“Existe un ambiente de crispación que me parece un retroceso”

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¿Podría describir su trayectoria política?, ¿cómo ve la situación actual de Logroño?

Fui uno de los fundadores del Partido Socialista en España, en los tiempos de la clandestinidad. Tras dejar la alcaldía de Logroño, durante un tiempo seguí siendo Presidente del Partido Socialista en La Rioja. Después, cedí el testigo y milito en el partido pero como militante “normal”, participando en la vida orgánica del partido sin una responsabilidad política directa.

A nivel general, vivimos una situación de endurecimiento de la realidad política que yo no viví, salvo en los comienzos. Este ambiente de crispación me parece un retroceso. Hoy en día las relaciones entre los grupos políticos son tensas, incluso en el ayuntamiento, donde debieran de ser más fáciles. No es una relación de colaboración sino de permanente oposición.

La oposición está bien, es necesario el debate en cualquier ámbito de la vida, pero esto es diferente a la búsqueda permanente del desgaste o la obsesión por la descalificación gruesa. Hay una especie de obsesión por el slogan y por la gracieta, que no se a qué viene y que es desmoralizador. Esta situación se aprecia a nivel local pero también a nivel autonómico y nacional.

¿Afectará la gestión del PSOE en el gobierno de la nación a nivel local?

Siempre se produce ese efecto. Lo que pasa es que, felizmente, se ha avanzado en la capacidad de discernir por parte del votante entre los ámbitos generales de la política frente a la local, a incluso frente al autonómico. Se trata de una característica que se aprecia en La Rioja.

¿Cree que es necesario desmarcarse?

No, tanto como desmarcarse, no. No emplearía esa expresión porque parece implicar una relación de rechazo que no existe. La gente es capaz de juzgar las medidas duras que toma un gobernante, que son las más difíciles de adoptar y que cuando lo hace es porque es evidente la razón de su necesidad.

Gobernar también significa tener que decir que “no” a cosas que te apetecería hacer pero que no se puede. A mi modo de ver, esto es lo más difícil para un gobernante pero es una cosa que hay que aprender a hacer. Entonces, cuando esas medidas complicadas se toman, la gente aunque le duela porque supone un mínimo desgaste de su calidad de vida, las ve necesarias por lo que termina aceptando el valor, la responsabilidad y acierto del gobernante que las ha tomado.

¿Cómo ha cambiado la relación de la Alcaldía de Logroño con el gobierno central?

Sin duda ha cambiado mucho. En mi última etapa como alcalde vi los primeros cambios. Siendo alcalde, se hizo la Primera Ley Local Renovadora ya que durante los primeros años de la Transición, los ayuntamientos se regían por la Ley de Régimen Local antigua, heredada del Franquismo, aunque con algunos matices inevitables, los derivados de un sistema democrático y por tanto, con elecciones. Pero, en general, el marco legal básico no había cambiado.

Yo era alcalde cuando se hizo la nueva Ley Régimen Local que consistía en que en la situación anterior a esa ley, los ayuntamientos venían a ser el último apéndice de la Administración central de la cual dependía todo, por ejemplo las subvenciones para proyectos concretos. A partir de la Ley de Régimen Local, los ayuntamientos alcanzan una autonomía, no sólo de gestión sino también una cierta autonomía financiera. Se dotó de medios a los ayuntamientos para que tuvieran una mayor autonomía financiera. Igualmente, no podemos perder de vista otro fenómeno de esa época como es la aparición de las comunidades autónomas, que es otro instrumento intermedio que hace que el Estado central quede más lejano. En este sentido, la referencia primera externa para un ayuntamiento es su comunidad.

¿De qué se siente más satisfecho tanto como alcalde y como militante?

