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Para esta experta, el porcentaje de amas de casa que pueden sufrir este síndrome es similar al del resto de trabajadores, en torno a un 40 por ciento, con la diferencia de que “la vuelta es más dura y la pueden sufrir de forma mas acentuada porque tienen menos factores de protección” para combatirla.

En un trabajo la vuelta puede resultar más llevadera si se cuenta con factores de protección como los compañeros de trabajo, con los que puede haber una buena relación. Sin embargo, después de haber pasado unos días o semanas con la familia “ellas llegan a casa y eso es todo lo que hay”, afirma.

También sucede lo mismo si durante el verano han recibido visitas de familiares a quienes no suelen ver, o por el mero hecho de haber tenido en casa durante más tiempo al resto de miembros de la casa, marido o hijos, por estar de vacaciones.

De este modo, la tristeza, pérdida de ilusión, nostalgia, irritabilidad e incluso problemas de sueño o insomnio, síntomas propios del síndrome postvacacional se pueden presentar de forma más intensa y, al mismo tiempo, también aumentan los factores de riesgo para asociarlo con otras patologías, como depresión o trastorno de ansiedad, por “la soledad o la falta de tiempo para ellas mismas”.

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