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“Fuentes rechaza las sustancias detectables, no las prohibidas”

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Finalmente, más de 30 años después de iniciarse como entrenador-atleta-alumno-colaborador, la relación entre el técnico Germinal Manuel Pascua Piqueras -pues así se le llama en los documentos de la Guardia Civil referentes a su detención por la Operación Galgo- y el doctor Eufemiano Fuentes, se convirtió en una relación epistolar y clandestina, materializada en intercambio de faxes plenos de nombres en clave, eufemismos y sobrentendidos; en conversaciones telefónicas cautelosas -“no me llames por el móvil, que estará intervenido, es más seguro el fijo...”-, y en citas secretas.

Dotados de una autorización judicial desde abril, sin embargo, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil la sacaron a la luz. Nacía la Operación Galgo contra el dopaje: el jueves 9 de diciembre, los dos eran detenidos e imputados por un delito contra la salud pública.

El objetivo de ambos era, según la Guardia Civil, organizar el dopaje de varios de los atletas entrenados por Pascua, algunos de los mejores de España. O, expresado en el lenguaje que el técnico utiliza en un documento de Word impreso y hallado en el registro de su casa en una urbanización de Valdemorillo (Madrid), y que presuntamente habría enviado por fax a Fuentes, pues en el encabezado de documentos similares, escrito a mano, figura el número de un fax de Las Palmas, donde reside el médico: “Estamos en el límite para empezar. ¿Crees que llegaremos? Si nos acompaña el éxito, toda la inversión es poca, pero no podemos fallar, sobre todo con los 15A y B [según el desciframiento de la Guardia Civil tras la declaración de Pascua, se trataría, presuntamente, de dos especialistas en 1.500m, Nuria Fernández, y, probablemente, Reyes Estévez, al que en ocasiones también identificaría como B15-30]”.

“En consecuencia”, prosigue el escrito; “tenemos que detallar el plan para poder iniciarlo con todo, sin más pérdida de tiempo. Hay que preveer (sic) las soluciones a todas las propuestas para que se pueda ejecutar sin fallos”. Y termina con una pregunta: “Me acabo de enterar que alguno está haciendo acopio de AICAR, ¿tienes noticias si se puede utilizar sin problemas de otro tipo?”.

El AICAR, conocido como la píldora del ejercicio, pues permite, y así se ha probado en ratones, conseguir en los músculos los efectos fisiológicos del ejercicio mientras se está tumbado en el sofá, es considerado como dopaje genético por la Agencia Mundial Antidopaje. Aunque se descubrió hace años, aún no se ha experimentado en humanos y es prácticamente indetectable. La indetectabilidad es el concepto clave, y no solo desde el punto de vista práctico, pues, evidentemente, un positivo acabaría con todo el plan, sino incluso filosófico, ético. Así se lo expuso Pascua a los agentes que le interrogaron, según el resumen que estos hicieron de su declaración: “Eufemiano es enemigo de todas las sustancias detectables, que no de las prohibidas”.

Así se montó la presunta conexión entre Pascua y Fuentes, según los agentes. La Guardia Civil entiende que después de la Operación Puerto -llevada a cabo en mayo de 2006 y aún pendiente de juicio-, en la que se desarticuló la empresa que Eufemiano Fuentes habría puesto en marcha para organizar las transfusiones sanguíneas de decenas de deportistas de medio mundo, el médico canario se retiró y dejó los asuntos en manos de su presunto colaborador en Valencia, Walter Virú, al que, falta de efectivos, la Guardia Civil no tocó en la Operación Puerto. Que Pascua conocía a Virú se supo gracias a una investigación de la Policía Nacional en la que se observaba el envío de paquetes sospechosos por parte de Virú a Pascua; a su esposa, la también entrenadora María José Martínez; y a varios de sus atletas.

Virú cayó en la Operación Grial, en 2009, que también se llevó por delante al atleta Paquillo Fernández, y Pascua, con vistas al Europeo de Barcelona, la última semana de julio de 2010, volvió a recurrir a Eufemiano Fuentes.

El primer consejo de Fuentes a Pascua, ofrecido en el domicilio de la madre del médico, en Madrid, según la investigación, fue que si sus atletas querían triunfar en Barcelona no debían hacer temporada de pista cubierta, que solo buscaran el pico de forma de verano. “Y así quedamos”, le dice Pascua a los agentes, según la Guardia Civil: “Nadie ha hecho nada, ni Eugenio ni Reyes ni Quesada ni Nuria”. En Barcelona, Nuria Fernández se proclamó campeona de Europa, consiguiendo, con casi 34 años, la mejor marca de su vida en 1.500 metros (4m 00,20s), y Estévez terminó cuarto.