Hay que colocar las cosas en su contexto. Yo estuve 12 años en el ayuntamiento, doce años cruciales en la historia España. A mí, como responsable de esta institución, me tocó vivir unos momentos claves de la historia de España, unos momentos de una profunda renovación. Yo no hice nada, simplemente me tocó vivir esos momentos y únicamente conduje el ayuntamiento, siendo entonces de 27 personas. Ese ayuntamiento lo que hizo fue ordenar y gestionar un momento de renovación y de expansión de la vida política y de la vida económica española. Por ejemplo, a mí me tocó vivir el ingreso en la CEE.

Me tocó vivir los momentos de la expansión económica y el momento en que se transformó el país (vinieron las autovías, el Estado hizo importantes infraestructuras…). El resultado es que el país cambió pero yo siempre he defendido que cambió fundamentalmente en sus ciudades. La transformación de la España de estos años, es fundamentalmente, una transformación de la escena urbana. Así, el ayuntamiento de Logroño no tenía servicios sociales y me tocó montarlos a mí. Yo dejé tres centros sociales en el casco antiguo y ahora hay muchos más.

Con satisfacción veo que la línea, el camino se ha ido profundizando y ensanchando pero se inició entonces. A mí me tocó recibir el Casco Antiguo de la ciudad prácticamente en la ruina de la inexistencia….hubo sus dudas y su polémica pero optamos por la recuperación del Casco Antiguo y veo con satisfacción que se sigue en esa línea.

Las recuperaciones de los Cascos viejos son procesos de largo desarrollo y que exigen mucho tiempo pero aquel planteamiento que hicimos para recuperar los edificios históricos, lo hicimos nosotros. Después procedimos a meterle personas y creamos viviendas sociales. En definitiva, en aquella época hubo planteamientos que son las líneas por la que sigue evolucionando la política municipal. Una de las cosas que hicimos que más me alegra es la recuperación del Río y se hicieron Las Norias a la otra parte del Ebro. También estoy muy orgulloso de los equipamientos culturales y sociales aunque tienen menos visibilidad como el Teatro Bretón o la Sala Amós Salvador. Ambos ya funcionaban cuando dejé la Alcaldía. De hecho, el Teatro Bretón tiene una actividad fantástica. Da gusto ver la gente que va al Teatro. Todas las funciones que se programan se llenan de público y lo que antes no pasaba en Logroño está sucediendo ahora: todas las obras de teatro que interesan en España, se acaban representando en Logroño.

¿Qué cambios percibe a nivel social entre los logroñeses?

Igual es un exceso, pero la sociedad logroñesa ha dejado de ser pueblerina en el sentido de que antes era una sociedad mucho más cerrada y más hermética en su forma de ser, a pesar de que siempre ha sido una ciudad receptora (no sólo a través del Camino de Santiago) por ejemplo de funcionarios, que venían a La Rioja a trabajar. Por lo tanto, la sociedad logroñesa ha estado siempre acostumbrada a recibir.

En estos tiempos de la globalidad, ese alma social de la ciudad no ha hecho más que ponerse de manifiesto. Ahora hay una gran cantidad de colectivos de países diferentes que conviven sana y eficazmente. Con su trabajo y su presencia contribuyen al dinamismo de la ciudad.

Logroño está preparado para recibir a la población inmigrante, aunque en una colectividad de 140.000 personas siempre hay algún sector más reticente y más desconfiado, pero en general, hay una gran capacidad de integrar y recibir. Logroño es una ciudad de dimensiones humanas.

¿Qué temas preocupan más a la ciudadanía actualmente, qué cambios observa con respecto a su etapa como alcalde? ¿Preocupan las mismas cosas a políticos y ciudadanos?

Haré una defensa de la clase política porque la veo en horas bajas. No digo que no haya cometido errores pero la actividad de preocuparse por los problemas de la colectividad es necesaria y merece la valoración y el aprecio de todo el mundo. No vale criticar sin aportar nada. Yo creo que el político, sobre todo en el plano de lo local, es una figura mucho más necesaria: es un ciudadano responsable que se presta a aportar su inteligencia, su tiempo y su visión de las cosas a resolver los problemas colectivos. La política riojana a nivel local sí que sintoniza perfectamente con el sentir de la calle.

