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Los chalecos multicolor vuelven a brillar en el pueblo de los zancos

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Anguiano. Un pueblo sobre el que versa aquel refrán que dice que tiene tres barrios, tres puentes y tres clases de gente. No sabemos a qué tipo de gente pertenecen, pero lo cierto es que los ocho mozos, que año tras año llevan adelante la tradición que los convierte en Danzadores del pueblo, están hechos de una pasta única.

La emoción encoge durante estos días el corazón de todo aquel que es de Anguiano. El que está fuera sufre por no poder contemplar este espectáculo, y el que se acerca al pueblo siente en sus propias carnes ese “congojo” al escuchar las primeras notas que dan paso a la danza. El que es zárreo disfrutará en cuerpo y alma la bajada de cada uno de los Danzadores.

Ocho mozos del pueblo, ataviados con saya, falda amarilla bordada, camisa blanca, chaleco multicolor y unos zancos de 45 centímetros en sus pies, bajarán girando al ritmo de la música por la empedrada cuesta que une la iglesia de San Andrés con la plaza del Ayuntamiento de la localidad. Ante la mirada de miles de personas que se acercan a contemplar este espectáculo único en el mundo, los jóvenes mostrarán su destreza con los zancos y dejarán a más de uno con la boca abierta. A lo largo del tiempo, han recibido multitud de nombres, desde “zancudos”, “danzantes”, “bailarines”, hasta “peonzas humanas”, sin embargo el que conoce la tradición lo sabe, estos mozos son “Danzadores”.

Los hay que bajan despacio, marcando los pasos al ritmo de la dulzaina. También los hay que se lanzan y no se les ve pasar. Cada uno tiene su estilo personal, pero todos coinciden en lo mismo:

Es un orgullo ser Danzador de Anguiano. A ambos lados de la cuesta y al final de ella, a modo de “colchón humano”, los visitantes, los vecinos, los familiares y amigos de los intrépidos jóvenes esperarán su llegada con los brazos abiertos.

Los orígenes de esta ancestral danza son desconocidos, nadie sabe desde cuándo se celebra, de lo que sí se tiene conocimiento es del primer escrito que recoge datos explícitos sobre la danza, un documento de 1603.

Muchas y muy variadas son las leyendas que corren sobre el origen de esta danza. La anécdota que cuenta que se trata de un rito celta que da gracias al sol por el calor del verano que hace que las cosechas sean abundantes, es quizás la más conocida. La explicación que se da para justificar esta teoría es que la falda de los danzadores, al abrirse, simula al astro rey, rindiéndole homenaje de esta singular forma.

Otra teoría cuenta que se trata de un rito de iniciación a la edad adulta y que, desde tiempo remotos, los jóvenes debían pasar por esta danza cuando hubiesen alcanzado la madurez. Una especie de “puesta de largo” de los jóvenes varones.

Sobre realizar el baile sobre zancos se cuenta, se dice, que es porque los pastores se calzaban una especie de zancos que los elevaban sobre el terreno y que, de esta forma, eran capaces de ver mejor al ganado.

Finalmente, y quizás lo más acertado, es que se trate de un baile en honor a la santa del pueblo, a María Magdalena, para darle gracias, honrarla y pedir por el cuidado de todos los habitantes del lugar. Esta es la razón por la que en determinados acontecimientos del año, como la bajada o la subida de la imagen de la santa a la Ermita, los jóvenes danzadores se vistan con sus mejores galas, para estar guapos ante la Santa.

Muy pocos son los cambios que esta tradición ancestral ha sufrido durante estos siglos de historia. Si tuviésemos que enumerar las diferencias destacaríamos la altura de los zancos, que pasó de medir 30 centímetros a alcanzar el medio metro; además de la reciente creación de una escuela de danza que da ciertas pautas a los danzantes para que ejecuten de forma brillante la danza milenaria; y la reforma total de las escaleras y la cuesta por la que bajan danzando los mozos, una reforma con la que algunos no están muy de acuerdo: “yo bailo bien, pero me gustaba más la otra. Son diferentes, pero la antigua, la de siempre, la tradicional, era mucho más espectacular para los turistas que venían al pueblo. Porque la de antes estaba hecha con piedras muy irregulares, que sobresalían mucho y dificultaban bastante a la gente subir por ellas, por lo que se hacía aún más incomprensible que nosotros pudiésemos bajar por ahí con los zancos”, comenta uno de los intrépidos danzadores.

El día 21 de julio se celebra la Víspera. Es el primer día que los Danzadores se ponen los zancos

y deleitan a todos los presentes con tan singular espectáculo. Seguidos por niños y mayores, muestran pequeñas pincelas de la destreza que un rato más tarde pondrán en práctica en el tradicional “pasacalles”. Un poco antes de las ocho de la tarde, los ocho mozos suben la empedrada “cuesta de los danzadores” andando, con las ropas y los zancos en las manos. Una vez en la plaza que da acceso a la iglesia de San Andrés, los encargados de ayudarles a vestirse comienzan con el ritual. Lo primero es asegurar los zancos a las piernas de los danzadores. Una vez calzados, y sin dejar de moverse ni un segundo, se visten con una saya y una falda de tonos amarillos-anaranjados. Chaleco con cintas de colores y castañuelas. Están preparados para empezar.

El día grande, el 22 de julio, San María Magdalena, el ritual es muy similar. Por la mañana y después del “pasacalles” los danzadores realizan una procesión en la que acompañan a la imagen de su Santa por las calles del pueblo. A lo largo del recorrido se realizan diversos bailes, siempre mirando los ojos de la Santa. Una vez en la iglesia se entra a misa y después de nuevo la bajada de la cuesta, no sin antes dedicar un baile en “la obra”, frente a la puerta de la Iglesia. En esta ocasión, tras la emocionante bajada de la cuesta, los danzadores realizan una serie de bailes, ya sin los zancos puestos, conocidos como “troqueaos”, en los que muestran su destreza con unos palos de madera de haya con los que realizan varias danzas al son de dulzaina y tamboril.

Esa tarde y el día 23 se puede volver a contemplar la bajada de los ocho mozos. Una vez terminada la última danza, todos recogerán sus ropas y sus zancos para volver a lucirlos en en septiembre, en las fiestas de Gracias, el último fin de semana del mes.

Por tres días consecutivos Anguiano se viste de fiesta y recibe con los brazos abiertos a todos cuantos quieran disfrutar de esta tradicional danza única en el mundo. Este jueves a las 14:00 y a las 20:00 y el viernes a las 14:00 y 20:00, todos cuantos quieran pueden acercarse hasta esta localidad serrana y vivir en sus propias carnes la “Danza de los Zancos de Anguiano”.

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