La ayuda humanitaria que no llega

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El último desplazamiento de 200 familias congoleñas hace que el número de personas que este año han abandonado sus hogares en el noroeste de la República Democrática del Congo llegue a más de 105.000. La provincia de Ituri se ha convertido en el escenario de constantes ataques del grupo rebelde armado del Frente de Resistencia Patriótica en Ituri/Frente Popular para la Justicia en Congo (FRPI/FPJC).

Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), la violencia que reina especialmente en esta zona ha empeorado la situación humanitaria, ya que es imposible hacer llegar la ayuda humanitaria a las poblaciones afectadas entre tanto caos.

El alto oficial de OCHA Jean-Charles Dupin ha declarado que “zonas al sur de Aveba, Boga, Bukiringi, Kamachi y Zunguluka se encuentran prácticamente inaccesibles debido a la inseguridad”. “Cualquier intervención humanitaria pondría en peligro a los beneficiarios, que suelen ser atacados tras recibir estos envíos”, recuerda Dupin.

Por otro lado, el representante de OCHA ha señalado la dura situación que viven las organizaciones humanitarias desplazadas a la zona, “las ONG se han visto obligadas a abandonar la ciudad de Gety hasta en cuatro ocasiones durante los dos últimos meses. Durante el día, los desplazados regresan a sus cultivos para buscar comida, pero por la noche regresan a su lugar de desplazamiento”.

El último informe de OCHA actualizado al 16 de septiembre indica que cerca de 200 familias han huido de la localidad de Mandibe, a nueve kilómetros al sur de Irumu, tras un ataque de las milicias. Estas familias buscan refugio actualmente en Komanda, a 75 kilómetros al sur de Bunia.

Además, recientemente, varios soldados del Ejército de la República Democrática del Congo han expulsado a varios residentes de la vecina Gety, en represalia por el asesinato de un compañero durante una redada contra el FRPI/FPJC en la localidad de Munobi. Los soldados arrestaron a tres líderes locales, según las autoridades.

Las poblaciones afectadas se encuentran en una situación difícil. Por un lado, temen las represalias de la milicia; por otro lado, también están asustados de los soldados, quienes les acusan de colaborar con las milicias. De esta forma, según fuentes locales, los comerciantes locales están comenzando a pensar en defenderse ellos mismos de ambos grupos, cada vez más difíciles de distinguir.

Por su parte, Naciones Unidas ha mandado un contingente de la Misión de Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC) al sur de Ituri para repeler cualquier ataque miliciano, aunque por ahora sus operaciones se encuentran detenidas a la espera de que los políticos locales arreglen una solución negociada, según el portavoz de la MONUC, coronel Jean Paul Dietrich.

El comandante militar en Ituri, Eugene Walungu, ha afirmado que no tiene constancia de “recientes ataques de las milicias”, aunque se sabe que “han tenido lugar redadas para robar y saquear los bienes de la población”. Sin embargo, el comandante Walungu atribuye estos crímenes a “ladrones armados”.

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