Los “Quintos” de mi pueblo

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Los “Quintos” han sido una de las tradiciones más arraigadas en España desde el siglo XVIII, pero sobre todo es en los medios rurales donde su estampa es más familiar y más cercana.

Las calles del pueblo tenían un aroma especial, los mozos se apoderaban de ellas con sus coplas, la mayoría de las veces de tono subido o indicando que esa quinta era la mejor de todas. También solicitaban propinas para posteriormente pagarse alguna juerga.

Llamamos “quintos” a los jóvenes que cumplen la mayoría de edad, pero antiguamente se trataba de los varones que debían servir al ejército al cumplir los dieciocho años. Para explicar más a fondo el origen de este nombre, hemos de remontarnos a tiempos de Carlos III, cuando se elegía uno de cada cinco mozos aptos para servir a la nación. De ahí que se aplique el vocablo “Quinto” a los convocados a filas durante un determinado año.

Actualmente ya no es obligatorio el servicio militar, pero la tradición de los quintos se han convertido en una tradición festiva, y a día de hoy se celebran en diversos lugares de España. Las comunidades autónomas en las que se suelen festejar son: Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana y La Rioja.

¿Cómo se festejan?

En numerosos pueblos riojanos, como Santo Domingo de la Calzada, son una costumbre muy extendida. “Las quintadas más sonadas son las de los 18 y los 25 años, así cada cinco años, y es celebrado durante todo el día” explica Daniel González, un joven calceatense de 22 años, que no se ha perdido “ni una” y que el pasado sábado celebró junto con otros 25 chicos y chicas la de su año, aunque, puntualiza, “en el intervalo de esos años sólo nos reunimos para pasar la tarde y noche”.

Este pueblo riojano recogió en sus calles el festejo de siete quintadas, que fueron de los 18 a los 24 años, una ocasión que pone de manifiesto que esta tradición goza de muy buena salud entre los riojanos de muchas generaciones.

Los nobeles en estas lides lo celebraron con una animada agenda que comenzó por la mañana “con una misa donde se pide por los Quintos”, explica Daniel. A continuación las famosas rondas de quintos, en las que estos suelen recorrer las principales calles del pueblo como “El Espolón o la calle Madrid”, a veces acompañados por una charanga y espera

ndo alguna propina con la que financian sus festejos, momento en el que “la gente suele ser generosa y siempre hay alguno que se anima a bailar con nosotros o cantar alguna jota”.

Pero no todo va a ser juerga en el señalado día, los quintos también hacen un hueco para reencontrarse con los mayores “van al mercadillo y compran barquillas de frutas y las llevan al Hospital del Santo para los ancianos y pasan un rato con ellos y echan algún bailable”.

El día se alarga con una comida y a la tarde acompañados de nuevo de la charanga se da otra vuelta por el pueblo, “si hay partido de fútbol o de baloncesto de equipos del pueblo suben todos a animarlo”. Cuando el sol se esconde “salimos por los bares de la zona y hasta que el ánimo y el cuerpo aguante”.

Toda una jornada sin descanso que en el caso de la quintada de Daniel, fue algo más tranquila, “de ronda antes de comer , luego comimos y cenamos juntos y a bailar con el resto de quintos por los bares”, punto final de encuentro de todas las quintadas del día.

Organización y vestimenta

Originalidad les sobra a estos chavales y chavalas a la hora de la 'quedada'. Las ventajas de Internet son aprovechadas por ellos y no dudan en hacer uso de las redes sociales para congregar a sus quintos. “Este año creé un evento en Tuenti con la fecha y datos de la fiesta”, explica Daniel, curtido en 'comunicación online' como la mayoría de los jóvenes. Es una forma rápida y efectiva de anunciarlo y “que llega a todo el mundo, porque muchos estamos presentes en esta red joven”. Al día siguiente “colgamos las fotos, y así los que no han podido asistir por lo menos tienen un recuerdo”. Sin duda, una forma de comunicación 2.0 que ya ha sustituido a la anterior de colgar carteles por las calles y que se convertirá en otra tradición, esta tecnológica, de la fiesta.

La creatividad de estos chavales no acaba aquí, sino echan el resto en el diseño de la vestimenta. Todos uniformados, en algunos casos con vestimenta militar en pueblos como en Navarrete o bien en este con camisetas que les identifiquen a simple vista y “diseñadas por nosotros con el año y algún dibujo o frase original, además de algún gorrito o pañuelo”.

¿Qué aporta esta tradición a una persona?

“No debe de perderse nunca esta reunión con amigos que hace tiempo no ves, y es un día en el que te olvidas de todo y disfrutas de la música y de tu gente”. Es una forma de que “no se pierda el contacto y de que los jóvenes vayan a los pueblos”. Los fines de semana en Santo Domingo, “ha bajado mucho de ambiente porque se van a Logroño o Nájera y de esta forma de contagiar a todos nuestra alegría”.

Quizá por este carácter de exclusividad y que cada pueblo la viva a su manera, la tradición de los quintos sea una de las tradiciones mejor conservadas. Además, es una tradición muy favorable a la evolución y cohesión social, ya que trasciende a cualquier variable sociológica y cronológica.

Los quintos no tienen edad ni condición, sino un espíritu de cooperación y la responsabilidad de contribuir a la conservación de una tradición, normalmente, muy valorada en los pueblos y que no debe caer en el olvido de las grandes ciudades.

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