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Una copa de Rioja para el peregrino 10.000

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Una decena de peregrinos, cuya complicidad reflejaba tiempo pasado juntos a lo largo del Camino, esperaba el sonido de las doce campanadas que marca la hora de apertura del albergue de Logroño. Aunque ellos charlaban distendidamente en grupo, comentando anécdotas y demás vivencias enarboladas paso a paso, sus mochilas hacían cola por ellos, situándose, de la primera a la última, en riguroso orden de llegada frente al portón de la hospedería.

La primera de las mochilas correspondía a Miguel Ángel Rodríguez Peña, un joven gallego que, por segunda vez, hace el Camino de Santiago en solitario, “aunque esta vez sólo hasta Burgos”. En la Iglesia de Santiago comenzaban las doce campanadas y, con el restallar de la última, el encargado del albergue abría la puerta. Miguel Ángel, al entrar, es recibido por Ángel Varea, concejal de Promoción de la ciudad, Vicente Urquía, portavoz del equipo de Gobierno y José Joaquín Marín, presidente de la asociación Ultreia, la cual gestiona el albergue.

Probablemente Miguel Ángel no sabía quiénes eran; aunque por su gesto podía deducirse que adivinaba que aquélla no era una situación normal. Además, la turba de fotógrafos y redactores plantada frente a él ayudaba a hacer especial la situación. Le comunican que es el peregrino número 10.000 que pasa este año por el albergue, y de ahí tanto revuelo, y sacan una botella de Rioja para celebrarlo.

Tras el brindis de rigor, Ángel Varea, antes de ceder la palabra al homenajeado, declara sobre la situación del albergue y sobre la de los de que por él pasan a diario. Comienza hablando sobre el cambio de gestión del albergue, llevada ahora por la asociación Ultreia, valorándolo como positivo, “no hay nada más que ver cómo está ahora el albergue, a las doce de la mañana, todo limpio”, apunta el concejal de Promoción, “y queríamos incidir desde el Gobierno Municipal que la imagen que queríamos dar de la ciudad era una imagen positiva, y el primer punto de encuentro es éste, el albergue de peregrinos”.

Respecto a la elección de Miguel Ángel Rodríguez como el peregrino número 10.000, Varea ha comunicado que ha sido una elección “aleatoria”. Las cifras están ahí, pues el albergue lleva un riguroso registro de todos los caminantes que en él pernoctan, y ya han llegado a la decena de miles los peregrinos que ahí se han alojado, “dentro del margen que teníamos”, ha comentado Varea, “hemos elegido al primer peregrino en entrar hoy como el número 10.000”.

Varea ha querido desearle a Miguel Ángel “que el día que esté aquí lo recuerde, y haga eco de todo lo que es Logroño” y también ha recordado que 10.000 son los peregrinos que han pernoctado en el albergue, “pero por el paso de los fielatos estamos hablando de prácticamente el doble de peregrinos”.

Varea, entonces, ha cedido la palabra a Miguel Ángel el cual, a parte del reconocimiento numérico, ha recibido un regalo, en forma de camiseta, de parte de los ediles como recuerdo de Logroño, “mañana mismo la estreno”, ha asegurado.

“Estoy encantado”, ha continuado Miguel Ángel, “no me lo esperaba, es una sorpresa llegar a Logroño y encontrarte con este recibimiento. Va a ser inolvidable para mí. Muchas gracias a todos, y bueno, a ver si cuando sea el 20.000 volvéis a hacer otra y tengo suerte y vuelve a coincidir”.

Miguel Ángel ha explicado como ya hizo el Camino una vez desde Roncesvalles, para terminar en su tierra natal, y como este año, por motivos de tiempo, lo hará sólo hasta Burgos, “y ya otro año continuaré”. Las ventajas de hacer el Camino en solitario, ya que la primera vez lo hizo en compañía, son, ha comentado, que “estás más abierto a conocer gente y relacionarte con gente que no conoces”. También ha dado a conocer las razones que le han llevado a, por un día, ser quien es, “hoy vine rápido”, ha apuntado, “y entonces vas adelantando a gente que no conoces, y cuando llegas te la encuentras otra vez de nuevo, y sólo haber pasado delante de ellos y haberles dicho hola ya es como si los conocieses, y es muy fácil entablar una conversación”.

Lo que no sabía Miguel Ángel es que, gracias a esa rapidez y a esos adelantamientos, Logroño iba a recibirle con una copa de vino, así como con la alegría de encontrarse con el peregrino número 10.000 que descanse de su jornada en el albergue de peregrinos, antes de entregarse de nuevo a las penas y alegrías del Camino de Santiago.

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