderá a las ocho regiones del sur de Somalia en los próximos dos meses debido a las pobres cosechas y a los brotes de enfermedades infecciosas”. Casi la mitad de la población somalí, unos 3,7 millones de personas, está en una situación de crisis humanitaria, de los cuales 2,8 millones residen en el sur, indican los datos facilitados por las Naciones Unidas. La ONU ha aclarado que una hambruna se declara técnicamente cuando se combinan las siguientes variables: el índice de malnutrición aguda entre los niños supera el 30% más de dos personas (por cada 10.000 habitantes) mueren al día y la gente carece de acceso a alimentos y otras necesidades básicas.

Bowden ha remarcado que en Somalia los índices de malnutrición “son actualmente los más altos del mundo”, y ha precisado que en algunas zonas de Bakool y Baja Shabelle se registran más de seis muertes diarias, por cada 10.000 habitantes, de niños menores de cinco años.

Además, las áreas más afectadas del sur de Somalia albergan a unos 310.000 niños que sufren malnutrición aguda, en la peor crisis alimentaria de África desde la hambruna que golpeó a ese país entre 1991 y 1992. “Somalia, ha insistido el coordinador, afronta su peor crisis alimentaria de los últimos veinte años. Los próximos dos meses son cruciales. Es el momento de llevar a cabo una acción excepcional”.

“La falta de recursos es nuestra mayor limitación y preocupación”, ha subrayado el responsable de la ONU, quien ha puntualizado que hacen falta “300 millones de dólares para afrontar la situación en los próximos dos meses”. Con esa ayuda, ha aseverado Bowden, “hay vidas que se pueden salvar de manera inmediata”. El sur de Somalia se halla, prácticamente en su totalidad, bajo el control de la milicia integrista islámica Al Shabab (vinculada a la red terrorista Al Qaeda), que el pasado día 5 levantó el veto impuesto en 2010 a las organizaciones humanitarias para operar en sus dominios.

El coordinador humanitario ha admitido que el sur somalí “está ampliamente controlado por Al Shabab”, pero ha asegurado que los empleados de Naciones Unidas cuentan con garantías de “seguridad sobre el terreno” y con el “apoyo de las comunidades locales”. Tan grande es la desesperación de muchos somalís que unos 166.000 han escapado este año del hambre y la miseria para buscar refugio en países vecinos, como Kenia y Etiopía, de los que 100.000 emprendieron la huida a partir del pasado mayo, según la ONU.

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