Una labor impagable

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Gracias a la Fundación ONCE del Perro Guía (FOPG) casi mil ciegos y personas con deficiencia visual cuentan con el apoyo y la compañía de un perro guía. Sin embargo, el adiestramiento de estos perros no es fácil y se requiere mucha paciencia y organización para que la unidad perro-usuario (persona invidente) sea exitosa.

Una media de cien perros de la fundación son declarados aptos para guiar a personas invidentes al año. La lista de espera para acceder a uno de estos ejemplares es muy larga y el solicitante debe aguardar cerca de 4 años para que le otorguen un perro guía.

Tampoco cualquier persona es apta para tener un perro de este tipo, se requiere de un periodo de adaptación y pasar cuatro pruebas que la organización realiza a los aspirantes: se evalúa la orientación, capacidad psicológica, social y estado físico.

Una vez que el solicitante ha convivido con el perro durante dos semanas en la sede que la fundación tiene en Madrid, el primer año es crucial para que tanto el perro como la persona se adapten a esta nueva situación y se conozcan mutuamente.

El perro no es una máquina, el instructor y la persona invidente deben tener paciencia con él. Siempre se empieza por dos o tres rutas básicas que el perro aprenderá de manera casi automática, el camino hacia el trabajo, el ambulatorio y el colegio. La carga de trabajo va aumentando progresivamente.

Según uno de los instructores de movilidad de la la escuela de la fundación, Jorge Valle, que lleva más de tres años entrenando a estos canes, el porcentaje de rechazo en estos perros es muy alto. No todos los perros valen para esta labor y hay que ser muy cuidadoso porque ''está en juego la vida de las personas''.

La Fundación y los educadores

Los instructores reciben una formación interna dentro de la fundación, ésta oscila entre los 2 y los 3 años. La responsabilidad del comportamiento del perro recae fundamentalmente en el educador que debe estar pendiente en todo momento de la evolución de la unidad perro-usuario. Durante el año tiene a su cargo cerca de 8 perros y en España la fundación sólo cuenta con 15 instructores experimentados.

La FOPG se constituyó oficialmente en 1990, sin embargo, la escuela comenzó sus labores de enseñanza antes. Su principal referencia son los centros de enseñanza que existen desde hace 60 años en Inglaterra. Los primeros instructores viajaron a este país para formarse y aprender todo acerca de los perros guía.

El control de estos perros -principalmente labradores, golden retriever, pastores alemanes y desde hace dos años los flat coated retriever- es exhaustivo en el centro de formación.

Desde que nacen se les orienta para que sirvan como lazarillos. La escuela cuenta con uno de los laboratorios más preparados para hacer una selección genética de los ejemplares más aptos para esta tarea. ''Tenemos en la escuela una línea de cría interna y otra externa'' indica Jorge. En el centro también supervisan la gestación y los partos de las hembras.

No obstante, los primeros años de vida del cachorro son fundamentales para su formación como auxiliares de movilidad. Por este motivo la fundación requiere de la colaboración voluntaria de familias cuidadoras que se encargan de sociabilizar al perro en sus primeros años de vida. La fundación se encarga de la manutención y los cuidados veterinarios de los canes, a cambio la familia debe cuidarlo y acostumbrarlo a convivir con la gente.

Formación del aspirante a perro guía

Una vez que el animal tiene diez o doce meses de vida ingresa en la escuela para recibir formación como auxiliar de movilidad, durante este tiempo el instructor debe evaluar el comportamiento del perro y verificar si es apto o no para desempeñar esta tarea.

''Es sorprendente ver cómo los cachorros se habitúan y cogen la disciplina enseguida'' explica Jorge Valle y la mejor recompensa son las caricias y los halagos.

El perro debe aprender a conducir a una persona por la calle, indicarle cuando debe girar, la presencia de un bordillo o una escalera, entre otras cosas. Pero en todo momento “la orientación siempre la lleva la persona” explica Pilar Legidos, otra de las instructoras.

Los usuarios también tienen que aprender a llevar a su compañero, tenerle paciencia, cuidarlo y no maltratarlo. El principal vínculo entre el usuario y el perro será el arnés, con ayuda de éste el usuario debe interpretar los movimientos del animal y confiar, más que nunca, en su guía.

Estos animales, aunque están acostumbrados a muchas situaciones, son muy sensibles a los ruidos fuertes. La explosión de un petardo o el ruido de la pólvora pueden provocar que el animal se bloquee y no camine, o que se resista a pasar por un lugar donde hubiera tenido una experiencia desagradable.

La carrera de estos perros dura casi diez años, una vez que son mayores se jubilan y se trasladan a vivir a una casa de acogida o a la escuela de la Fundación. El trabajo de estos animales es muy duro, puesto que supone reprimir sus instintos innatos tales como la caza y su instinto sexual para salvaguardar la integridad de la persona a la que guían. Un despiste del animal puede acarrear consecuencias muy graves a la persona invidente.

Legidos indica que el objetivo principal de la preparación es que el cachorro ''se mueva independientemente y que cumpla todos los requisitos de seguridad y movilidad''.

Madrid es pionera en su legislación

La Comunidad de Madrid es la única autonomía que permite el acceso a los aspirantes a perro guía a los establecimientos y al transporte público. Por este motivo es imprescindible que las familias que quieran cuidar a uno de los cachorros en sus primeros meses de vida vivan en Madrid y tengan disponibilidad para llevar al perro al centro de aprendizaje cuando sea necesario.

El perro no puede estar solo mas de dos horas al día y las personas responsables deben llevarlos a sus centros de trabajo, ''muchos educadores y alumnos llevan el cachorro a sus centros de trabajo'' asegura Jorge Valle.

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