Un abrazo por la paz

EFE

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La muralla de Ciudad Rodrigo, con un radio de casi dos kilómetros y testigo de decenas de conflictos bélicos, se ha convertido hoy en símbolo de paz con “un abrazo” protagonizado por niños, jubilados y autoridades, que han rodeado el monumento más singular del municipio. Personas de todas las edades, alrededor de 1.800, han unido sus manos hasta circundar toda la muralla, tras el cañonazo de salida, que indicaba el inicio del acto, organizado por la Fundación Ciudad Rodrigo.

Los más pequeños han portado camisetas con el símbolo de la muralla mirobrigense y con el lema “Ciudad Rodrigo, ciudad de paz”, para “hacer una llamada al mundo de la importancia que supone una sociedad pacífica”. Autoridades eclesiásticas de la diócesis de Ciudad Rodrigo, autoridades militares salmantinas y la corporación municipal también han levantado unidas sus manos en uno de los tramos de la muralla.

La iniciativa ha sido financiada por el Ministerio de Defensa, que ha desplazado hasta Ciudad Rodrigo a militares del Cuartel de Ingenieros de Salamanca, que han protagonizado un concierto “por la paz” en la Plaza de Herrasti, junto a la catedral, y donde aún se contemplan, en la torre, los huecos de los cañonazos de las tropas franceses, durante el Sitio de Ciudad Rodrigo, en 1810. Es la tercera vez que se celebra el ya denominado “Abrazo a la Muralla” de Ciudad Rodrigo.

La primera vez tuvo lugar el 4 de octubre de 1996, cuando se formó una cadena humana como muestra de solidaridad con el funcionario Antonio Ortega Lara, que entonces llevaba 262 días secuestrado, motivo por el que se soltaron 262 palomas. Entonces, el obispo de Ciudad Rodrigo, Julián López (hoy, obispo de León), el alcalde mirobrigense, Javier Iglesias, y decenas de escolares se concentraron en el recinto amurallados para pedir libertad.

El segundo “Abrazo a la Muralla” fue protagonizado el 30 de octubre de 2007 por escolares salmantinos y de la ciudad portuguesa de Almeida, limítrofe con la comarca de Ciudad Rodrigo. Entonces, la unión de las manos de los niños sirvió para estrechar las relaciones entre ambos países y para conmemorar el Bicentenario de la Guerra de la Independencia, donde ambas ciudades jugaron un papel muy relevante contra las tropas napoleónicas.

El “abrazo” de hoy ha concluido con la lectura de un manifiesto por la paz a cargo del escritor Santiago García-Clairac.

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