La cara y la cruz de la libertad religiosa en las aulas

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En 1970 la fotografía del Generalísimo Francisco Franco estaba acompañada por un cruz católica. Ambas estaban situadas en la parte superior de la pizarra y guardaban el silencio de la clase. Años después, con la llegada de la democracia, en las aulas de centros públicos riojanos despareció la cara de Franco y fue sustituida por la del Rey Don Juan Carlos sólo o acompañado por la Reina Doña Sofía. Sin embargo, el crucifijo siguió allí, durante muchos años.

La religión católica sigue estando muy presente en los ritos y la educación. Y no sólo en los centros religiosos confesionales y católicos a los que asisten muchos niños de España y de La Rioja, también en los públicos. Aunque es casi residual la presencia de símbolos religiosos en las aulas públicas, la cada vez más diversa y cambiante sociedad española ha animado al Congreso de los Diputados a aprobar una iniciativa el pasado 2 de diciembre que aboga por impulsar una Ley de Libertad Religiosa que contemple la actual situación social y la pluralidad de religiones, credos y doctrinas de los nuevos alumnos, hijos, en ocasiones, de la inmigración.

Tanto es así, que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha obligado a un centro público de Valladolid, el C.P. Macías Picavea, a retirar los crucifijos que todavía permanecían en las paredes de sus aulas. Esta decisión viene motivada por la solicitud de unos padres cuyo hijo acudía a ese centro y que se basa en la sentencia dictada por el Tribunal de Estrasburgo en la que se asegura que la presencia de símbolos religiosos en las clases supone una violación de los derechos de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones.

La polémica está servida: cruces sí, cruces no en centros públicos. Requerido por esta cuestión, el consejero de Educación del Gobierno de La Rioja, Luis Alegre, aseguraba que corresponde a los padres la decisión de mantener o no los crucifijos en las paredes de los centros públicos.

La Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de La Rioja (FAPA) asegura que la educación pública debe ser laica y que por tanto están de acuerdo con la retirada de cualquier símbolo religioso en las aulas riojanas. Por su parte, la Federación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos de La Rioja (CONCAPA-RIOJA), insisten en que no existe todavía ninguna norma aprobada por le Gobierno ni por el Parlamento que obligue a quitar los crucifijos y que, por tanto, no hay una vinculación jurídica. Carmen Castells, presidenta de CONCAPA, asegura que los símbolos religiosos forman parte de nuestro patrimonio cultural y “¿qué vamos a hacer con la inmensidad de obras de arte religiosas que hay en nuestros museos, las quitamos también?.

Gene Palacios,

presidenta de FAPA, afirma que no hay constancia de que existan crucifijos en centros públicos de La Rioja ni tampoco han llegado a la asociación padres quejándose de ello y expresando su deseo de que fueran retirados. “Pero abogamos por la retirada de las cruces, estamos de acuerdo con esta iniciativa” asegura Palacios, al tiempo que Castells incide en que “en los centros públicos no pedimos crucifijos, pero tampoco estamos a favor de que retiren los que ya están. Además los centros tanto públicos como privados tienen el derecho constitucional a definir su ideario y ni el Gobierno ni el Parlamento de lo pueden negar”.

RESPUESTAS A ALEGRE

Sobre las declaraciones que ha realizado el consejero Alegre anteriormente citadas, Palacios se ha mostrado sorprendida. “Me sorprende que el consejero deja a criterio de los padres está situación cuando el resto de cuestiones la decide la administración sin contar con nosotros. Queremos participar en todas decisiones, entendemos que hay asuntos que atañen bien a la Consejería, bien a los profesores, pero por lo menos que nos informen. Y este en particular debe nacer del consenso de toda la comunidad educativa”.

Por su parte, Castells cree que “lo primero que ha de tenerse en cuenta es la voluntad de las familias, como primeras y principales responsables de la educación de sus hijos y como únicas que pueden elegir la orientación moral, religiosa o filosófica de la misma” y termina recordando que existen problemas muy serios en educación como el fracaso escolar o los límites de elección de centro de los que no se habla y teme, por tanto, de todo esto sea “una cortina de humo”.

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