La 'castración química' podría suministrarse a cuatro presos catalanes

Agencias

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El tratamiento farmacológico para inhibir los impulsos sexuales de los delincuentes con alto riesgo de reincidencia podría aplicarse a unos cuatro presos de cárceles catalanas cada año, según los cálculos de la Consejeria de Justicia de Cataluña. No obstante, el primer preso que siga este tratamiento no saldrá en libertad hasta dentro de unos dos años.

La consejera, Montserrat Tura, presentó este viernes el protocolo para aplicar la conocida como 'castración química' y que los expertos denominan tratamiento farmacológico coadyuvante en la intervención de los delincuentes sexuales. Se trata de un sistema pionero en España y que no supondrá ningún beneficio penitenciario para los presos tratados.

El tratamiento siempre será voluntario, ya que es imprescindible la colaboración del preso, que seguirá también un tratamiento psicológico, para que los medicamentos tengan el efecto deseado y para que el interno no consuma medicamentos con propiedades contrarias.

El tratamiento sólo se aplicará a los delincuentes sexuales más peligrosos y con mayor riesgo de reincidencia, como los pedófilos, los sádicos sexuales, los agresores sexuales en serie y los que sufren trastornos sádicos de la personalidad.

Si se les considera dentro de estos parámetros y ellos muestran predisposición, se decidirá su participación tres años antes de cumplir las tres cuartas partes de la pena.

Entonces empezarán el programa de tratamiento de delincuentes sexuales, el 'Sexual Agressor Control' (SAC), que tiene dos niveles. Cuando terminen el primer nivel, serán trasladados a la prisión de Brians 1, en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona), donde se aplicará desde un inicio el protocolo. Las cárceles de Figueres (Girona), Lleida y Tarragona lo podrían aplicar dentro de dos años.

Allí realizarán el segundo nivel del SAC. Si lo terminan bien, pueden optar al tratamiento farmacológico. Siete meses antes de realizar su primera salida del centro, con permisos o salidas programadas, se le realizará una exhaustiva revisión médica, para que no sea incompatible el tratamiento con otros que siga el interno o con otras patologías.

Si se considera que el preso cumple todos los requisitos, empezará el tratamiento cuatro meses antes de tener sus primeros permisos y lo alargará todo el tiempo que sea necesario y siga queriendo realizarlo. De hecho, probablemente muchos lo seguirán una vez cumplida toda la pena e incluso después, ya que se trata de patologías crónicas.

Los expertos, basándose en la experiencia de países como Bélgica y Suiza, consideran que la reincidencia bajará, aunque Tura recordó que no se podrá eliminar “al 100%”.

Los medicamentos son psicoactivos, como la fluoxetina (conocida bajo el nombre comercial de Prozac), habitual en tratamientos psiquiátricos, e inhibidores hormonales como la triptolerina o la leuprolerina, que también se usan para luchar contra el cáncer de próstata y la pubertad precoz. En el caso de la supresión hormonal, el tratamiento es reversible y persiguen disminuir la líbido.

La consellera Tura recordó que esta medida, largamente debatida, surgió de una de las principales conclusiones de la llamada Comisión Mena, dirigida por el ex fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, para estudiar medidas de prevención en la reincidencia de delitos graves. Creada en julio de 2007, en 2008 hizo públicas una decena de propuestas, entre las que se encontraba la presentada ante el propio Mena.

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