La biodiversidad en riesgo

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El 22 de mayo de cada año se celebra, desde su promulgación durante la Cumbre de la Tierra celebrada por Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992, el día Internacional de la Diversidad Biológica.

En Río, se reconoció la necesidad mundial de conciliar la preservación de la biodiversidad a lo largo del tiempo, con el progreso humano, atendiendo a la sostenibilidad presente en el Convenio internacional sobre la Diversidad Biológica aprobado en Nairobi ya en 1972.

La Asamblea General de las Naciones Unidas fijó el año 2010 como fecha tope para la consecución de los objetivos de dicho Convenio, denominando a partir de entonces a este año, Año Internacional de la Diversidad Biológica. Estos objetivos se resumen en la necesidad de “conservación de la biodiversidad, el uso sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa de los beneficios resultantes de la utilización de los recursos genéticos”.

Un mundo amenazado

La principal causa de pérdida de la biodiversidad, parece ser la transformación del espacio en campos de cultivo. De hecho, hasta el momento, entre el 20 y el 50% del área total, ha sido ya reconvertida. Pero ésta no es la única causa, la pérdida de la diversidad biológica está también íntimamente relacionada con la necesidad humana de sustento. Vemos que la sobreexplotación, el abuso del medio -tala indiscriminada, pesca sin control, etc.-, supone también una seria amenaza a la supervivencia de ecosistemas y especies.

La utilización en los campos de cultivo de un exceso de fertilizantes y las aguas residuales, traen aparejadas una preocupante acumulación de sustancias como el fósforo o el nitrógeno altamente contaminantes, que a su vez facilitan la aparición de algas, en ocasiones tóxicas y por lo tanto peligrosas para la salud. Pero el momento de evolución de estas algas que supone verdaderamente un peligro para la biodiversidad, es su descomposición. En dicho momento, éstas consumen grandes cantidades de oxígeno del agua, creando 'zonas muertas' a su alrededor, donde no pueden sobrevivir otras formas de vida. Entre 2006 y 2009, estas zonas muertas pasaron de 149 a 200.

Una medida eficaz para evitar que el número de zonas muertas siga aumentado en el futuro, sería establecer un riguroso control en relación al desarrollo de zonas urbanas costeras y de campos de cultivo.

Por su parte, el cambio climático, ya mundialmente considerado como un problema, previsiblemente se convertirá en las próximas décadas en una mayor amenaza para la biodiversidad de lo que lo es en este momento. De hecho, las fechas de floración y los patrones migratorios ya han sufrido cambios en todo el mundo. Concretamente en Europa, en los últimos cuarenta años, el comienzo de la estación de crecimiento se ha adelantado más de una semana.

Como sabemos, la movilidad involuntaria de las especies de su ecosistema a otros ajenos al suyo, causado por el transporte de plantas, animales y microorganismos por el ser humano, provoca a menudo serios daños a las especies autóctonas, debido a la competencia que entre ellas puede generarse por la alimentación y lugar de cobijo con las ajenas al medio. Esta movilidad de especies puede producir además, la posible propagación de enfermedades y cambios genéticos por la reproducción con especies autóctonas, lo que afectaría seriamente a la red trófica y al medio ambiente físico.

Por qué proteger la biodiversidad

Entendemos por 'biodiversidad' la gran variedad de seres vivos - plantas, animales y microorganismos- que habitan la Tierra, así como la forma en la que éstos están organizados. La situación actual en la que la diversidad biológica se encuentra, es fruto de la evolución de miles de años, y cada vez más, del impacto humano. El ser humano es parte de esta diversidad biológica. Depende de ella e incide en ella.

Actualmente, se han llegado a identificar 1,75 millones de especies. Sin embargo, es una realidad el hecho de quedan muchísimas por descubrir. Las estimaciones oscilan entre 3 y 100 millones.

Sin embargo, la diversidad biológica no se refiere sólo a la variedad de especies. En ella se incluyen las diferencias genéticas dentro de cada especie, así como la variedad de ecosistemas,dentro de cada cual, los seres vivos forman una comunidad e interactúan entre sí y con el medio.

La diversidad biológica no sólo ha hecho de éste un planeta habitable, sino que sirve de base a los sistemas productivos del ser humano además de suministrarnos alimento y energía.

La ONU destaca, entre los casi infinitos 'servicios' irremplazables que la naturaleza nos brinda; el control natural de las plagas, que protege nuestros cultivos, el suministro de combustible, de materiales de construcción y por lo tanto de vivienda, la natural purificación del aire y el agua, la destoxificación y descomposición de los desechos, la estabilización y moderación del clima de la Tierra, la moderación de las inundaciones, sequías, temperaturas extremas y fuerza del viento, la renovación de la fertilidad del suelo y el mantenimiento de los recursos genéticos como contribución fundamental a las variedades de cultivos y razas de animales, los medicamentos y otros productos, entre otros muchos.

Atendiendo a la dependencia del ser humano con la biodiversidad, y a las cifras que a continuación se exponen, vemos que la pérdida de la diversidad biológica es un problema serio que no puede ni debe pasar desapercibido: algunas especies están desapareciendo a una velocidad entre 50 y 100 veces superior a la que se consideraría natural.

Previsiblemente, este ritmo va a seguir creciendo. Si las cosas siguen así, si ciudadanos y gobiernos no atajan esta situación, entre 34.000 plantas y 5.200 especies animales, -incluyendo una de cada ocho especies de aves-, estarían en peligro de extinción. Si estos datos aún nos parecen lejanos respecto a nuestra realidad, observemos que aproximadamente el 30% de las razas de las especies más importantes de las granjas, corren actualmente un alto riesgo de extinción.

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