Logroño recibe su escudo

Europa Press

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El Cubo del Revellín alberga desde este martes un escudo de Logroño, datado en el siglo XVI, que ha sido donado al Ayuntamiento por Jesús Gil-Gibernau. El escudo, tallado en piedra, está valorado en 10.000 euros.

El alcalde de Logroño, Tomás Santos, ha recibido de forma oficial el escudo, junto con el concejal de Cultura, Carlos Navajas, y el propio Gil-Gibernau.

En este sentido, Navajas ha recordado que “el proceso para la donación se inició en el pasado mes de mayo, cuando se recibió en el Ayuntamiento un escrito de Jesús Gil-Gibernau proponiendo donar el escudo de Logroño”.

Una vez comenzados los trámites, se pidió al Museo de La Rioja un informe de valoración, que determinó que se trataba de “un escudo en piedra caliza, con el puente fortificado con tres torres, emblema de Logroño, entre dos lambrequines de volutas a ambos lados, sobre querubín de amplias alas extendidas, y coronado con corona real”.

Se data de la segunda mitad del siglo XVI, en concreto, de la época de Felipe II, “por los dos adornos en forma de pergamino o cuero recortado”, los denominados 'lambrequines', y por la talla del querubín, “especialmente el tratamiento del cabello y de las plumas de las alas”.

La Junta de Gobierno Local del 2 de junio aceptó la donación e incorporó el escudo al Inventario de Bienes y Derechos del Ayuntamiento. El 19 de julio se contrató la restauración del escudo, por un importe cercano a los 2.000 euros, mientras que el traslado y colocación en El Revellín han corrido a cargo del Parque Municipal de Servicios.

Para el alcalde, “hay que agradecer la donación de Jesús Gil-Gibernau, un logroñés de pro que colabora en todo lo que sea bueno para la ciudad”, al tiempo que ha destacado que “por parte municipal, lógicamente, se dijo que sí a su propuesta, algo lógico cuando es algo que merece la pena”.

Santos ha incidido en que el escudo “se encuentra en consonancia con la época del edificio, lo complementa y le da más valor”. “Agradezco la actuación de la gente, de forma altruista y sin más intereses que el bien de la ciudad”, ha apuntado.

Por su parte, Jesús Gil-Gibernau ha explicado que compró el escudo hace 30 años “a un particular de Calahorra, que tenía dos, y me llevé el que me pareció más interesante y de más valor”, una compra que realizó “por una cantidad que ya no recuerdo”.

Durante todos estos años “ha estado presidiendo el comedor de mi casa”, pero ha asegurado que “siempre he tenido en mente la intención de donarlo, aunque, por diferentes causas, antes no ha sido posible; da gusto cuando uno propone algo y le atienden la propuesta, además con gran rapidez”.

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