La policía de barrio en peligro de extinción

Rioja2

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La Policía de Barrio es la denominación tradicional de la policía de proximidad o comunitaria, que entiende la seguridad pública como el resultado de una colaboración directa y estrecha entre los ciudadanos y los agentes de policía.

Todos recordamos al mítico Sargento Romerales de la serie de televisión 'Farmacia de Guardia', el vínculo tan cercano entre la autoridad y los ciudadanos del barrio se reflejaba día a día en las peripecias de la ficción de aquella época.

Una ficción no muy lejana hasta hace 6 ó 7 años en el logroñés barrio de Madre de Dios- San José, en el que se repetía casi a diario la misma escena de cercanía con la figura de un policía. En aquel momento todos los comerciantes de la zona tenían su teléfono personal para acudir a él con cualquier urgencia, una figura que ahora con nostalgia se recuerda.

Una comerciante de la calle Cigüeña de Logroño considera que estaría más tranquila si la comisaría estuviera como antes, en el centro del barrio. Asegura que la situación actual dista de la de antaño y no hay más que observar un cartel que cuelga de una de las estanterías del comercio en el que reza el teléfono de la policía local “por si acaso”. Los robos puntuales son frecuentes y cada local es ahora el responsable de asegurar que no se reproduzcan con asiduidad los pequeños hurtos, en el caso concreto de este comercio son los propietarios los que se ocupan de salvaguardar su negocio.

Un hostelero lamenta que la zona vaya cada vez a menos, ya que asegura que los clientes son de toda la vida, y perder uno es no recuperarlo nunca más. La dejadez unida a la actual situación económica provoca un sentimiento de nostalgia y desánimo. Aunque muchos aseguran que es un barrio con sus problemas como otros cualquiera de la ciudad, ese asumen con normalidad temas como el 'trapicheo' en las calles “a la luz del día sin ningún problema”.

“YO VIVO AQUÍ, LO QUE PASE MÁS ALLÁ NO ME IMPORTA PERO...”

Pero la gente en general, y el pequeño comercio en particular “están desanimados”. Es incómodo pero parece que hay que vivir con ello porque todos coinciden en afirmar que “a la policía no se le”.

No se le ve como antes, cuando las patrullas eren parte del mobiliario urbano, cuando la sombra de la policía salvaguardaba el barrio, y no existía el miedo de que los niños o los ancianos tuviesen que esquivar los pequeños 'trapicheos' de la cotidianidad en el barrio.

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