Habrá que esperar a septiembre

Por el momento las relaciones entre la Unión Europea y Cuba seguirán igual, ya que los ministros de Asuntos Exteriores de los Veintisiete decidieron ayer posponer su decisión sobre un cambio en la Posición común hasta el próximo mes de septiembre. De esta manera, una de las apuestas de España en la Presidencia de turno de la UE parece desmoronarse.

Sin embargo, el ministro español de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, ha justificado la prórroga adoptada por los Veintisiete. El titular de Exteriores afirma que esta decisión se ha tomado con el fin de “dar un tiempo razonable” al diálogo recientemente iniciado entre las autoridades cubanas y la Iglesia católica.

“La Presidencia rotatoria del Consejo ha pedido que en esta nueva lógica política y diplomática no se adopten posiciones y conclusiones en esta ocasión”

, aseguró el ministro a los medios de comunicación tras el Consejo de Relaciones Exteriores celebrado en Luxemburgo.

Ante las conversaciones emprendidas entre el Gobierno cubano y la Iglesia católica, España ha considerado que es conveniente “dar un tiempo razonable para juzgar cuales son los resultados en las próximas semanas y meses”. Moratinos aseguró que el gobierno español “está satisfecho” de que no se haya adoptado una decisión en este Consejo.

Además, el ministro afirmó que se da “un mandato y un marco de diálogo […] para poder crear las condiciones de establecer una nueva relación bilateral entre la Unión Europea y Cuba, siempre y cuando […] avance sustancialmente la situación de los derechos humanos”.

Moratinos se mostró “convencido” de que la próxima reunión en la que se estudie el expediente, el próximo mes de septiembre, servirá para “superar la Posición Común e iniciar el establecimiento de un nuevo marco bilateral entre la Unión Europea y Cuba”.

Tradicionalmente la UE revisa cada mes de junio su política hacia Cuba y, si no constata avances democráticos, renueva sin más la Posición Común. En esta ocasión, la presidencia española de la Unión, consciente de que no había consenso suficiente entre los 27 para sustituir la actual política por un marco bilateral, confiaba al menos en abrir un periodo de reflexión que diera lugar a una nueva etapa de relación con Cuba.