El Sevilla acaba con la fortaleza de Son Moix

Europa Press

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El Sevilla finalizó con la sensacional racha del Real Mallorca como local y firmó una victoria de entidad (1-3) en el Ono Son Moix, lo que permite al conjunto andaluz acumular méritos por la tercera plaza, en uno de los partidos más destacados de la vigésimo tercera jornada de la Liga BBVA.

El conjunto que dirige Manolo Jiménez, a un punto del Valencia, tiró de casta y supo sobreponerse a los escollos que le fueron apareciendo durante el partido. El primero fue el gol de Mario Suárez a los cinco minutos, y el segundo, la rigurosa expulsión de Álvaro Negredo antes de alcanzar la media hora del duelo. Esto cayó como una losa en el cuadro hispalense, que apenas tenía recursos para frenar a los bermellones. Sin embargo, Jiménez volvió a mover los hilos e introdujo a Luis Fabiano en detrimento de Renato, consciente de la importancia de los tres puntos y de la imposibilidad de dejar escapar --otra vez-- el tren.

Para aquél entonces, Jesús Navas había coloreado el horizonte seviillista con un gol de bandera. El de Los Palacios no deja de enviar mensajes al seleccionador nacional español, con el objetivo de ser un fijo en el próximo Mundial. El mejor jugador del choque batió tras quebrar a Aouate y estableció la igualada. A partir de ahí, los de Gregorio Manzano --que no había recibido a ningún grande en su feudo-- no aprovecharon la oportunidad en el segundo acto y dejaron hacer al equipo sevillano, cómodo con el balón en los pies y por la igualdad de condiciones. Teixeira Vitienes compensó la balanza con la expulsión de Ramis.

Navas se echó el equipo a la espalda y esbozó con maestría las líneas básicas a seguir para imponerse a domicilio a un rival tan trabajado como el Mallorca. No obstante, el segundo tanto visitante llegó por mediación del balón parado. Ivica Dragutinovic sacó una falta escorada y el portero israelí del Mallorca no pudo evitar que se colara por la escuadra. Fue entonces cuando el '7' de los blanquirrojos sirvió en bandeja a Perotti el tercero y otorgó coherencia en la medular. El camerunés Webó lo intentó de todas las formas, pero sin éxito alguno. Estaba claro que este gol del ariete argentino tranquilizó el corazón de Jiménez, sirvió para acallar críticas a su trabajo y, sobre todo, para finiquitar la solvencia insular al calor de su afición.

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