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Opinión - El extraño regreso de unas manos muy sucias. Por Pere Rusiñol

Unas elecciones históricas

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En política los tiempos no se miden igual que el tiempo real. Un año es mucho más que 365 días y una legislatura puede cambiar de la noche a la mañana. Pero, sin duda, lo que en marzo de 2008 no imaginaba Zapatero, cuando cerca estuvo de conseguir una mayoría absoluta en su reválida, fue lo que iba a suceder en las elecciones municipales y autonómicas de este último 22 de mayo.

En los anteriores comicios de 2007, PP y PSOE prácticamente empataron. El PP obtuvo un puñado más de votos, apenas unas décimas de victoria moral frente a los socialistas que sin haber cosechado grandes triunfos mantenían sus feudos y conseguían más poder territorial merced a los pactos con otras formaciones políticas. Dicho sea de paso, la experiencia de bipartitos y tripartitos no suele sentar bien al PSOE cuando lo aplica a formaciones de gobierno. Si hablamos del mapa autonómico que ha ido variando en estos últimos años habida cuenta de lo sucedido los llamados a ser nuevos líderes socialistas deberían tomar nota. En Galicia, su coalición con el BNG para desalojar al PP acabó con una derrota sin paliativos a las primeras de cambio. Su alianza con los regionalistas cántabros lo acabaron relegando a una tercera posición por el trasvase de votos a favor de Miguel Ángel Revilla. En Cataluña, los efectos del tripartito han hecho caer al PSC a mínimos históricos. La corrupción de Unión Mallorquina, principal socio de gobierno en Baleares, lo ha lastrado en estos comicios. Y a nivel local, no le fue mucho mejor coaligándose con fuerzas menores en la costa valenciana para desalojar al PP, porque las mociones de censura y casos de tránsfugas estuvieron a la orden del día.

Con este panorama y la crisis económica y el paro de por medio, las expectativas electorales del PSOE, acostumbrado a grandes remontadas en campaña, no pintaban bien. El CIS dio cuenta detallada de lo que podía ser una debacle, que ni los líderes y barones socialistas acabaron de creer hasta que Elena Valenciano, a punto de conocerse los sondeos a pie de urna, señaló que no iba a ser “una buena noche para el PSOE”. Y no se equivocó. Ha sido la peor noche de la historia democrática de los socialistas. Con menos del 28% de los sufragios y dos millones de votos menos que el PP, el PSOE ha perdido casi todo el poder local y autonómico.

Cómo analizar las claves de la derrota

Tendrán que pasar unos meses para conocer el alcance del récord histórico de votos nulos

y en blanco, que sumados se convertirían en la cuarta fuerza política más votada, por detrás de PP, PSOE e IU. Es posible que parte del electorado del PSOE se haya identificado con esta opción como voto de castigo por la gestión de la crisis y el hastío que les provoca la corrupción política en el PP. Quienes no optaron por ambas opciones le han dado una oportunidad a UPyD, que ha abierto una brecha pequeña, pero abierta, en el bipartidismo perfecto, como reconocía su líder, Rosa Díez, en la noche electoral. Ella fue una de las flamantes ganadoras al colarse en la Asamblea de Madrid y en el Ayuntamiento de la capital. Lo pronosticaban las encuestas y no se equivocaron. Pero si nos colocamos sobre el tablero de resultados, con los datos en la mano, diez puntos menos que el PP es algo más que una señal de advertencia. Es una señal de peligro para los socialistas, que han sido barridos del mapa local y autonómico. Y, si tenemos en cuenta el determinado grado de autonomía de la que gozan las distintas comunidades autónomas respecto del Gobierno central, es un dato para el análisis porque el PSOE se queda sin capacidad de maniobra.

La victoria del PP fue tan rotunda que se resume en un país entero teñido de azul. El CIS anunciaba el coqueteo de Cospedal con la mayoría absoluta gracias al empuje migratorio madrileño en la zona del Corredor del Henares, en la provincia de Guadalajara y, al final, fue así. Cerca de tres mil votos le han dado el escaño de más al PP: 25 contra 24 de Barreda, quien probablemente aguantará hasta el Comité Regional y se marchará dando paso al relevo. 28 años de política de Bono, pues no olvidemos que él es continuista y protegido del presidente del Congreso, es tiempo suficiente como para llamar a la renovación. El PSOE conserva Toledo y Cuenca, que vuelve a caer del lado socialista. Pero, la victoria es contundente en Ciudad Real, Guadalajara y Albacete, cuna de la nueva presidenta castellano manchega.

