Pamplona se anuda el pañuelico rojo

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El momento ha llegado. Miles de pamploneses y visitantes se dirigían desde primeras horas de la mañana a la plaza Consistorial de la capital navarra, cargados de todo tipo de bebidas y sustancias pringosas con las que celebrar el inicio de las fiestas grandes. San Fermín 2009 ya está aquí.

Un río de color blanco regaba las calles colindantes a la plaza del Ayuntamiento, era la masa de gente que pretendía reunirse bajo un balcón común, aquel en el que Maite Esporrín, portavoz del PSN en el Ayuntamiento de Pamplona, ha prendido la mecha del cohete que da paso a las fiestas grandes.

El cansancio de la noche anterior, las ojeras, y la resaca de una noche de fiesta no hacen mella en los valientes que cruzan la entrada de la plaza. No importan los empujones, los pisotones o el calor que se respire allí dentro, lo que importa es empezar en condiciones esta semana de fiestas.

Con el pañuelo atado en la muñeca u oculto en el bolsillo se han ido apiñando miles de jóvenes y no tan jóvenes que quieren vivir desde dentro el momento del chupinazo. Nadie, ni oriundo ni extranjero, se ha atrevido a llevar el pañuelo atado al cuello antes de que el primer cohete hiciese su explosión, hay que esperar, como bien manda la tradición, a después de los ¡vivas!

Parece mentira que una plaza que tiene una medida aproximada a la mitad de un campo de fútbol de cabida a las más de 12.000 personas que se dan lugar en este sitio obligado. Pero más impresionante es saber que en los alrededores pueden llegar a juntarse hasta 30.000 valientes que pretenden comenzar la fiesta en el epicentro de la ciudad, siguiendo por medio de pantallas gigantes el directo del disparo del cohete.

Los gritos empiezan, las canciones típicas de las fiestas son vitoreadas: “A Pamplona hemos de ir, con una media, con una media...” o el clásico “Uno de enero, dos de febrero...” son las letras más repetidas.

Pamplona tiembla de emoción cuando son las doce menos diez de la mañana y el balcón del Ayuntamiento abre sus puertas.

Brazos en alto, pañuelo rojo bien estirado, que se vea dónde estamos y a qué hemos venido. El silencio se adueña de la plaza y un escalofrío recorre la espalda de todos los pamploneses. Aquí llegan, las palabras más deseadas por todos: “Pamploneses, pamplonesas, ¡viva San Fermín!. Iruindarrak, ¡Gora San Fermín!”, y el eco de los espectadores: “¡viva!, ¡gora!”

Ya está, las fiestas de San Fermín 2009 han empezado, podemos anudarnos el pañuelico rojo al cuello y presumir de que estamos en las fiestas de Pamplona.

Este día se viene repitiendo cada 6 de julio desde que, a principios del siglo XX se instaurase la tradición. En un principio, las Vísperas eran las que daban paso a una semana de fiestas en la capital navarra, sin embargo, desde que se decidiese contratar a una empresa de pirotecnia, allí por los años 20, que disparaba una serie de cohetes el día anterior a San Fermín, el hecho quedó enclavado en la memoria de todos los pamplonicas.

En los años 30 se empezó a congregar una gran cantidad de gente para contemplar el espectáculo, y hasta alguno pedía ser el encargado de prender la mecha del inicio de las fiestas. En 1941 se lanzó el cohete, por primera vez, desde el balcón principal de la Casa Consistorial.

Desde entonces, muy pocos son los que no conocen las palabras claves que se utilizan para el momento y que son esperadas por miles de personas todos los 6 de julio.

Una vez dado el pistoletazo de salida ha llegado el momento de dispersarse, dejar paso a los servicios de limpieza, y llevar a todos los rincones de la ciudad la emoción con la que se han empezado las fiestas.

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