En su declaración firmada ante la Guardia Civil, Pascua relata cómo Reyes Estévez, además de Miguel Quesada y Eugenio Barrios, atletas de 1.500 y 800 metros, respectivamente, le pidieron que les organizara transfusiones y que él les puso en contacto con Eufemiano Fuentes. Éste les contestó que ya no quería saber “nada del tema”, pero que “sí” les asesoraría y, además, les pondría en contacto con un “colega”, Alberto León, “que quizás se lo hiciera”.

Fuentes, siempre según la investigación de la Guardia Civil, se quejó de que aún tenía precintadas las máquinas que usaba para concentrar hematíes y congelar las bolsas, y de que no podía comprar otras pues eran muy caras. En consecuencia, cuenta la Guardia Civil que les dijo Pascua sobre Fuentes, todo se debería hacer con sangre entera, lo que dificultaba la logística. “Eufemiano le facilitó a Pascua una planificación de introducción y extracción de sangre en función de las fechas en las que quisieran estar bien los deportistas”, declaró Pascua según recogen en un documento y con su estilo indirecto los agentes.

Este era el método, según el resumen que los investigadores hicieron de la declaración del técnico: como la sangre simplemente refrigerada a 4º no aguantaba más de 20 días debían proceder de la manera siguiente. 40 días antes de la prueba debían extraerse una unidad de sangre (casi medio litro) y guardarla a 4º; 20 días después, se sacarían dos unidades más y, al mismo tiempo, se reinfundirían la unidad sacada 20 días antes, y, finalmente, tres o cuatro días antes de la competición, se pondrían las dos bolsas que les quedaban. Así, dijo Pascua, según los agentes, podían pasar de 40 a 45 de hematocrito. Barrios, sin embargo y siempre según los documentos de los investigadores, debió interrumpir el planning por lesión, Estévez - “cree Pascua”- lo siguió hasta el final y Quesada no lo acabó.

Las extracciones, según los agentes, se efectuaban en el domicilio de León en El Escorial, aunque Pascua le dio también a este un juego de llaves de su casa en Valdemorillo, que también utilizaba para su práctica. Así lo atestigua el hallazgo, durante el registro de la residencia, de cuatro bolsas de transfusión con restos de sangre envueltas en arrugado papel Albal y guardadas en una bolsa de supermercados Condis.

El dopaje sanguíneo mediante transfusión, la única forma indetectable de aumentar los valores hematológicos, hematocrito y hemoglobina, y, así, el consumo de oxígeno de los deportistas, no era el único asunto en el que asesoraba Fuentes a Pascua, según los agentes. Su amigo canario tampoco era el único al que recurría el técnico, que contaba con una especie de consejo científico en el que, según las pruebas documentales, las declaraciones y fotografías conseguidas por los investigadores, y a las que ha tenido acceso EL PAÍS, también tenían palabra Guillermo Laich -un médico argentino que ya trabajó a comienzos de los 80 en la federación de atletismo junto a Pascua y Fuentes- y un tal doctor “Pedrafita”.

A ellos, sobre todo a Fuentes, les enviaba por fax consultas y analíticas de sus atletas, y de ellos, según la Guardia Civil, recibía prescripciones de tal número de sustancias que más que deportistas parecían enfermos sometidos a tratamientos de varios medicamentos diariamente, algunos prohibidos, otros legales, de herbolario o de parafarmacia, muchos con registro sanitario, la mayoría provenientes del tipo de laboratorios y empresas a los que solo se accede por Internet o el mundillo de los gimnasios especializados en bodybuilding.

Así, entre los papeles de Pascua había el tratamiento diario de un atleta determinado, que consistía en lo siguiente: un Prozac (conocido antidepresivo para contrarrestar los efectos anímicos de los tratamientos hormonales) con el desayuno; IGF (precursor de la hormona de crecimiento, prohibido e indetectable, presuntamente la sustancia estrella de Pascua desde hace años), Efaline, Jectanin (aminoácidos), PPF, Vitamina C, Fitopéptidos, Levico D3 Weleda, Normovite antianémico, Ultratard, Testis compositum (extracto homeopático de testículo de cerdo), Epargriseovit (vitamina B12), Samet (adenosina: protector hepático), Ferlixit (hierro), Ribosa más Glutamina y Carentium.

