El retablo mayor de Grávalos vuelve a brillar

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Hace un mes y medio, los feligreses que se acercaban a comulgar al altar de la iglesia de Grávalos apenas distinguían los colores de las figuras que adornaban el retablo mayor. El humo y la cera de los cirios –antiguamente eran los únicos instrumentos para alumbrar el templo antes de que llegara la luz eléctrica- habían cubierto de una capa oscura una obra de arte del siglo XVII.

Después de muchas horas de trabajo, dedicación y esmero, el retablo mayor de esta localidad de La Rioja Baja luce como antaño y más, si cabe. Y todo gracias a la rehabilitación y restauración de todo el retablo y a las manos expertas de Laura Marquínez y Cristina del Castillo. Estas dos restauradoras pertenecientes al Estudio de Arte José Luis Birigay conocen cada detalle del retablo, sus entresijos, misterios y sobre todos, sus colores. Se han encargado de hacerlos brillar de nuevo tras siglos de oscuridad.

Cristina y Laura se pusieron manos a la obra hace unas ocho semanas. Se involucraron de tal manera que incluso fijaron su residencia en el pueblo durante el tiempo que les ocupó el trabajo. “No es algo usual” confiesa Cristina durante el breve descanso para almorzar que se permiten, guarecidas ambas a la sombra de los árboles que protegen la iglesia, “aunque se intenta no desmontar los retablos, a veces trasladamos las piezas al taller para tratarlas”. En esta ocasión, los 79 kilómetros que separan Grávalos de Logroño, donde se ubica el taller, han motivado que fijen temporalmente su residencia en el pueblo.

Cuando llegaron a la iglesia de la localidad riojabajeña se encontraron con un retablo mayor finalizado en 1697. Las diferentes partes del retablo fueron contratadas en noviembre de 1685 por Francisco de San Juan y Velasco y fueron realizadas por entero en Tudela (Navarra) y fueron transportadas en piezas hasta Grávalos por carretas tiradas por bueyes, según reza en la Hoja del Arciprestado del Alhama.

En 1688 quedaron ensamblados todos sus componentes después de recibirse el sagrario. La policromía fue realizada en tres fases ya que no había dinero suficiente. Y fueron hasta tres artistas los encargados de realizarla: Diego Pérez de Manrique doraba el sagrario-relicario, Nicolás Lázaro, una parte importante del alzado y junto con Manuel García Varela se concluía la policromía de las columnas.

El retablo está articulado en un Banco con sagrario y dos relieves con escenas de la Anunciación y Sagrada Familia, un cuerpo con tres calles planteado con seis columnas salomónicas con emparrados. El centro lo ocupa la imagen de la Virgen de la Antigua del siglo XIV y los laterales están ocupados con figuras de bulto redondo de la Virgen y San Juan.

La originalidad radica en que al disponerse la calle central en un plano más protuberante, los juegos de luces y sombras provocados por el ventanal adyacente prefiguran una volumetría de gran impacto estético.

PROCESO DE RESTAURACIÓN

Los trabajos de restauración comenzaron con tomar fotografías del retablo para analizar la obra . Tras esto, se realizaron catas de limpieza tanto en la estructura del retablo como en las diferentes partes según las policromías.

Con todo esto se decide qué tipo de tratamiento se ha de utilizar. En este caso, se constató que los colores y algunas formas habían desaparecido tras varias capas de cera y humo proveniente de los cirios y las velas. “Tenemos constancia de que se intentó una pequeña restauración por parte de uno de los párrocos” aseguran las restauradoras, aunque no fue suficiente.

Otra de las tareas de gran importancia fue la desinfección de la madera. Más tarde, se procede a la reconstrucción de volúmenes, comprobar si falta alguna pieza y decidir qué hacer en ese caso. Existen dos opciones: o bien se renueva la pieza entera o se reemplaza tomando de modelo las continúas repeticiones de forma y dibujo que existen en el retablo. El siguiente paso es la reintegración cromática y por último se procede a la protección general de la obra.

“La parte más complicada ha sido la de las columnas” asegura Laura, “ya que tiene un talle muy delicado y ha sido restaurado anteriormente por lo que también tuvimos que proceder a limpiarlo”.

Ha sido un trabajo concienzudo y que ha necesitado de muchas horas, más de las que habitualmente dedican al día estas dos restauradoras. De hecho, tenían tres meses de plazo para concluir la restauración y sin embargo la han terminado en la mitad de tiempo.

El retablo será inaugurado el próximo 8 de septiembre, festividad de la Virgen de la Antigua con la actuación del Orfeón de Logroño prevista para dos días antes. Su restauración ha sido posible gracias a la Fundación Caja Rioja y a las negociaciones que se llevaron a cabo hace unos meses desde el Ayuntamiento con los representantes de la Fundación. “Propusimos a su presidente, Arturo Colina, que colaborara en el proyecto y así lo hizo, además financiándolo al cien por cien” asegura el alcalde de Grávalos, Jorge Abad.

El primer edil de la localidad afirma que el proyecto representa una obra de “gran importancia, una recuperación espectacular”. El Ayuntamiento tratará de recuperar el resto de retablo y un cuadro que desde hace años yace olvidado en la Iglesia. “Se trata de una representación de las ánimas en el purgatorio y las restauradoras nos aseguraron que era una obra muy interesante”. Por todo ello, Abad pide la colaboración del resto de fundaciones riojanas como Ibercaja para que financien proyectos culturales y artísticos en el municipio como éste último.

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