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Drogas y adolescentes: Una batalla ganada.

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Ante la posibilidad de que un hijo adolescente “juegue” con las drogas, muchos padres se encuentran absolutamente perdidos, sin saber como enfocar lo que puede suponer un grave problema para el joven y la familia.

De nada sirve negar la evidencia de que los jóvenes conocen la existencia de todo tipo de drogas, y que su posición, más vulnerable, les convierte en consumidores potenciales. Que sepan tomar la mejor decisión sobre si consumir o no drogas, puede depender en gran medida del diálogo que sus padres promuevan sobre el tema, y siempre desde el conocimiento de los adultos que le rodean sobre la realidad en la que el adolescente se mueve.

Empezar por el principio

Es positivo partir de la base de que, aunque en toda la geografía española hay acceso a las drogas, el período de adolescencia lo superan sin problemas con estas sustancias un 80% de los individuos, según afirma la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción [FAD] en su manual titulado “¿Qué les digo?” sobre el diálogo entre padres e hijos adolescentes sobre el tema de las drogas.

Para afrontar los riesgos que los adolescentes corren cuando comienzan a enfrentarse a su independencia, es tarea de los padres conocerlos y prevenir a su hijo sobre ellos, para evitar males mayores. Una de las principales cuestiones a tener en cuenta es que un adolescente, por norma general, rechaza las drogas durante un período inicial de tiempo [aproximadamente entre los 12 y 13 años] que no dura para siempre. Es primer rechazo se convertirá más adelante en curiosidad y fantaseo, y es en este momento donde se debe intervenir mediante el diálogo y un trato apropiado.

Lo primero es tratar de ayudar a los jóvenes en su transición a la vida adulta, esforzándose en entender los cambios que están viviendo, respetando sus reacciones, transmitiéndoles presencia cercana y comprensiva, animándolos y respetando su intimidad. Estas actitudes pueden conformar un buen terreno para transmitirles mensajes sobre las drogas que puedan ayudarles, y para que se muestren receptivos.

Sobre las drogas hay que saber, que los adolescentes las asocian al ocio, a los amigos, y a la diversión; que la edad media de inicio en su consumo es a los 14 años; que las más consumidas y de mejor acceso son el alcohol y el tabaco; y que ser consumidor no es lo mismo que haber tenido una primera experiencia, por lo que de nada sirve alarmarse si un adolescente ha probado las drogas.

Las normas

El establecimiento de normas para con el adolescente tiene mucha relación con su posterior comportamiento en materia de drogas. Las cuestiones donde, sin lugar a dudas, los padres deben establecer límites son, por ejemplo: los horarios de salir y volver a casa, de estudio, de levantarse a diario, o de convivencia familiar; las ropa, adornos y símbolos que el adolescente lleve [en particular los que tengan contenido xenófobo, irrespetuoso u ofensivo]; el tiempo de utilización de internet, videojuegos, o televisión; el dinero que el joven maneja; la alimentación; y los comportamientos de riesgo [en este caso es cuando se debe prestar especial atención a conductas violentas y consumo de cualquier tipo de drogas].

Si no se establecen normas, el adolescente recibe un mensaje de que su comportamiento no es un asunto importante para los adultos que le rodean, lo cual supone una invitación implícita a incumplir todo tipo de límites que se traten de imponer de repente y por la fuerza. En este sentido siempre es positivo ser flexible, pero nunca incoherente.

El cara a cara

Tratar con los adolescentes el tema de las drogas no debe ser, a priori, un problema, si sabemos como abordarlo. Según las indicaciones de la FAD, una de las acciones más importantes que los padres deben cuidar es la prevención, “predicando con el ejemplo”, tal y como se indica en el manual “¿Qué les digo?”. Otra medida responsable es potenciar desde la infancia la capacidad de decisión de los hijos, así como su capacidad de crítica y sus habilidades sociales. Y sobre todo, dialogar mucho con ellos e infundirles confianza desde la cuna.

Si se perciben en el adolescente indicios de que ya ha adoptado conductas de riesgo ante las drogas (por ejemplo, ha llegado a casa ligeramente embriagado), se debe asumir que la situación no es irremediable, y actuar con decisión. Las medidas apropiadas no son únicamente punitivas, basadas en el castigo, sino que también deben incluir el establecimiento de límites claros y firmes, sobretodo acerca de la hora de salida y llegada, autorizaciones para dormir en casa de un amigo, o restringir el dinero que el adolescente maneja. Estas medidas han de establecerse siempre en plazos concretos, para evitar al joven un sentimiento de “encarcelamiento”.

La intervención directa debe venir cuando observamos que el adolescente pasa del consumo esporádico al habitual, que puede terminar en problemático. Lo principal es intentar dialogar, y mostrarse disponible y accesible, así como mostrar afecto al joven y dedicarle más tiempo. Hay que evitar siempre obviar el problema, así como perder el control. Siempre puede recurrirse a alianzas con personas cercanas al adolescente, o a ayuda profesional, como la que ofrece la FAD en su teléfono de orientación e información sobre drogas: 900 16 15 15.

Hablar sobre drogas con los adolescentes es posible, y es necesario. En este sentido, lo más sencillo es ser siempre directo, pero usar “mano izquierda”, buscando algo externo para comentar con el joven [artículos de revistas o televisión, fotografías o noticias que aludan a las drogas]. La pregunta personal es contraproducente, que el adolescente calle no implica necesariamente que tenga algo que ocultar.

Introducir el caso propio, usarse de ejemplo, siempre producen una corriente de empatía, de esa manera el adulto se acerca al adolescente, mostrándole que el también ha pasado por determinadas flaquezas.

En cualquier caso, nunca es tarde para iniciar una relación familiar que aleje a los jóvenes de la casa del mundo de las drogas. Es un trabajo en el que hay que poner gran atención, pero que sin duda se ve recompensado en muy poco tiempo.

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