El 73% de los riojanos menores de 30 años bebe alcohol semanalmente

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Son las 10:30 de la noche de un sábado cualquiera en la Plaza de la Paz de Logroño. Cuando llegamos ya está todo lleno de basura: bolsas, vasos de plástico, etc., pero tan sólo nos encontramos a un grupo de adolescentes que ya lleva un rato bebiendo en un banco a ritmo del reaggaeton que emana su móvil. Son latinoamericanos de entre 14 y 19 años. Uno de ellos, para nuestra sorpresa, está haciendo flexiones en el suelo.

Nos cuentan que han comprado la bebida en el supermercado y que unos beben porque tienen ganas de divertirse y otros por rabia, motivada por “asuntos personales”. Beben vodka y licores de melocotón y manzana. Entre todos, unos ocho, han reunido unos 50 euros. “En los bares como mucho nos tomamos una coca-cola”, apunta uno de ellos.

En cuanto a la edad en la que comenzaron a beber, los jóvenes nos cuentan que depende de las personas, pero que algunos empiezan muy pronto. Respecto a si lo saben sus padres, un chico dice que sí y que no dicen nada, mientras una chica asegura que sus progenitores lo desconocen.

Según el Barómetro de Opinión Pública Riojana, RIOCENTER, el 58% de riojanos bebe alcohol cada semana. La estadística de bebedores semanales alcanza el 73% en el caso de los jóvenes menores de 30 años, el 61% entre la población que tiene entre 30 y 60 años y se reduce hasta el 41% entre los mayores de 60 años. También, es significativo, que el 69% de los hombres beba semanalmente por el 46% de las mujeres.

Cabe destacar que la diferencia entre los menores de 30 años y los mayores de 60 es del 13 %, pero que la tasa sigue siendo muy alta en los más adultos, el 61%. Estos datos evidencian que el alcohol está normalizado en nuestra sociedad en todos los estratos que la componen, sin embargo, la preocupación de los adultos se centra en el consumo de los jóvenes. Si el consumo de alcohol es una costumbre aceptada y practicada por adultos, es lógico que la juventud también beba, copiando o siguiendo la conducta que marca la mayoría de la sociedad.

De la encuesta se desprende además que nueve de cada 10 riojanos consideran que los jóvenes de nuestra comunidad comienzan a muy temprana edad a consumir bebidas alcohólicas. Además, la mayoría de los encuestados (64%) dicen sentirse “mucho” o “bastante” preocupados por el fenómeno del botellón. Encontramos también que la preocupación por el botellón es cosa, principalmente, de adultos que tienen más de 35 años y de mujeres (71% por el 57% de los hombres).

Más tarde llega otro grupo de cuatro chicos, que rodará los 19 años. Mientras nos relatan que son estudiantes y que no hay dinero para ir de fiesta toda una noche de bar en bar, se escucha como una botella de cristal estalla en mil pedazos contra el suelo. “En La Rioja se empieza a beber muy pronto. Conozco a alguno que con 12 años me dijo que bebía vodka. Unos mentirán, pero lo peor es que hay gente que no miente. Yo no empecé muy pronto, a los 17 años, pero sí que hay gente que lo hace y es un problema si no se tiene un control suficiente, porque el mundo, gente mayor o pequeña, siempre bebe”, señala uno de ellos.

“No bebes para emborracharte o pillarte una 'guaza'. Es una manera divertida de entablar una relación social”, asegura uno de ellos. Han puesto cuatro euros cada uno, a diferencia de los seis euros que, como mínimo, cuesta cada cubata en cualquier bar.

El botellón también supone la 'democratización de la noche'. Los jóvenes se reúnen en un espacio creado por ellos mismos para socializar, lejos de los precios abusivos que se ofertan en los bares. En Logroño, encontramos jóvenes 'de botellón' en el Parque San Miguel, el Parque del Ebro, la Plaza Miguel Hernández o la céntrica Plaza de la Paz.

Todos coinciden en algo, no tienen suficiente dinero para ir de bar en bar consumiendo. Sin embargo, podemos observar como un chico de un grupo que acaba de llegar, de apariencia bastante 'a la última', está mezclando vino de brik con coca-cola light, una nueva moda denominada 'kalimotxo light'.

Según va transcurriendo la noche, se va acumulando basura en el suelo y tres adultos se pasan por la plaza para recoger los restos: patatas fritas, alcohol... No piden nada a nadie, simplemente, como un grupo de adolescentes más, se sientan en un banco hasta que se acaba lo que han encontrado en el suelo o en bolsas de plástico.

Llega otro grupo que nos cuenta que la vida es muy dura y que no tienen dinero para comprar cubatas. Comienzan a hacerse un porro de hachís: “Los canutos me salen baratos, a 1,5 euros el gramo”, dice uno. “Ahora en crisis hay que coger cosas baratas y con la misma calidad”, dice otro. Finalmente, le pasa a un amigo el porro para que se lo líe porque dice que va mal.

