“Isla de basura”

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La “isla de la basura” fue descubierta en 1997 por el oceanógrafo Charles Moore, que se adentró en una ruta poco transitada por marineros por la alta presión las numerosas corrientes. Ya hace más de diez años del hallazgo, pero nadie ha hecho nada por eliminarlo.

El proyecto Kaisei surgió para hacer frente al problema de la existencia de esta masa de deshechos en medio del océano, comprende un grupo de científicos y ambientalistas que zarparon desde California, a principios de agosto de este año, en busca de la gran circunferencia de más de seis toneladas de desechos plásticos que flota en las aguas del norte del Pacífico.

Doug Woodring, el líder del proyecto Kaisei, que investiga el gran vertedero de basura oceánico, explica que “el problema principal es que está en aguas internacionales. No es parte de rutas comerciales, no está bajo ninguna jurisdicción y el público no sabe de su existencia”. Además, la desintegración paulatina del plástico en partículas microscópicas, hace que este parche sea casi imposible de localizar mediante satélite.

El equipo del Kaisei ha estudiado la profundidad de la “enorme bola” , así como la toxicidad de sus componentes, su efecto sobre los peces y su introducción en la cadena alimentaria. Woodring asegura que los peces pequeños confunden las partículas plásticas con alimento. “Muchos mueren, pero otros sobreviven y cuando son ingeridos por animales más grandes entran a formar parte de la cadena alimentaria”.

Según el líder de la expedición, en esta primera toma de contacto, no tratarán de traer la basura de vuelta a la costa, afirman que, de momento, “la idea es primero analizar de qué se trata y entonces podremos discutir la mejor manera de lidiar con ella”.Una alternativa posible sería “transformar la basura en combustible diesel”, según los planteamientos de los miembros de proyecto Kaisei.

Sin embargo, la tarea no es fácil. Se calcula que el 70% de los desperdicios se hunden al fondo del océano, de modo que, de recuperarse, sólo podría ser lo que aún flota. Por otra parte, según explica Doug Woodring, es difícil atrapar la basura sin capturar criaturas marinas. Por ese motivo, “se necesitará muchos esfuerzo e innovación, pero tenemos confianza en que hallaremos soluciones”.

La gran masa de plástico no está sólo compuesta de partículas pequeñas o microscópicas. Los investigadores de Kaisei afirman que vieron envases de detergente no degradable o cubos. Con el tiempo, los rayos ultravioleta terminarán degradándolo hasta convertirlo en trozos minúsculos.

Todo ello proviene de la basura generada en los continentes que va a parar a ríos y costas, desde donde es empujada por los vientos y las corrientes hasta el remolino del Pacífico Norte. Esta zona se caracteriza por su sistema de alta presión con poco viento, por lo que una vez que las corrientes arrastran hasta allí los desperdicios no pueden escapar.

Pese a todo, el equipo del proyecto Kaisei opina que aún no es tarde para remediarlo. “Los seres humanos creamos este problema, y podemos rectificarlo”. Woodring apuesta por las nuevas formas de reciclaje y los productos alternativos al plástico para evitar seguir “alimentando” a la enorme isla de basura.

Según sus cálculos, el 95% del plástico utilizado en el mundo no se recicla. Y sin embargo, sólo tenemos un océano, recuerda: “es nuestro océano y es hora de que apreciemos su importancia en nuestra vida diaria, en lugar de extraer de él lo que nos hace falta y agregarle nuestra basura”.

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