Antes de que me despidas, te mato

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Miles de trabajadores del noreste de China que temían perder su empleo en la fusión de su empresa acerera mataron al gerente encargado de la operación el pasado viernes. El encargado de orquestar la fusión era Chen Guojun, que acababa de ser ascendido y nombrado gerente de Tonghua. Su cometido incluía comunicar el plan a la plantilla, a pesar de la falta de popularidad que gozaba. En 2005, Jianlong ya había ensayado la entrada en Tonghua con una participación minoritaria que se planteó vender cuando el precio del acero se vino abajo con la crisis. Pero esto no impidió que el año pasado Chen cobrase tres millones de yuanes (308.000 euros), mientras la pensión de un jubilado de Tonghua asciende a poco más de 20 euros.

La recuperación del sector en los últimos meses había renovado el interés de Jianlong por Tonghua. La primera aspiraba a comprar el 65% de la estatal, que se quedaría sólo con 5.000 de los 30.000 trabajadores. El masivo reajuste de plantilla se llevaría a cabo en tan solo tres días. La noticia llegó a los empleados, que pararon la producción y, según el relato recogido por la agencia oficial china, algunos de ellos “dieron con el gerente, que se había escondido, malherido, mientras otros bloqueaban las carreteras para evitar la entrada de policía y ambulancias”.

Xinhua ha cifrado el número de heridos en 100 y el de participantes en la protesta en un millar. El China Daily elevaba este número a 3.000 y el Centro de Información para los Derechos Humanos y la Democracia, a 30.000.

Dependiendo de las fuentes, la protesta fue secundada por entre 1.000 y 30.000 empleados que pusieron contra las cuerdas a la policía durante toda la jornada. No se disolvieron hasta entrada la noche, cuando las autoridades de la provincia de Jilin anularon los planes para que Jianlong, un grupo privado con sede en Pekín, obtuviese la mayoría del capital en el conglomerado público Tonghua.

Ambas empresas son pesos pesados en el primer productor y consumidor de acero del mundo, que desde hace varios años se ha propuesto reestructurar el sector para competir con grandes multinacionales. En el camino a la modernización, paquidermos estatales como Tonghua, que produce siete millones de toneladas de acero al año y da empleo a más de 30.000 personas, se verán absorbidos por otras como Jianlong, que poseen los incentivos y ayudas para modernizar las plantas y recortar el exceso de capacidad.

Además de los remanentes de la clase proletaria, otrora dominante en China, a los planes de Pekín se han opuesto gobiernos locales que ni quieren perder los impuestos de las metalúrgicas ni saben qué hacer con tanto desempleado. A finales de los 90, la reorganización de empresas públicas dejó a millones de chinos en la calle, con compensaciones misérrimas y, en muchos casos, escasas opciones de reintegrarse a la vida laboral. En el cinturón de la herrumbre del norte del país, el paro llegó a alcanzar cotas del 40%.

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