Mendoza: “Tenemos que asimilar la Guerra Civil de una vez para siempre”

Rioja2

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Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943)

tiene el aspecto de un caballero británico, tocado por un blanco bigote y un pelo perlado. Con el premio Planeta en la mano y en la cuenta bancaria, y ya sin traje, se acercó a la sala de prensa, ojeó los periódicos y dijo: “Siempre empiezo mal el día por culpa de los titulares de los periódicos”. No le convencía una frase, impresa con un inmenso cuerpo de letra: “Zapatero se blinda”.

Poco después, añadiría nuevos detalles sobre la novela 'Riña de gatos. Madrid, 1936', con la que acaba de ganar el premio Planeta, “un galardón que es mejor ganar cuando ya tienes tu carrera hecha. De algún modo, en mi caso y con mi edad, es un premio a beneficio de inventario”.

Mendoza contó que el viejo José Manuel Lara le insistió en varias ocasiones para que se presentase, sobre todo tras el éxito de títulos como La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios, dos novelas que han hecho de él “el gran narrador de Barcelona”. Mendoza siempre le daba la misma respuesta: “Ahora no tengo novela”. Un día, un tanto contrariado, Lara le espetó: “¿Sabe? Lo que le ocurre a usted es que no se atreve a presentarse al Planeta”.

Casi a modo de deuda, Mendoza decidió hacerlo con “una novela de intriga, de misterio, de aventuras, de amores, de espionaje y de tiros que transcurre en un momento histórico apasionante, previo a la Guerra civil”. La novela no sucede en la Guerra Civil propiamente, pero sí un poco antes, y ahí ya se ve el clima, la trastienda: las expectativas, los enigmas, las conjuras“.

La política, como trasfondo

Mendoza dijo que la suya no era exactamente una novela política, pero sí de trasfondo político, “que elude el maniqueísmo”. Quiso expresar algunas consideraciones sobre la Guerra Civil: “Le planteo algunos dilemas morales al lector. La Guerra Civil tenemos que asimilarla de una vez para siempre, es parte de nuestra memoria histórica, para poder hacer frente al presente y al futuro. También me interesaba mucho reflexionar sobre cómo las personas acaban influyendo en la historia. A la Guerra Civil tenemos que encontrarle un sitio entre el olvido y la presencia constante que algunos se empeñan en mantener”.

'Riña de gatos. Madrid, 1939' es una novela que pertenecería a la parte más seria o grave del escritor que firmó Sin noticas de Gurb o El misterio de la cripta embrujada. Cuenta la historia de un tasador inglés “un tanto despistado”, experto en pintura española y en Velázquez especialmente, que se traslada a Madrid para evaluar una obra de arte, La muerte de Acteón de Tiziano, “un cuadro que es muy importante en la obra: siempre está muy presente en la trama”.

En Madrid se encuentra con una serie de personajes, unos de ficción y otros reales, como José Antonio Primo de Rivera -“un perfecto memo”- y los generales Sanjurjo, Queipo de Llano y Francisco Franco, generales a los que, sin aludir a ellos con sus nombres, define como “personajes muy ridículos y muy terribles. No es esta una novela con ironía porque el contexto no se presta a ello, pero sí es una novela con humor, porque el humor es algo consustancial a mis genes”.

Seguro de sí mismo y con esa elegancia suya, barnizada de melancolía, Eduardo Mendoza añade que haber trasladado la acción de su nueva novela a Madrid no le ha creado ningún conflicto. “Al contrario. Era un reto para mí. Es una tierra nueva para mí y me he sentido cómodo labrándola. Y no solo eso: lo he pasado muy bien”, dice.

En cierto modo, a su personaje extranjero le sucede como a él: se encuentra metido en Madrid en una lugar convulso, donde los gatos riñen y bufan en todas las esquinas, con miedo e ira, y Eduardo Mendoza también explora un nuevo solar para sus ficciones: Madrid, aquella furiosa capital del dolor.

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