Porteros de discoteca: más seguros por decreto

Rioja2

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Son grandes y fuertes. Cara de malas pulgas por lo general y con un aura estampada en el imaginario social de vínculos a organizaciones poco recomendables. Pero aún así, todas las almas nocturnas se mueren por ser amigos suyos; para ganarse sus favores; para presumir delante de los conocidos de cuáles son sus relaciones en el mundo canalla del etilo y la juerga; para tratar de pasar por la cara a la sala de moda, aunque el favor incluya pagar la copa de dentro, ésa que te regalaban con la entrada.

Ellos trabajan cuando los demás están divirtiéndose. Su responsabilidad consiste en que las salas nocturnas no se llenen de indeseables, de camorreros, borrachos, de pupilas dilatadas en busca de otro arrebato químico o, simplemente, de aquellos inoportunos clientes cuya estética no se adecua a la elegancia del antro en cuestión.

Pero a veces, fruto de un disimulo de lo más actoral, consigue colarse en el garito algún espécimen de los antes citados; de gatillo fácil y sensibilidad tal, que el menor contacto visual se lo toma como un desafío inexorable para cauterizar con sangre su orgullo herido. Y hay palos. La gente se arremolina alrededor de los luchadores y jalea animando la gresca; otros procuran evitar cualquier problema y salen pitando. Los porteros del local reciben el aviso. Entran a matar. Y ya puede pasar cualquier cosa.

Hay otras veces, sin embargo, en los que la mala suerte o una indeseada situación hacen que aquéllos a los que llaman seguridad decidan tomarse la justicia por su mano y se conviertan en los menos seguros del mundo.

En noviembre de 2008 pasó algo parecido en una conocida discoteca del centro de Madrid, pero con un final desacertado y trágico. Un joven de 18 años tuvo la mala suerte de empujar – no se sabe si a propósito o sin querer, cosa que aún así no justifica el necio engorilamiento de la seguridad- a la novia de uno de los matoncitos que, plantado en la puerta, jugaba a ser el rey del mundo en su pequeño universo.

Alvaro Ussía fue echado a la calle a empujones después del chivatazo de la bonita de turno, probable belleza proporcional a vacío craneal, y ahí en la calle, entre tres o cuatro valientes armarios roperos y ante la mirada cómplice de bastantes testigos de los de no-quiero-meterme-en-líos, -en el fondo y por desgracia con algo de razón, pues ahora podíamos estar hablando de más de una víctima- , no pararon de atizarle hasta que uno de ellos, el más valiente, le saltó sobre el pecho con sus rodillas. El resultado fue una rotura de pericardio. El corazón roto en sus más literal significado. Parada cardíaca y muerte.

El caso conmocionó a la opinión pública y se exigieron culpables y depuración de responsabilidades. Era un secreto a voces lo que sucedía en muchas salas de fiesta y tuvo que ocurrir ese incidente, la gota que colma el vaso, para que se clamara por un mayor control en las personas que se apostan en las puertas de las mismas a trabajar cuando los demás se divierten.

“He estado en Madrid y sí, se ven más problemas que aquí”, David, nombre ficticio pues prefiere no dar a conocer su identidad, es encargado de porteros en una sala de la capital riojana, “una de las más conflictivas”, asegura. “El problema es que hay veces que nuestro trabajo es muy complicado y hay que saber hacerse respetar. Tú no sabes cómo se presentan algunas personas a determinadas horas”.

A raíz del asesinato de Álvaro Ussía, los mandatarios madrileños se plantearon una serie de medidas para profesionalizar el sector de los porteros que, quizá un tanto eufemísticamente, pasan a denominarse ‘controladores de accesos’.

En Madrid, al igual que años antes también pasara en Barcelona por un caso similar, ya se han llevado a cabo las medidas oportunas para regular el gremio. Hay que pasar unas pruebas. En la capital española se aprobó un real decreto que regula la actuación de los controladores de accesos, éstos han de aprobar una serie de exámenes, tanto de conocimientos legislativos y generales como psicotécnicos, para poder hacerse con el carnet de controlador de accesos que, durante un periodo de cinco años, les permite ejercer su trabajo. Las condiciones para poder presentarse a dichas pruebas eran haber superado la mayoría de edad y carecer de antecedentes penales. Con la segunda de las condiciones muchos se quedaron fuera. También la mayoría de los que se pudieron presentar aprobaron en el examen de conocimientos; el resultado negativo, donde gran parte de los que no pasaron las pruebas cayó, fue en los psicotécnicos.