Los proveedores principales eran, según los investigadores, Miguel Barceló, que tiene un gimnasio en Alicante; y una farmacia del barrio de Moratalaz, en Madrid, cuyas titular y auxiliar también están imputadas por un presunto delito contra la salud, penado de seis meses a dos años de prisión. En diferentes estadillos de Excel, Pascua tenía anotadas las planificaciones de sus atletas con las sustancias básicas: sangre e IGF, a la que se referían coloquialmente, según la Guardia Civil, como “lo de enanos”, para los mediofondistas; e insulina, IGF y Cynomel para los velocistas.

A la sangre, en un documento que Pascua identificó ante la Guardia Civil como escrito por Eufemiano y en el que se explican las iniciales, la llaman “fuerza”, y aclaran la simbología: -1 rodeado de un círculo es una fuerza extraída, -2, dos, y correspondientemente +1, recuperación de -1 y +2 recuperación de -2. A las pastillas de Cynomel o T3 (hormona tiroidea sintética utilizada para aumentar el metabolismo y acelerar la quema de grasas) les llamarían, según los investigadores, “cuadriculadas”. Una forma de legalizar su dopaje, piensan los agentes, consistía en simular lesiones para lograr que un traumatólogo les infiltrara con corticoides, cuyo uso por vía oral o inyectable está prohibido, pero no así por vía intraarticular. Así, hay documentos que refieren cómo Pascua aconseja a Barrios que finja que le duele el tobillo para que en la clínica Cemtro de Madrid le infiltren.

María José Martínez, Meri, la esposa de Pascua, actuaría a veces como correo -figura en los documentos una supuesta entrega de productos en el domicilio de la atleta colombiana Digna Luz Murillo que recogió una tal Ceferina- y también participaba en el plan de su esposo aportando apoyo psicológico a los atletas. Así se desprende de una conversación telefónica intervenida de Meri con Nuria Fernández la noche en que esta se proclamó campeona de Europa de 1.500m.

La atleta le hace partícipe de su nerviosismo, le dice que teme que no va a dormir por la exaltación, y Meri la calma y promete que muy pronto tendrá una charla con ella para levantarle la autoestima. Ante Nuria también Pascua adquiere un perfil paternal, como se desprende de otra conversación telefónica, también documentada por la Guardia Civil, en la que la anima a probar con unas ampollas nuevas de dos tipos. “Es como doparse con gaseosa”, le convence.

La hermana de Eufemiano, Yolanda, también médico e imputada, interviene, según la Guardia Civil, en el segmento económico de la empresa. Con ella, según los agentes, negocian y a ella le pagan lo que deben a León los atletas, a veces durante reuniones generales, como una que tuvo lugar en el restaurante El Chaflán, en la calle Pío XII de Madrid, cerca del hotel en el que en mayo de 2006 la Guardia Civil detuvo a Eufemiano, Manolo Saiz y José Luis Merino en la Operación Puerto. En aquella cita, los agentes dicen haber visto a Reyes sacar billetes de 100 euros de un sobre.

Pese a las medallas de Barcelona, Pascua no acabó totalmente satisfecho de la colaboración y así se lo hizo saber en una conversación telefónica, por teléfono fijo, el 26 de septiembre pasado. El entrenador se lamentaba de que toda la planificación hubiera sido genérica y no atleta por atleta. Eufemiano, según la Guardia Civil, le respondió que se podría hacer mejor para 2011 y le añadió que si no estaba contento con Alberto León le buscarían un sustituto. En una conversación posterior, el 26 de octubre, según consta en el sumario, precisan aún más la colaboración. Eufemiano le confiesa a Pascua que como ha habido tantos positivos de ciclistas -y le habla de Mosquera, de David García y de Contador-, ya no quiere saber “nada” de ese deporte. Finalmente, le promete que en febrero pondrían todo en marcha, según los documentos de los agentes.

En febrero, sin embargo, la Guardia Civil y la juez del 24 de Madrid proseguirán seguramente con las investigaciones de la Operación Galgo, en la que hay 14 personas imputadas, entre ellas, también, los atletas Marta Domínguez y Alberto García, su agente, José Alonso Valero, y el entrenador de Domínguez, César Pérez.

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