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C.P. San Francisco, una escuela de colores

Rioja2

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Abais es compañero de Brisa. Lleva poco tiempo en España y todavía le cuesta hablar en castellano. Brisa es amiga de Magda, una niña rubia y espigada que vino de Rumanía y que parece llevarse bien con Zaguar que quiere ser jardinero porque en su pueblo, una localidad del lejano Pakistán, ayudaba a su padre a y sus hermanos a cuidar el jardín familiar. Zaguar comparte afición por la horticultura con Pedro Enrique, un niño gitano que tiene muy claro lo que será de mayor: jefe de una gran empresa. Todos ellos estudian quinto de Primaria en el colegio público San Francisco de Logroño, un centro escolar que se ha convertido en protagonista, muy a pesar de la dirección de la escuela, porque la diputada socialista Inmaculada Ortega aseguró que el informe de la Comisión Europea contra el Racismo y la Tolerancia establece que los centros en los que existe más de un 60% de alumnado inmigrante pueden ser 'escuelas gueto' y en el C.P. San Francisco el ratio se sitúa en casi un 70%.

La directora del centro, Begoña Andrés y el Jefe de Estudios, Gonzalo Lozano, rechazan esta denominación para el San Francisco alegando que su escuela es un centro normal, con niños normales y al que cualquier alumno puede acceder sin ningún tipo de distinción. “Nosotros permitimos la entrada y la salida a cualquier niño. Antes de valorar nuestra escuela, le recordamos a Ortega que ella nunca ha estado aquí y que no sabe cómo trabajamos” asegura Andrés.

Y, desde luego, la mejor manera de conocer cómo se trabaja en un colegio donde 177 de los 267 niños escolarizados provienen de familias inmigrantes y donde hay un importante porcentaje de niños gitanos, es entrando en sus aulas.

BALON QUEMADO INTERCULTURAL

Un equipo de Rioja2.com pasa una mañana en el San Francisco. Son las 12.15 del mediodía y es hora del recreo. David, el profesor de Educación Física, ejerce de árbitro de una singular competición: chicos y chicas de diversos cursos compiten por equipos en una 'liguilla' de Balón Quemado, el mítico juego de balón que consiste en ir eliminando a miembros del equipo adversario a golpe de pelota. Esta semana ha tocado este juego, pero durante todo el curso se suceden competiciones de fútbol, baloncesto o pelota. El objetivo, según nos explica David, es que los chavales de diversos cursos y de nacionalidades diferentes convivan, formen equipos, se conozcan y aprendan a respetarse unos a otros. El premio: poder enfrentarse en un partido con los profesores, y estos, advierte David, no se dejan ganar tan fácilmente.

El patio del San Francisco está lleno de niños de todos los colores. Una chica mulata repasa la lección junto a otra compañera que lleva un 'chador' rosa. Están sentadas al sol mientras a su alrededor corretean dos niños altísimos provenientes de Pakistán, pero también hay niños búlgaros y rumanos, africanos de Ghana y Gambia, chinos y marroquíes. Todos se entienden, parece que David y el resto de profesores lo están consiguiendo.

El San Francisco lleva más de 20 años funcionando. Proviene de un antiguo centro escolar que se encontraban dentro del casco antiguo de Logroño, el colegio San Bernabé y que, finalmente, se trasladó al comienzo de la calle del Norte. Su alumnado era fundamentalmente de etnia gitana pero con el fenómeno de la inmigración fueron llegando más niños inmigrantes.

“Recuerdo la primera niña inmigrante que nos llegó” dice Begoña, la directora, “era una niña ecuatoriana, morenita y preciosa que conquistó a todos los profesores. Los niños inmigrantes han revolucionado el colegio y nosotros estamos encantados”.

El centro tiene jornada continua de 9.00 de la mañana a 14.00 de la tarde. Una jornada lectiva normal, aunque con una particularidad: cada clase tiene dos profesores para que el grupo se divida en dos en función de su nivel curricular. Sobre todo en asignaturas de Lengua, Matemáticas, Inglés, o Conocimiento del medio. Los grupos no son estancos, hay niños que pueden ir a un grupo de más nivel en lengua castellana y a otro de nivel inferior en matemáticas. Begoña pone un ejemplo, “los niños chinos generalmente tienen más problemas con el idioma español y sin embargo, en matemáticas son unos fenómenos”. En el resto de asignaturas como Educación Física, Plástica o en excursiones o charlas suelen estar juntos.

