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Los ojos y las mariposas

Agencias

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“El único signo de superioridad que conozco es la bondad” L.v. Beethoven

Hace 39 años, las Mariposas de Ojo de Agua, fueron asesinadas a palos. Esa fue la única manera en que los agentes de Trujillo consiguieron apagar su aleteo y sus gritos por la libertad.Después, en 1981, y en honor a estas tres activistas políticas dominicanas, el 25 de noviembre se proclamó como Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Con lo que su asesinato no consiguió extinguir del todo la reverberación de sus voces, que llega hasta nuestros días de dos maneras.La primera, bajo la forma de la brutalidad con la que nos siguen aplastando los datos que día a día van enunciando los medios de comunicación: una gota, otra gota, y otra más; una víctima, otra víctima, y otra más. La realidad, en bloque, una lista sin rostros, incomprensible.La realidad nos cuenta que la violencia contra las mujeres sigue siendo la violación más habitual contra los derechos humanos en todo el mundo. La más habitual, sí, pero también la más oculta y la más impune. La más impune porque parte de una violencia socialmente aceptada e incluso justificada como una necesidad para mantener el orden patriarcalmente correcto, único y omnipresente.La más oculta porque a veces aparece bajo formas muy obvias y fácilmente detectables, pero otras, viene disfrazada de productos cosméticos milagrosos, canciones, cuentos o miradas que te hacen sentir incómoda en el metro, simplemente, porque ese día, te apetecía ponerte falda.La violencia siempre es caótica, crea confusión y crea rechazo. Siempre ha sido la innombrable. Pero desde hace ya unos años, se le ha puesto nombre, y eso nos ha permitido hacerla visible, reconocerla. Es decir, hacer que existiera fuera de los muros del infierno de una casa, ponerle cara, y sobre todo mirarle a los ojos, y decir: “ Aquí estoy yo”. Y esa es la segunda forma en la que las voces de las Mariposas de Ojo de Agua se acercan hasta nuestros días: bajo la fuerza de seguir luchando para eliminar y erradicar cualquier tipo de violencia contra las niñas y las mujeres.Transformar los gélidos tentáculos de la violencia. Derretirlos con el calor de nuestras voces y nuestras manos. Tejer; con el hilo del respeto, el cariño y el reconocimiento de la otra como una persona valiosa, única e irrepetible; una red, una inmensa red de afectos.Este ha sido, es y será siempre el objetivo de la Asociación para la Convivencia Aspacia: ofrecer un servicio integral para la prevención y el tratamiento de la violencia de género, intrafamiliar e interpersonal; catalizando las voces del silencio hacia un nuevo discurso de igualdad, afecto y convivencia.

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