El tradicional Concurso de pájaros cantores reúne en Bilbao a 158 ejemplares de jilgueros y pardillos

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Mientras las aves esperaban su turno para demostrar sus dotes ante el jurado, un criador daba de comer a unos pichones de jilguero de apenas diez días utilizando un palillo, momento que atrajo la atención de numerosos curiosos.

En la prueba concursaron criadores procedentes del País Vasco y de otras comunidades limítrofes como Cantabria o La Rioja. La de esta mañana era una prueba clasificatoria para la final del concurso que se celebrará el 28 de junio en el mismo lugar.

Juan Manuel Iglesias, criador de Larrabasterra (Vizcaya) y participante en el concurso, señaló que el secreto para tener un buen pájaro cantor es “cuidarlo y quererlo mucho” y ponerle “la cinta y la música” que pueda ayudarle “a sacar más puntos”.

En declaraciones a Europa Press Televisión, explicó que para entrenar a las aves y enseñarles a cantar se les pone “cintas y discos” aunque el secreto es cuidarlo para que el pájaro esté “así de bonito”. “Yo lo veo así de gallo y si canta, canta”, manifestó.

Su afición le procede por ser “de caserío” y porque su padre siempre tuvo pájaros. Según señaló, cuando se consigue un buen cantor puede haber ofertas por el ave de hasta 12.000 euros aunque él “nunca” cambiaría uno de sus pájaros “por dinero”. Si alguno de sus ejemplares no canta “bonito” se lo regala a algún amigo para que “lo ponga en la ventana”.

AFICIÓN ANTIGUA

Por su parte, el presidente de la asociación 'Txori Laguna' y organizador del concurso, Adrián Salado, explicó que la afición a los pájaros cantores es “muy antigua” y con una importante tradición sobre todo en Bizkaia en su modalidad de concurso.

Explicó que en un concurso lo que se valora es que tenga “la cantada muy limpia” de manera que el ave no tenga canto de otro tipo de pájaros “como el pinzón, gorrión o canarios”.

Sacar “un buen ejemplar” cuesta mucho trabajo por lo que “hay que pagar dinero”. Aunque no le gusta hablar de cantidades económicas, sí adelantó que un pájaro con buenas dotes cantoras puede costar entre 2.000 y 5.000 euros. No obstante, quiso dejar claro que el objeto no es “ni traficar ni vender animales”.

Por último, confesó que tiene sus aves por toda la casa, “detrás de las habitaciones, de las cortinas, donde me deja mi mujer”. Cuando llega la temporada de primavera los sacan al campo para que “se acostumbren a la gente” y canten “descaradamente”, en terminología propia de estos aficionados.

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