Ahora un decreto parecido llega a La Rioja, donde si no se dan unas circunstancias como las de Madrid, quizá por la menor densidad de población o por otro estilo de vida, sí es cierto que también se han dado casos fatídicos en cuanto a clientes y porteros. Miguel Ángel Sáinz García, director general de Justicia e Interior en La Rioja, habla con Rioja2 para conocer algo más de este decreto y de la implantación del mismo.

“Estas medidas se limitan a las discotecas y salas de baile, es decir, que no es extensiva a lo que conocemos como pubs o bares, que son la mayor parte de los establecimientos en La Rioja, porque quizá ahí no ha habido nunca ningún problema serio y porque también hay que decir que tienen un aforo bastante escaso”. El aforo es una cuestión importante, comento con el director de Justicia, porque este decreto también va a limitar bastante las funciones de los porteros, que hasta ahora podían inmiscuirse sin ninguna ley que lo regulara en los asuntos concernientes al interior del local, “creo que es importante señalar que van a cumplir sólo funciones de admisión y control de acceso, en ningún caso deben extender su trabajo al interior del establecimiento, sobre todo en el supuesto que surjan problemas. Si hay un incidente y es necesario que estos señores actúen en el interior lo pueden hacer, para socorrer a personas y demás, pero en el caso de reducir o solventar un litigio ahí dentro, lo que deben hacer es llamar a la policía local o nacional”.

Sobre este tema, David, el portero, tiene también cosas que decir, “hay que verse en determinadas situaciones para saber de lo que estamos hablando. Si hay una pelea dentro y tenemos que esperar hasta que venga la policía ya me dirás, los causantes pueden provocar muchos más problemas si no actuamos a tiempo, ¿y si nos agreden a nosotros? Pues tampoco podemos hacer nada, al final somos nosotros los que tenemos las de perder”.

Me adentro un poco más a fondo en cómo y cuándo se van a dar las pruebas que determinen quién puede y quién no actuar de portero en la comunidad, pregunto a Miguel Ángel Sáinz, “estas pruebas van a se convocadas durante este verano, para el mes de julio, y creo que tanto el test psicotécnico como el curso formativo, que durará cinco o seis días, se darán a final de año, con el fin de que para navidades estén funcionando los porteros ya acreditados en las puertas”. Pero, ¿cuáles son los puntos fuertes en los que va a insistir este decreto? “El decreto trata sobre todo de limitar claramente cuáles son sus funciones, que son control de acceso, aforos y también un matiz, que creo que merece la pena destacar, es que cuando entremos en el curso, un curso que será necesario por supuesto asistir y luego superar una pequeña prueba que haremos al final, se van a tocar temas delicados como puede ser el tema de cumplimiento de horarios, el tema de la oferta de bebidas alcohólicas y de tabaco a menores, así como el acceso a menores a los locales”.

“Hay veces que menores”, comenta David, “intentan pasar con documentos falsos o de otra persona o tratando de engañarnos, igual algunos lo han conseguido, no te digo que no, pero en ese aspecto somos tajantes porque se nos puede caer el pelo tanto a nosotros como al dueño del local, y además ésos no son sitios para chavales, es increíble pero a veces rondan la puerta críos, porque son críos, con unos colocones que espantan”.

Es cierto que basta darse un paseo por el centro de la capital cualquier viernes o sábado por la tarde para comprobar y dar fe de esos colocones infantiles de los que habla David. Turbas de preadolescentes, botella de plástico en mano, inundan plazas y aceras, muchas cercanas a determinados locales, o parques donde el famoso botellón se lleva a cabo sin escrúpulo. Algunos, excitados, cometen barbaridades de las que fardar al día siguiente; otros ni se acordarán; algunas lloran con la sensibilidad a flor de piel por el despecho provocado por algún pueril amor, mientras amigas más serenas las consuelan y animan. A otras directamente las ayudan a vomitar, o las abofetean para que despierten de su letargo alcohólico. Todas las expectativas puestas en el inicio de la tarde ya no sirven de nada.

Vuelvo a hablar con Miguel Ángel Sáinz para que me explique qué expectativas de aceptación tendrá este nuevo decreto, “teniendo en cuenta la situación en la que estamos creemos que va a haber muchísima gente que se va a apuntar. Puede haber, mínimo, un centenar de personas o más. La primera parte de la prueba es un test psicológico que podrán eludir si disponen de titulación de seguridad privada que imparte el Ministerio del Interior, el curso, sin embargo, será de obligada asistencia y cumplimiento”.