El centro cuenta con 27 profesores de los que Begoña y Gonzalo destacan su vocación y su dedicación por enseñar a unos niños que, en ocasiones, vienen de familias con muchos problemas. Los profesores del San Francisco se implican con los alumnos y eso tiene recompensa: los niños inmigrantes tienen un gran interés por aprender el español para no sentirse aislados y poder comunicarse, ven que su futuro pasa por la educación y son muy respetuosos con la figura del maestro. Para los docentes es un auténtica satisfacción comprobar como aquel niño que llegó sin apenas entender el castellano ha aprobado Secundaria e incluso ha llegado a la Universidad. De hecho, muchos ex alumnos siguen acudiendo al centro para mostrar las buenas notas que sacan en el 'Insti Sagasta', centro al que pasarán para estudiar la ESO.

LAS TARDES EN EL SAN FRANCISCO

Además de los libros de texto, el San Francisco proporciona a los alumnos el material escolar necesario para cada curso ya que hay familias que no pueden permitirse comprar dicho material.

El centro también ofrece becas para todo el curso en el comedor escolar, de manera que se garantiza la gratuidad de este servicio. “Sabemos que si pedimos una ayuda a los padres para el comedor escolar, hay niños que no se quedarían a comer porque no pueden pagarlo, tenemos familias muy necesitadas” asegura la directora.

El San Francisco dispone de una serie de actividades y talleres ideados para hacer más fácil la vida de los alumnos. Es el caso del Taller de Higiene en el que se enseña a los chicos a lavarse los dientes pero en el que también, si se da el caso en el que los padres lo demanden, se asea a los alumnos. También existe el Taller de Cocina y un huerto en el que todas las semanas pasa una clase para aprender, sobre todo, vocabulario y expresiones.

Además, a partir de las 16.00 horas los alumnos pueden acudir a las clases de refuerzo en la que hacen los deberes ayudados por profesores de apoyo o practicar informática en el aula de ordenadores. A partir de las 17.00 horas pueden practicar su deporte favorito: el San Francisco tiene dos equipos de fútbol y se preocupa por potenciar las posibilidades deportivas de los alumnos.

Y los lunes y los viernes de 16.00 a 17.00 horas de la tarde se dan clases de árabe y cultura marroquí y lengua y cultura rumana respectivamente, para que los chicos que vengan de esos países no pierdan la vinculación con sus costumbres y su lengua.

El próximo mes de marzo se pone en marcha el programa Escuela 2.0 en el que alumnos de 5º y 6º tendrán su propio ordenador personal y una pizarra electrónica. “Somos conscientes de que muchos de nuestros alumnos no tienen ordenador en casa y su único contacto con las nuevas tecnologías, algo fundamental en su educación, está en el colegio”.

Los alumnos que participan en estas actividades están totalmente controlados por el centro.

CLASES DE INMERSIÓN

En el C.P. San Francisco se dan clases de inmersión de español destinada a alumnos con edad de escolarización en Secundaria pero que no tienen escasos conocimientos de español. Entramos a una esta clases en las que hay 21 alumnos de diferentes países como Bulgaria, Pakistán, China o Marruecos. Los alumnos están seis meses, tiempo insuficiente para la profesora de este grupo. “el número de alumnos por aula es excesivo” se lamenta la profesora, “y además el tiempo del curso es insuficiente”. Los chicos aprenden lectoescritura, expresión escrita y “hay tantos niveles como nacionalidades porque durante el curso se van marchando e incorporando alumnos, esto enriquece la clase pero también es un handicap”.

En cuestión de religión y de cultura, el C.P. San Francisco es un ejemplo de convivencia, según nos explican Begoña y Gonzalo. En Navidades se cantan villancicos y se representa un Belén viviente, que este año, por cierto, se ha vestido de San José un alumno marroquí.

No parece que haya problemas con el tema del velo en las alumnas de religión musulmana. “El año pasado vino una asistenta social al centro que era monja y llevaba toga, ¿cuál es la diferencia con un pañuelo?” dice Begoña al tiempo que bromea con la circunstancia que a muchas niñas pakistaníes 'se les cae' el velo cuando cruzan la valla del colegio y se olvidan completamente de él hasta que tiene que volver a casa.

De hecho, según la directora, el centro es una prolongación de su casa. En el Colegio se sienten felices y por ello, cuando llegan las vacaciones hay alumnos que se ponen tristes. Para algunos es una liberación como es el caso de las alumnas paquistaníes que solo salen de casa cuando van a colegio.

Son casi las 14.00 horas. Pronto sonará el timbre que anuncia el fin de la jornada lectiva. El comedor se prepara para dar de comer a los 70 alumnos inscritos. Aunque el C.P San Francisco no cierra sus puertas hasta las 18.00 horas, la actividad se irá relajando.

“Solo pedimos que nos dejen trabajar tranquilos” dice Begoña Andrés a modo de despedida, “este centro no es gueto porque estos niños son niños normales. Que nos sigan trayendo niños, que nosotros nos encargaremos de sacarlos adelante.

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