Yingluck Shinawatra, primera jefa de Estado en Tailandia

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La candidata a primera ministra de Tailandia, Yingluck Shinawatra, ha anunciado hoy una coalición de gobierno de su partido con otros cuatro partidos menores, tras vencer las elecciones legislativas celebradas el pasado domingo.

Yingluck es la primera mujer que asume la jefatura del Gobierno de Tailandia. El partido de su hermano, gobernante depuesto hace cinco años y declarado fugitivo, Thaksin Shinawatra, ganó el pasado domingo los comicios de forma abrumadora.

La formación Puea Thai (Partido de los Tailandeses) liderada por Yingluch Shinawatra, de 44 años y neófita en la política, ha obtenido 258 escaños de los 500 que componen el Parlamento, según el recuento preliminar de más de cerca del 87 por ciento de los votos efectuado por la Comisión Electoral.

Su inmediato rival, el Partido Demócrata capitaneado por el primer ministro en funciones, Abhisit Vejjajiva, tenía 162 escaños con el mismo porcentaje de paletas escrutadas, mientras que el resto de los asientos estaban distribuidos entre cuatro formaciones.

El impacto de la candidatura de Yingluck, mujer calificada de jovial, de quien dicen tener un rostro fotogénico y carente del estigma que portan muchos los políticos tailandeses tras décadas pidiendo el voto, fue al principio minimizado por el Partido Demócrata y sus socios.

La victoria del Puea Thai apenas unos dos meses después de que Yingluck fuera nombrada su cabeza visible, supondrá el retorno al poder de los políticos afines a Thaksin después de un intervalo de algo más de dos años de gobierno de coalición encabezado por el Partido Demócrata.

En diciembre de 2008, el Tribunal Constitucional disolvió por fraude electoral el Partido del Poder del Pueblo, formado por los políticos afines a Thaksin, y la formación Demócrata forjó una alianza parlamentaria con diputados tránsfugas para gobernar.

En opinión de gran parte de los tailandeses de a pie el desenlace electoral abre una nueva etapa de la larga lucha por el poder entre la facción política de Thaksin, condenado en rebeldía a dos años de cárcel por corrupción, y la que apoyó su caída mediante el golpe de Estado.

La incógnita es la reacción de la facción política y social que ha respaldado al Partido Demócrata, sobre todo la de los generales que depusieron a Thaksin y la de los seguidores del movimiento de los “camisas amarillas” que debilitó su gobierno con persistentes protestas callejeras.

El Partido Demócrata ha tenido a su favor a la clase dirigente, que incluye monárquicos, burócratas, familias de la elite adinerada y a destacados mandos del Ejército.

El Puea Thai cuenta con el apoyo de los llamados “camisas rojas”, de amplia influencia en las zonas rurales del norte y noreste, pero no así en las provincias del sur que han sido, tradicionalmente, las plazas fuertes de los demócratas.

Desde la asonada militar, las calles de la capital de Tailandia han sido escenario de frecuentes periodos de protestas callejeras de los seguidores de ambos bandos y también de violentos estallidos de violencia.

Los altercados más graves se registraron de marzo a abril del año pasado cuando 92 personas murieron y más de 1.800 resultaron heridas en explosiones de artefactos y enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los llamados “camisas rojas”.

Tanto una como otra formación expusieron programas electorales similares, de corte populista y que incluyeron promesas de subir el salario mínimo, ayudas económica a campesinos y personas mayores, suspensión de deudas contraídas por los agricultores y grandes proyectos de infraestructura.

Aunque el Puea Thai fue todavía más lejos y se comprometió a reducir en un 75 por ciento la corrupción, uno de los males de Tailandia que los militares han esgrimido para justificar las asonadas. Con programas similares Thaksin ganó por abultada mayoría las elecciones celebradas en 2001 y 2005.

El jefe del Ejército, general Prayudh Chanocha reiteró durante la campaña electoral que el estamento castrense no tenía la intención de llevar a cabo un nuevo golpe de Estado y según propias palabras “los militares creemos que la democracia bajo la monarquía constitucional es el mejor de los sistemas”.

Aunque no siempre ha sido así. Las Fuerzas Armadas han tenido influenciado en la política desde que en 1932 la monarquía absolutista fue reemplazada por la constitucional, y desde entonces han asestado 18 golpes de Estado, casi tantos como constituciones ha tenido el país durante estas ocho décadas.

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