Apaga la luz, enciende tu conciencia

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Por Marcos Fernández.- En 2008 se sumaron a la iniciativa 370 ciudades de 35 países distintos. Hoy, 27 de marzo de 2010, son 3.400 localidades de 121 países de los cinco continentes. “La hora del planeta”, ha conseguido ganarse adeptos en muy pocos años. Una idea surgida en Francia por la asociación WWF, comprometida con la conservación de la Tierra y, en especial, la lucha contra el cambio climático.

Es posible que el fiasco de la Cumbre del Clima celebrada en Copenhague el pasado mes de diciembre haya sido uno de los mayores revulsivos para que más que nunca hoy todos apaguemos las luces durante una hora, de 20:30-21:30. Desde WWF se llama la atención sobre un acto que es más simbólico que efectivo. La asociación ecologista argumenta que “todos somos parte de la solución (y del problema)”. La cuestión se centra en que cada ciudadano, al margen de su origen, situación económica, social o actividad que realice en ese momento, pueda, y sobre todo quiera, sumarse a un acto tan sencillo como dar al interruptor y apagar la luz. Todos podemos: un gesto que da un respiro al planeta en un año de advertencia contra un cambio climático casi “irreversible”.

WWF pretende que su iniciativa sirva de ejemplo a los políticos para que tomen medidas efectivas de una vez por todas y se comprometan a cumplir con lo pactado en Kyoto: reducir las emisiones de carbono a la atmósfera que, poco a poco, están minando de forma alarmante el clima y por ende, amenazando la vida en el planeta.

Si en 2009 4.000 ciudades participaron de esta “hora”, WFF estima que en 2010 se bata un récord absoluto. De momento, Australia y Nueva Zelanda han dado el pistoletazo de salida. Edificios emblemáticos de ciudades como Sidney han quedado a media luz. El parlamento de las Antípodas, con sede en Camberra, también se quedó a oscuras a la hora acordada por vez primera en este 2010. Sus vecinos neozelandeses apagaron el país a la misma hora. El “switch off” se ha plasmado en el parlamento de Wellington y en el rascacielos más alto del país, la skytower.

Conforme ha ido avanzado el día más países y nuevas ciudades apagan sus luces extendiéndose el movimiento solidario a todo el planeta. En pocas horas llegará a Europa, cuna de este movimiento. El Coliseo, El Partenón o la Torre Eiffel se quedarán a oscuras. Francia fue hace cinco años quien tomó esta popular iniciativa a propuesta de WWF-France. Tanto éxito ha tenido que incluso este año la base Scott de la Antártida se ha sumado al apagón, un gesto de miles de millones de personas que está convirtiéndose en “una acción global”, una llamada de atención de que “si todos queremos, podemos”, defienden desde la asociación ecologista.

Pero además este año las redes sociales juegan un papel relevante en “la hora del planeta.” Facebook ha congregado un millón de seguidores y Twiter igualmente se ha ganado miles de adeptos. Gracias al mundo virtual esta iniciativa se ha propagado como la pólvora y ha llegado a más personas y rincones del planeta que nunca. El boca a boca de las redes sociales se ha convertido en todo un fenómeno que hoy ha contribuido a que sean pocos los que no han visto ya en youtube.com el vídeo oficial de esta campaña social y universal contra el cambio climático.

En España, a las 20:30 numerosas ciudades se sumarán al acto simbólico. Millones de personas desconectaran electrodomésticos y aparatos electrónicos, apagarán sus luces y esperaran una hora para retomar sus actividades. Horas antes el madrileño parque del Retiro se dará el pistoletazo de salida con un acto al que seguirá una carrera popular, que terminará en la Puerta de Alcalá. En este emblemático lugar se va a leer un comunicado. El final del mismo coincidirá con el inicio del apagón.

Barcelona, Sevilla, Soria, Granada, Guadalajara y un sinfín de capitales de provincia y otras localidades pondrán fin a “la hora del planeta” con actividades lúdicas y conciertos. Greenpeace también confía en superar las 200 participaciones de 2009.

Es la hora de dar un respiro al planeta, de tomar conciencia de que un gesto tan sencillo como desconectar o apagar puede suponer a largo plazo que podamos seguir haciendo nuestra vida cotidiana en un planeta sostenible. Crear hábitos de consumo energético saludable es prolongar la vida de la Tierra, que al fin y al cabo es la misma casa para todos.

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