Sobre las preocupaciones e intereses de los ciudadanos, son básicamente, los mismos de siempre: el riojano y el logroñés quiere una ciudad amable, en la que pueda desarrollar el contacto con la naturaleza. La gente quiere una ciudad cómoda por eso el primer desafío es el soterramiento del tren, que va a provocar una transfiguración en el plano de lo exclusivamente urbano importantísima. Va a hacer una ciudad mucho más suturada y mucho más unida.

El riojano tiene las preocupaciones típicas del ser humano: que los hijos se eduquen bien, que tengan trabajo, que la convivencia sea grata y que podamos experimentar la felicidad. Me gusta recordar que Pablo Iglesias, en el ideario de los socialistas antiguos, cuando se fundó el partido, hablaba de hombres libres, honrados y felices. No creo que se pueda definir mejor la aspiración de lo que es el ser humano. Yo creo que la gente aspira a la felicidad personal la cual se construye siempre en un medio determinado y hay medios que facilitan esa tarea y medios que la obstaculizan.

¿Pronóstico de futuro de cara a las elecciones?,¿Cambiará mucho la ciudad en función de quién gane?

Creo que en la política tanto nacional como local hay diferencias de acentos muy importantes, pero felizmente hemos encontrado un sustrato común, efecto de que somos una sociedad de clases medias (una mesocracia) que impone su ley. Ese sustrato común sustenta elementos fundamentales de la política de unos y de otros. Se trata de una característica que se puede decir de la política nacional, pero de la municipal se puede decir más todavía. Las instituciones locales son un continuo inevitable que sirven para facilitar el avance de las siguientes etapas. En ese sentido, estoy tranquilo porque la ciudad, Logroño, no da bandazos. También es verdad que hay acentos muy importantes que son fundamentales para aquellas clases que más necesitan el socorro de las instituciones. Pero, en los elementos nucleares del devenir de la ciudad, ahí existe una mayor continuidad.

¿Qué cree que ocurrirá en las próximas elecciones?

Soy militante pero también soy un observador, por tanto, creo no ofuscarme en la respuesta y ser un forofo ciego. A mí me parece que se ha hecho una gestión magnífica en el ayuntamiento durante estos años y si el votante es capaz de percibir la diferencia y analizar la gestión municipal en el ámbito en el que debe juzgarse, yo creo que habrá una continuidad en el ayuntamiento, porque la gestión es buena y los acentos de los que hablaba antes, están muy marcados.

Una de las cosas que me han molestado mucho es que cuando terminé en el ayuntamiento en 1995, casi el 50% del suelo edificable de la ciudad era propiedad municipal y estaba pensado para hacer promociones de viviendas sociales que ya entonces empezaron, pero sólo se hicieron 350. Sin embargo, ese proyecto de construir se interrumpió completamente y es ahí donde viene la gravedad. Eran los tiempos del oleaje de la construcción privada y por tanto, la propiedad municipal del suelo era algo que molestaba. Por eso hubo mucho esfuerzo para que saliésemos del ayuntamiento.

La conclusión es que aquel patrimonio se desbarató pero de haber continuado en aquella línea de construcción de viviendas sociales, no hubiese pasado lo que finalmente ocurrió en Logroño con el tema de la vivienda. Ahora, mis compañeros retoman ese asunto, pero claro, con mucho más esfuerzo porque el suelo es muy caro.

¿Confía que los logroñeses sean capaces de percibir esos acentos?

Ese acento a mi me desespera que nadie lo percibió y lo valoró, especialmente por algunos sectores, como los sindicatos. A mí me decían que era un chapucerillo que cuidaba poco la comunicación…pero a mí, esta obsesión de la foto que hay en los últimos años, me parece de pueblo. Con esta obsesión por la imagen, ha perdido la política. Sin embargo, no se emplean tantas horas, especialmente para hablar con la gente. Ahí es donde hay que trabajar pero veo a la política encallada en la obsesión por la foto.

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