Les preguntamos si son estudiantes y nos confiesan que en este momento no hacen nada: “Hay que buscarse un trabajillo para tener unas perrillas para las fiestas de verano”. Afirman que si bebes lo mismo, te da igual hacerlo en el bar que de botellón, lo que pasa es que en los bares vale el doble. “El botellón, aunque digan que no, es bueno para los jóvenes”, subraya uno de ellos.¡QUEREMOS DORMIR!Es medianoche

y ya hay un considerable número de gente en la plaza. Además, parece que el volumen de sus voces va aumentado poco a poco y el ruido comienza a ser molesto para los vecinos. Tanto es así, que llaman a la policía y ésta llega al lugar. Se dirigen tranquilamente a cada uno de los grupos para pedirles que se vayan. Los chicos, como es lógico, no ponen ninguna objeción y se van.

El consumo de alcohol por parte de los jóvenes, junto al ruido que generan las reuniones masivas, y su impacto medioambiental, son los principales efectos negativos que explican las connotaciones negativas del fenómeno del botellón. Este último grupo de jóvenes nos cuenta que si protestan los vecinos es normal y que una vez llamaron a la policía y les quitaron un megáfono y les pusieron una multa de 100 euros.

El pasado 20 de junio se convocó en Nájera un botellón por Internet. A la ribera del Najerilla acudieron entre 300 y 400 jóvenes de varios municipios, la mayoría menores de edad, según nos comenta una vecina de la localidad. Se registraron numerosos incidentes y peleas entre los chicos, que tuvieron que ser atendidos por el abuso de alcohol. El Ayuntamiento de Nájera está estudiando prohibir el consumo de bebidas alcohólicas en la calle.

El botellón es conflictivo en función de la cantidad de personas que convoca, de la cantidad de ruido que produce, de la cantidad de desperdicios que origina, de la cantidad de días que ocurre a la semana, de la cantidad de vecinos afectados y de la cantidad de alcohol que se consume. El aumento de cualquiera de estas variables incrementa el problema, produciéndose un enfrentamiento entre el colectivo vecinal afectado y los jóvenes.

Según los datos aportados por la consultora 'Riocenter', el 23% de los riojanos se sienten molestos con el fenómeno del botellón. Una cifra nada despreciable, ya que esto significa que alrededor de 53.000 vecinos de nuestra región se ven afectados por el fenómeno, ya sea por los ruidos o la suciedad que éste genera. Por municipios encontramos diferencias: En Logroño y Calahorra el botellón molesta al 28% de sus vecinos, mientras que en el resto de La Rioja, cuanto menor es el tamaño del municipio, menos son los ciudadanos irritados.

José, de la asociación 'Queremos dormir' no está afectado directamente por este fenómeno, pero al vivir en la calle Mayor, él y su familia sufren cada fin de semana y cada fiesta el ruido de los que salen de los bares a las 3 o 4 de la madrugada. José plantea una contradicción: “No está prohibido, que yo sepa, beber en público o un parque. Sí sacar consumiciones de los bares. Eso se hace en el Casco Antiguo con toda impunidad. Queremos presencia policial a partir de las 12 de la noche y si tienen que multar, que multen”.

José nos confiesa que no está vigilando todo el día desde la ventana, que lo único que quiere es dormir. “El otro día estuvieron chillando debajo de mi ventana a las 3:30 y llamé a la policía. A las 4:15 ya pararon. Yo no sé si es porque vino la policía, pero ya te desvelas”. Estas interrupciones de sueño pueden derivar en complicaciones para la salud mental: “Por la mañana tienes una mala leche tremenda, porque te rompen el sueño y si tomas pastillas para dormir, al día siguiente te levantas como un zombi”, apunta.

POSIBLES SOLUCIONES

Las soluciones al conflicto, en términos generales, se focalizan en dos tipos de soluciones: medidas legislativas en cuanto a la prohibición del consumo de alcohol en la vía pública y la necesidad de ofrecer programas de ocio alternativo nocturno a los jóvenes.

1. Programas de ocio alternativo en horario nocturno.

Programación de talleres lúdicos, deportivos y culturales, destacando en todos ellos la apreciación por parte de los jóvenes de todo lo que tenga que ver con las TIC´s, talleres de danza, actividades deportivas, juegos de rol y cine. Los programas de ocio alternativo vienen acompañados de diversas campañas de concienciación, sensibilización y prevención sobre los efectos negativos del consumo de alcohol.

2. Campañas de prevención sobre el consumo de alcohol.

Estas campañas han sido canalizadas hacia la prevención de los efectos negativos del consumo de alcohol y drogas, como accidentes de tráfico. Además, al mismo tiempo, se han realizado diversas campañas sobre los efectos negativos que la práctica del botellón supone en materia de ruidos y desperdicios.

3. Medidas policiales.

El aumento de la presencia policial en las zonas donde se practica el botellón es una característica común en todas las ciudades donde se practica. Si bien en las ciudades donde no está prohibido el consumo de alcohol en la vía pública se limitan a solicitar documentación, realizar controles de alcoholemia, solicitar la recogida de desperdicios y evitar el ruido.

4. Iniciativas del sector hostelero

Subvención a locales de copas para que ofrezcan conciertos, reparto de bocadillos o el intento fallido de bajar los precios de los combinados.

5. Reubicación del botellón.

En la ciudades afectadas por problemas de ruido y suciedad que la práctica del botellón conlleva, desde las asociaciones de vecinos y administraciones públicas se estudian y valoran zonas alejadas del casco urbano al que trasladar el botellón. El único problema es convencer a los jóvenes de que se trasladen.

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