La crisis arrastraba también al invencible Guillermo Fernández Vara en Extremadura. Así lo indicaba el CIS. Y así ha sido. Un escaño de más para que el PP se haya alzado con la mayoría simple. Es un éxito, quizá uno de los mayores de Génova habida cuenta de la diferencia importante de escaños que existía entre ambas formaciones en esta última legislatura. Por unos pocos votos, el PP se ha quedado sin una mayoría absoluta de modo que el PSOE depende de IU, que entra en el parlamento regional. Por si ya fueran pocos los problemas que se le vienen encima a Ferraz, ahora los líderes extremeños de IU, encabezados por Pedro Escobar, dudan si conceder o no el apoyo a los socialistas para gobernar en coalición y barajan la posibilidad de hacer pinza con el PP para tocar de muerte al PSOE, en su último feudo por caer.

Otro sería el Principado de Asturias, donde el PP de Isabel Pérez Espinosa estaba

llamado a entrar por la puerta grande de la mayoría absoluta y romper el reinado de la izquierda, pero Francisco Álvarez Cascos es mucho ex ministro y mucho asturiano en el Principado y, aunque ya advirtió de que las encuestas no decían la verdad, al final tuvo razón y venció. Un escaño más que el PSOE, 16 a 15, pero lo suficiente para ser quien mueva ficha para formar alianza y gobierno. Quedan unas cuantas semanas para desvelar esta incógnita, aunque lo cierto es que su formación, Foro Asturias (FAC) ha roto los esquemas de la política asturiana y ha hundido más en el pozo al PSOE. FAC tiene la llave del gobierno en Oviedo, donde ha roto la mayoría absoluta del PP y acaba también el dominio socialista de Gijón para sorpresa del PSOE asturiano.

En Cantabria todo parecía indicar que de cambios, nada. El PRC de Miguel Ángel Revilla iba a ser segunda fuerza política, por detrás de un PP con mayoría simple. Pero, el efecto derrumbe del PSOE se ha llevado por delante ocho de gobierno bipartito y devuelven la presidencia al PP por mayoría absoluta. Es un resultado que los populares no obtenían en Cantabria desde 1983, las primeras elecciones municipales y autonómicas de la democracia.

Si seguimos recorriendo el mapa dibujado por las urnas, el País Vasco arrojó la sorpresa más mayúscula de toda la jornada electoral. La madrugada del 5 al 6 de mayo el TC da luz verde, in extremis, a Bildu. La coalición de la izquierda abertzale concurre a los comicios. El CIS no contempla en su cocina de datos la irrupción de Bildu, porque hasta entonces no podía presentar sus listas, que estaban impugnadas por la Abogacía del Estado. Y la noche electoral consigue colarse como la fuerza política que va a acumular más poder local en el País Vasco. Más que el PNV, que fue el más votado. Bildu es la primera fuerza en Guipúzcoa. La segunda en Vizcaya mientras que el PP reconquista Álava y Vitoria, capital vasca, que en las últimas legislaturas ha bailado del brazo de socialistas y populares. Guipúzcoa, tradicional feudo del PSE, con Odón Elorza como alcalde durante 20 años, ha caído del lado de Bildu, quien necesitará del PNV para formar gobierno. De nuevo, daño colateral para el PSE, que se queda como tercera fuerza política desplazada por la izquierda abertzale, que se cuela con fuerza también en Navarra.

En la Comunidad Foral, el PSN se desploma y llega a ser superado por Nafarroa Bai en el consistorio pamplonés, donde UPN es otra vez la fuerza más votada sin Yolanda Barcina, que ha logrado la llave del gobierno foral. Quizás, paradojas de la vida política, sea UPN quien dé una satisfacción al PSN ofreciéndole una coalición de gobierno a Roberto Jiménez. Esto no habría pasado de no romperse el pacto UPN-PP, que tantos éxitos dio en el pasado a ambas formaciones políticas. El PSOE se la juega en Navarra porque puede optar también por dar su apoyo a un tripartito formado por Nafarroa Bai, Bildu y PSN.