“Yo creo”, dice David, “que con este decreto quieren también hacer algo de caja. Habrá que pagar tasas, clases particulares como han hecho en otros sitios… a mí no me va a afectar porque tengo el título de vigilante jurado, pero a la mayoría de compañeros sí. Aún así no veo mal que la situación se regule, porque hay cada uno por ahí que…

Esos puntos suspensivos que David remarca, dejando la ‘e’ final del ‘que’ reverberando en el aire, me dan pie a preguntar sobre el grado de verdad existente en la percepción de la participación de algunos de estos individuos en agrupaciones poco recomendables, “pues sí hay buenos piezas, sí, sobre todo gente del Este de Europa, no tienen cerebro, por su culpa se mancha la imagen de los que somos profesionales”.

“Yo el perfil de los controladores de acceso”, explica el director de Justicia, “creo que por fortuna está muy lejano de ese tipo de movimientos. Había oído hablar de ellos, pero no creo que tengamos un problema de ese tipo. El mejor control es el que ejerce el propio ciudadano, porque en la puerta tendrán que estar acreditados como tal, cualquier reclamación que se efectúe dará pie a que la policía local o nacional cuando se acerque a la puerta del establecimiento pueda requerir la identificación de estas personas”.

Miguel Ángel Sáinz también opina sobre la conflictividad del sector que, poco a poco, se va desmarcando de los prototipos hasta ahora habituales, “los problemas existen pero en La Rioja no creo que pase mucho, he leído y visto, los profesionales del sector dicen que están tranquilos porque es un trabajo cada día más demandado y en el que curiosamente ya comienza a haber personas con cierta preparación. La crisis y el paro son muy duros y ahora las personas buscan cualquier trabajo, aunque sea un poco duro como puede ser este”.

Porque, como hemos reflejado antes, la prueba psicotécnica es de especial importancia para pasar estas pruebas. En Madrid la mayoría de la gente que llegó con un suspenso a casa fue debido a fallar en esta modalidad, “aquí primero va el test psicológico y sólo los que lo pasen irán al curso práctico. La prueba que va a cerrar todo el proceso no va a ser una prueba de hincar codos, sino de reflexionar y, de alguna forma, responder con normalidad a situaciones reales. Pocos de ellos van a tirar de normativa en la puerta cuando pase algo, por lo que vamos ahí”, comenta el director de Justicia.

Miguel Ángel Sáinz me explica cómo el curso va a ahondar en situaciones reales, que reflejen todas las situaciones que pueden llegar a darse en la barrera que separa la calle de la fiesta, y en donde los porteros deben actuar, “el curso te aseguro que va a ser muy práctico, no queremos repartir unas normas y que se las estudien y las suelten, queremos ponerles delante de profesionales de la policía, funcionarios de la Comunidad Autónoma e incluso algunos hosteleros para recrear situaciones que se puedan dar en la puerta. Para ver qué se va a hacer y qué se puede hacer”.

El tratamiento a los clientes, como me comunica Miguel Ángel, va a ser también una pieza clave en el motor de estos cursos, “El tratamiento dispensado en las puertas a los clientes, que a las cuatro de la mañana no olvidemos se dan situaciones un tanto complejas, es donde tiene que mejorar sensiblemente. Y espero que mejore un poquito sobre todo el acceso de la gente a los establecimientos y los controles de aforos, aunque aquí en La Rioja también como consecuencia de la crisis, la gente sale menos”.

“Hombre, sí se ha notado algo la crisis”, me dice David, “igual ahora la gente sale sólo un día, o se pide sólo una copa o dos. O directamente llegan ya enchispados, ése es el problema, tú no sabes con qué situaciones nos toca a veces lidiar”, vuelve a repetirme.

Y yo le creo. Como dice Miguel Ángel García y David, a las cuatro de la mañana todo está muy alterado. Muy oscuro. Hasta el tipo más correcto puede pasearse a lomos de la fiera que lleva dentro, que además ruge que da miedo si está alimentada con licores varios. Todos lo hemos visto.

Ahora sólo queda esperar que el decreto funcione. Que sea para bien. Que salir a divertirse no incluya la latente probabilidad de llegar a casa con un ojo morado en el mejor de los casos, o con los pies por delante en el peor. Para eso todos tendríamos que poner de nuestra parte, suena difícil. De momento la parte que les toca a los controladores de accesos se va a convocar el mes que viene.

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