Medidas inútiles contra la nueva gripe

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De acuerdo con ellos, esta pandemia se parece a la gripe H2N2 de 1957, que pronto dio visos de ser imparable desde el punto de vista de los contagios. “Los esfuerzos para controlar aquella pandemia fueron inútiles”, recuerda un portavoz de dicho centro académico.

En Estados Unidos se adopta hoy mismo una decisión sobre el cierre de colegios. Aunque se trata de una medida que aplican los gobiernos de cada estado, en realidad todos esperan que se pronuncien las autoridades federales para seguir su estela.

En mayo, el peor mes para los norteamericanos, se cerraron más de 700 colegios en todo el país, según el Ministerio de Educación. En México, lugar de origen de la pandemia, se cerraron las escuelas y los edificios públicos durante dos semanas en abril y mayo, y se aconsejó también cerrar los negocios.

No obstante, la cepa H1N1 aún está circulando y, como pasó en 1957, es el virus más activo de los que están presentes en el invierno austral. En la última actualización de la OMS hay registrados 162.230 casos con diagnóstico confirmado y 1.154 fallecimientos. Los expertos aseguran que estos datos pueden ser sólo un reflejo del verdadero alcance de la enfermedad, ya que no todos se han confirmado con los pertinentes análisis de laboratorio.

Cuando la estación de gripe llegue al hemisferio norte, la OMS calcula que un tercio de la población (dos mil millones de personas) contraerán la infección.

Los gobiernos adoptan medidas diversas para frenar el avance del virus. El comité de expertos que aconseja al gobierno británico se pronunció la semana pasada, advirtiendo que el cierre de colegios puede dar tiempo a las autoridades para tomar medidas pero, desde luego, no servirá para contener los contagios.

En la revista científica 'Bioseguridad y Bioterrorismo' se publica un artículo que asegura que la enfermedad está demasiado extendida como para intentar detenerla a estas alturas. “En 1957 aprendimos que las cuarentenas y mantener a la gente aislada no son métodos eficaces”, aclara la doctora Courtney, de este centro.

Igual que ahora, aquel virus apareció en la primavera del hemisferio norte y empeoró en otoño. “El cierre de colegios entonces no fue una forma de detener la enfermedad, sino la lógica consecuencia de que muchos miembros del personal habían caído enfermos”, añaden. Entonces se contagió uno de cada cuatro estadounidenses, y se calcula que murieron dos millones de personas.

La vacuna tardó meses en fabricarse y resultó no ser muy eficaz. Aunque ahora se está preparando una, la recomendación de vacunar a trabajadores sanitarios y embarazadas supone tener dosis para 160 millones de personas, que además tendrían que recibir dos dosis.

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