¿Qué pasará en 2050?

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¿Cómo se podrá alimentar el mundo en el año 2050? ¿Habrá alimentos suficientes para toda la población? La organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se ha hecho estas mismas preguntas y ha buscado para ellas una respuesta. Según este organismo de la ONU para poder alimentar a la población mundial, la cual calcula que crecería en 2.300 millones de personas, sería necesario aumentar la producción alimentaria en un 70%.

Es decir, doblar la producción, doblar los esfuerzos productivos, sería insuficiente para que en el año 2050 no hubiera nadie hambriento. Además, la FAO señala que este aumento en la producción alimentaria tendrá que venir acompañado por una constante lucha contra el hambre y la pobreza, un uso racional de los escasos recursos naturales y la adaptación a las medidas tomadas para combatir el cambio climático.

Naciones Unidas pronostica un aumento de la población mundial de un 33%, lo que supondría pasar de los 6.800 millones de personas que en la actualidad habitan en la Tierra a 9.100 millones que lo harían en 2050. Según esta hipótesis, el mayor crecimiento poblacional lo experimentarían los países que en estos momentos se encuentran en vías de desarrollo, especialmente, en los Estados del África subsahariana, donde el aumento de población rondará el 108%.

A la vista de estos datos, la FAO estima que la demanda de alimentos seguirá elevándose, pero que no lo hará al mismo ritmo que lo hace la producción agrícola. Por ejemplo, la FAO calcula que la demanda de cereales alcanzará los 3.000 millones de toneladas en 2050. Sin embargo, el organismo de Naciones Unidas estima que la producción anual de cereales tendrá que crecer en casi 1 000 millones de toneladas (hoy es de 2 100 millones) y la producción de carne en más de 200 millones de toneladas, para alcanzar tan sólo los 470 millones en 2050.

Otro reto que se tendrá que afrontar es el del consumo de agua. Según la FAO, el consumo de agua para la agricultura de regadío está previsto que crezca a un ritmo menor debido a la disminución de la demanda y a un uso más eficiente del agua, pero aún así se incrementará en cerca del 11% para 2050.

En el caso del agua, el mayor problema no se presentará por falta de recursos, sino, como sucede en la actualidad, por el mal reparto que se hace de ellos. “Los recursos de agua dulce son suficientes, pero están distribuidos de una forma muy desigual y la escasez de agua alcanzará niveles alarmantes en un número creciente de países o regiones dentro de esos países, en particular en Oriente medio, el Norte de África y Asia meridional”, afirma la FAO.

El desafío es este: utilizar menos agua pero producir un 70% más de alimentos. Algo nada fácil si se tiene en cuenta la advertencia que hace la FAO sobre la escasez de agua, la cual “podría agravarse por los cambios en el régimen de lluvias resultantes del cambio climático”.

Por otro lado, para hacer frente a esta batalla contra el hambre mundial se tendrá que ampliar la tierra cultivable en una superficie de 120 millones de hectáreas en los países en desarrollo, sobre todo, en África subsahariana y América Latina. Según la FAO “a nivel mundial existe todavía suficiente tierra disponible para alimentar a la futura población mundial”, pero el organismo advierte que esto no será tarea fácil. “Gran parte de la tierra que hoy permanece inutilizada sufre de limitaciones químicas y físicas, enfermedades endémicas y falta de infraestructuras que no pueden solucionarse fácilmente. Por lo tanto se necesitarían importantes inversiones para ponerlas en producción”, afirman desde la FAO.

Optimismo

A pesar de la dificultad que presentan estos retos, la organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación se muestra optimista ante la posibilidad de aumentar un 70% la producción alimentaria. “La FAO es moderadamente optimista sobre el potencial del planeta para alimentarse a sí mismo en 2050”, ha asegurado el director adjunto de la FAO Hafez Ghanem. Sin embargo el representante del organismo cree que poder alimentar a toda la población mundial no se producirá de forma automática.

Ghanem ha reclamado un marco socioeconómico adecuado para hacer frente a los desequilibrios y desigualdades, para garantizar el acceso universal a los alimentos, y para que la producción alimentaria se realice de tal manera que se reduzca la pobreza. Todo ello teniendo siempre en cuenta las limitaciones de los recursos naturales y las medidas para combatir el cambio climático.

Si la comunidad internacional logra superar estos retos, se evitará que en 2050 cerca de 370 millones de personas puedan seguir sufriendo hambre, una cifra que ronda el 5% de la población de los países en vías de desarrollo.

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