¿Elecciones libres?

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Desde el año 2001, Afganistán ha vivido inmerso en una auténtica pesadilla. La guerra y la violencia se han instaurado en sus calles, a pesar de que, desde las primeras elecciones de 2004, se ha querido dar una imagen de país democrático y en vías de desarrollo. Los enfrentamientos entre los grupos talibán y las fuerzas internacionales enviadas por Estados Unidos y la OTAN dejan un desalentador balance de muertos que no parece disminuir.

Afganistán posee una tasa de alfabetización de adultos, según el último informe de desarrollo humano de Naciones Unidas, de un 28%, una de las más bajas de todo el mundo.

Una población sin alfabetizar es uno de los mayores problemas que puede tener un Estado que quiera dirigirse hacia una verdadera democracia. Este dato hace preguntarse cuántos de los 17 millones de afganos registrados para votar sabe leer lo que pone en su papeleta y a quién da el voto.

Por otro lado, esta falta de información no se ve suplida por los medios audiovisuales, quienes podrían comunicar a los afganos y afganas la realidad que vive su país y las diversas opciones con las que cuentan a la hora de acudir a las urnas. El presidente saliente, Hamid Karzai, prohibió a todos los medios de comunicación nacionales y extranjeros dar información sobre atentados y actos de violencia que pudieran favorecer la abstención, amenazando con la expulsión a quien incumpla esta orden. ¿Es esto la libertad de expresión con la que cuenta una Estado libre y democrático?

Además de este desconocimiento por parte de la población afgana, hay que tener en cuenta la importante amenaza de ataques violentos por parte de los grupos talibán. El boicot que los talibán han declarado a las segundas elecciones presidenciales y regionales podría contar con al menos 20 terroristas suicidas que sembrarían el caos en Kabul. Acudir a alguno de los más de 6.500 centros de voto se convierte así en una auténtica odisea en la que se puede perder la vida.

De hecho, durante las primeras horas de los comicios ya se han registrado varios ataques en las ciudades del este y el sur del país. Las autoridades de Afganistán son conscientes de este problema y han puesto todas las medidas a su alcance para evitar estos atentados: controles policiales, muros de cemento, alambradas... Los candidatos animan a ir a votar a sus electores, sin embargo no descartan que se produzca algún ataque. “Esperamos que no haya más problemas de los debidos. Nos hemos esforzado mucho para llevar a cabo el proceso y la gente de Afganistán se lo merece”, afirmó el portavoz de la Comisión Electoral, Noor Mohammad Noor, a la agencia EFE.

El voto femenino

Un problema más que impide que las actuales elecciones de Afganistán sean consideradas como libres es la desigualdad en la que vive la mujer afgana en el país. El sistema electoral afgano ha adoptado la votación por sufragio universal directo, esto significa que las mujeres mayores de edad pueden acudir a las urnas para elegir a su candidato. Sin embargo, la realidad es que varias ONG y diplomáticos han denunciado que la participación femenina peligra por los graves problemas de seguridad, las denuncias de fraude y la ausencia de personal electoral femenino suficiente.

Este reconocimiento de derecho sobre el papel tampoco se ve en los propios candidatos presidenciales. Ninguno ha estado acompañado por su mujer durante la campaña electoral, un hecho que ha sido criticado por algunas de las diputadas del Parlamento afgano que acusan a los candidatos de anunciar la igualdad como parte de su programa electoral, pero que en sus casas realizan todo lo contrario, marginando a sus esposas.

Sin embargo, hay que reconocer que esta hipotética igualdad que persigue la mujer afgana se ha alcanzado en cierta medida al presentarse dos mujeres como candidatas a la presidencia del país. De las dos, Frozan Fana es la que mayores posibilidades tiene. Fana es una cirujana de 40 años que estuvo exiliada en Europa durante algunos años. Su marido fue ministro del gobierno del actual presidente, Karzai, hasta que fue asesinado. Su apuesta electoral más fuerte es dialogar con los talibán para que estos depongan las armas.

Por último las sospechas de fraude también planean sobre estas elecciones.

La compra de votos y la falsificación masiva de tarjetas de registro pueden ser los métodos que hagan que los resultados de los comicios no sean fieles a los deseos de los afganos que hayan podido acudir a votar, pues las malas comunicaciones que existen en Afganistán son seguramente una complicación más para estas elecciones.

Con estas condiciones parece ridículo hablar de unas elecciones libres en Afganistán.

Los principales sondeos dan como ganador al actual presidente, Hamid Karzai. Sin embargo, lo más preocupante no será quién gana o quién pierde, sino que éstas son las circunstancias que rodean cada día a millones de afganos y afganas, cuya mayor preocupación es sobrevivir.

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