Aragón se tiñe de azul también. La candidata del PP a presidir la comunidad autónoma, la

ex presidenta del Congreso, Luisa Fernanda Rudi, era un peso pesado para una desconocida Eva Almunia, que se estrenaba como aspirante a la presidencia. Era la apuesta personal del ex presidente socialista Marcelino Iglesias, que ha gobernado durante tres legislaturas la comunidad aragonesa. Rudi, que fue alcaldesa de Zaragoza de 1995 a 2000, ha obtenido 30 escaños. A uno se ha quedado de la mayoría absoluta. Será el PAR quien tenga la llave de gobierno, aunque es posible que el PP incluso opte por gobernar en solitario y recurra a pactos puntuales. Es cierto que la suma de escaños de PSOE, Chunta e IU harían del tripartito un nuevo gobierno de izquierdas, pero estas primeras horas poselectorales no apuntan a esta posibilidad. Un chasco en toda regla para el PSOE que abanderó la defensa del Ebro. Y Belloch también pierde en Zaragoza frente al PP, cuyo candidato, Eloy Suárez se ha mostrado dialogante e incluso abierto a una gran coalición entre PP y PSOE. También pierden Huesca, donde el PP obtiene mayoría simple.

En Cataluña lo que estaba por ver era la fuerza de arrastre de la victoria de CiU en otoño pasado y la confirmación del PP como tercer partido político catalán. Se cumplieron los sondeos. Tras 32 años de dominio socialista, Hereu, que amortigüó su derrota, cede el bastón de mando de Barcelona al nacionalista Xavier Trías. Es posible que, para hurgar más en la herida socialista, el PP sea el socio de gobierno preferente de CiU en la capital catalana. Girona, histórica del PSC, también va a parar a manos de CiU frente a Lleida, que se mantiene fiel a los socialistas. Lo mismo que Tarragona.

Destacable es el éxito de José Ramón Bauzá en Baleares, que se resumen en victoria por todos los flancos al PSOE en las Islas. El PP barre y se lleva las Alcaldías más importantes y los consejos insulares, así como el gobierno de la comunidad autónoma. El PSOE, a la oposición lastrado por la crisis y la corrupción de sus socios en el gobierno multicolor de la última legislatura. Era la segunda vez que Francesc Antich lo intentaba y resultó más catastrófico que la primera, también porque el PP ha limpiado de corruptos todas sus listas electorales en Baleares.

Y, sin duda, Andalucía: 200.000 votos más del PP-A de Javier Arenas y todas las capitales andaluzas caen del lado popular con mayoría absoluta. Sevilla, bastión del PSOE, tendrá alcalde popular, Juan Ignacio Zoilo. En la capital hispalense, el PP ha arrasado. Lo mismo que en Ceuta y en Melilla, ciudades autónomas, donde era más que previsible el éxito electoral de la marca PP.

Canarias, donde se preveía una victoria por mayoría simple del PSOE, ha votado CC y PP, que se coloca también como primera fuerza política y tendrá la llave de la gobernabilidad. Todas las capitales caen del lado popular también. El PSOE pierde la emblemática ciudad de Las Palmas, que recuperó en 2007.

Ni que decir tiene que el PP vence por mayoría absoluta y abrumadora en el resto de

comunidades autónomas: Válcarcel triplica, 33 frente a 11, los escaños obtenidos por el PSOE en Murcia. En la Comunidad de Madrid, Aguirre duplica a Gómez, 72 frente a 36 en el peor resultado de la historia del PSM. Sólo es destacable la caída en cinco puntos y tres concejales de Gallardónen Madrid capital. Apenas se resiente el PP en la Comunidad Valenciana, donde Compromís e IU entran con fuerza a nivel autonómico y/o local. Barberá también pierde fuerza, pero conserva su mayoría absoluta. Y La Rioja se convierte en feudo inexpugnable del PP de Pedro Sanz junto a Castilla y León, que ratifica a Juan Ignacio Herrera recuperando capitales como León, Zamora o Palencia, hasta ahora socialistas. Sólo Segovia (con pactos) y Soria seguirán siendo del PSOE.

Ante esta situación, se ha dado el peor de los escenarios para el PSOE. Toda España, excepto País Vasco y Cataluña, Navarra, Asturias y Andalucía son gobernadas por el PP. Las capitales de provincia, a expensas de lo que suceda en 17 de ellas, donde el PSOE podría pactar y hacerse con más cuota de poder, están gobernadas por alcaldes y alcaldesas populares.

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