El Villarreal presenta su candidatura a la Liga

Agencias

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Se plantó el Espanyol en El Madrigal con el descaró que le otorgaba haberse impuesto con solvencia al Getafe en la primera jornada, y no le salió mal la jugada en los minutos de tanteo porque arrinconó a los amarillos que no sabían muy bien cómo parar tanto ímpetu. Eso sí, el empuje duró quince minutos, los que concedió como tregua el Villarreal, los que tardó en lesionarse Osvaldo, y los que necesitó Borja para hacerse con los mandos del transatlántico de color limón.

A partir de ahí, la confrontación de estilos. El movimiento fluido de balón unido al rigor táctico contra el estilo directo y el sálvese quien pueda del equipo periquito. De esta forma llegaron los dos primeros tantos en los que tuvo una importancia capital Valero, la veleta que marca el viento a seguir en el equipo castellonense. En el primero le otorgó un gran pase a Rossi tras una ruleta exquisita y en el siguiente le enseñó a Kameni donde los guantes del portero nunca llegan por mucho que se esfuerce.

El Villarreal, imparable

Y ahí terminó el encuentro, porque a todo esto había salido Sergio García que es muy elegante pero no tan decisivo como Osvaldo y los de Garrido ya sabían bien como manejar el tempo igual que el estudiante inteligente y perezoso, con la ley del mínimo esfuerzo. No deberían quejarse los aficionados periquitos de falta de ánimo o dejadez, sino simplemente reconocer su inferioridad ante un conjunto con una plantilla más amplia que otros años, llamado a cosas grandes este año.

El segundo tiempo se convirtió en un trámite burocrático. Pochettino, valiente y digno en la derrota, introdujo a Iván Alonso y De la Peña, que supuso la única buena noticia para los catalanes. Volvía 'Lo Pelat' después de librarse otra vez de un compañero de viaje que ha estado a su lado durante demasiado tiempo, las lesiones, y dejó algún detalle como los que en el pasado hicieron que su fútbol reluciese incluso más que su calva.

Nilmar cierra la goleada

Entre tanto, el Villarreal seguía a lo suyo y volvió a golpear en otro par de ocasiones. Iturralde , que a estas alturas ya había entrado en una sucesión irreparable de amonestaciones y decisiones un tanto rigurosas, señaló un penalti, sacó alguna tarjeta más y expulsó a Chica por una entrada producto de la frustración que estaba provocando el púber ecuatoriano Montero en la zaga espanyolista.

Rossi anotó la pena máxima con paradinha incluida y Nilmar cerró la goleada aprovechando la desidia de los periquitos que se habían quedado sin razones para seguir luchando. Al final son tres puntos, pero victorias así son las que separan a un equipo de media tabla de uno que debería luchar por codearse entre los gallitos de la Liga. Los que apartan las buenas intenciones de las posibilidades reales de éxito.

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