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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Pequeños esfuerzos y grandes logros

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Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en nuestro país, por delante incluso del cáncer, a pesar de la creencia popular. Por ello, la Fundación Española del Corazón (FEC) quiere concienciar a la población, con motivo de la XXV Semana del Corazón, de la importancia de mantener hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, el abandono del tabaco y la práctica regular de ejercicio, con el fin de reducir el riesgo cardiovascular. Y es que, un ritmo de vida sedentario, marcado por la inactividad física, constituye un factor de riesgo clave de enfermedad cardiovascular.

José María Maroto, jefe de la Unidad de Rehabilitación Cardiaca del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, señala que “tanto en pacientes sanos como en pacientes con patologías cardiacas, el ejercicio es esencial como un arma terapéutica”. Está demostrado —añade el experto— que los pacientes cardiacos que hacen rehabilitación cardiaca disminuyen en un 46% la tasa de mortalidad, mientras que en pacientes sanos, la práctica de ejercicio reduce la mortalidad entre un 30 y un 40%“.

Sin embargo, para que el ejercicio sea efectivo, debe realizarse en sesiones de una hora diaria, durante al menos cinco días a la semana y ser de tipo aeróbico, como por ejemplo marcha, carrera, ciclismo o natación.

Es evidente que la práctica de ejercicio evita el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, y es que el sedentarismo —el mal de nuestro siglo— está directamente relacionado con la salud del corazón. Sin embargo, no hay que olvidar otros factores de riesgo cardiovascular importantes como “la tensión arterial, los niveles de glucosa, el colesterol y el peso”, afirma el Dr. José Antonio Corbalán, cardiólogo y ex jugador profesional de baloncesto .

En prevención cardiovascular, una de las principales estrategias que se debe seguir es la práctica regular de un ejercicio “que requiera la movilización de varias partes del cuerpo, como caminar, nadar o montar en bicicleta”, afirma el especialista. Los datos epidemiológicos son indicativos de los efectos beneficiosos del ejercicio en la prevención de las enfermedades de las enfermedades cardiovasculares, en la disminución de la mortalidad y en el desarrollo de enfermedades. Así, “si no se desempeña una actividad física normal, una persona puede aumentar considerablemente las posibilidades de aparición de una patología crónica”, señala el Dr. Corbalán.

Por ejemplo, en patologías como la diabetes tipo 2, el ejercicio físico previene hasta un 60% de casos. Por ello, según los estudios realizados hasta el momento, el ejercicio físico se concibe como una medida claramente eficaz de prevención de patologías cardiovasculares.

Sin embargo, a pesar de lo recomendable de la práctica de ejercicio, los especialistas tratan de concienciar acerca de que “si alguien decide volver a practicar deporte después de un periodo de inactividad y tiene algún factor de riesgo cardiovascular, es esencial consultar al especialista sobre las actividades más adecuadas para su edad y estado de salud”, señala el Dr. Corbalán.

Por ello, es necesario concienciar a los pacientes de que si no se sigue una vida equilibrada en cuanto a dieta y ejercicio, “los problemas cardiovasculares aparecerán a partir de la mediana edad y podrán tener consecuencias graves”, concluye el Dr. Corbalán.

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