Siguiendo la pista al Terrat

Rioja2

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Yo no me podía perder aquello, así que me acerqué. Allí estaban todos. Buenafuente fumando un cigarro tras otro, Berto sin sus características gafas, Corbacho en el baño y el Jordi Evolé, el Follonero, pasando desapercibido ¡Qué paradoja!, pensaréis. Mi amigo me dijo: “¡Mira como en el programa! Buenafuente habla y todos los demás escuchan y se ríen. Estaban rodeados de botellines de cerveza negra y de ocho o nueve personas que sería el equipo técnico.

El baño se convierte en estos casos en el centro neurálgico. “Me encontrado a Berto meando en el baño. He pensado en decirle millones de cosas, pero finalmente no le he dicho nada. La situación era un poco rara”, me dice mi amigo.

El caso es que se lo estaban pasando muy bien, pero cada uno se había despojado de su personaje televisivo. Berto era Berto sin gafas, el Follonero, Follo, no me di cuenta de que estaba hasta que había pasado un rato y Corbacho… iba y venía, la verdad es que parece que él es así, tal cual se muestra ante el sofá de nuestra casa. Sin dudas, Buenafuente era el centro de atención y lo cierto es que le escuchaban pero, seguramente, es que lo que cuenta es interesante.

Luego se corrió la voz de que estaban ahí y comenzó a llegar la gente, sobre todo chichas, para pedirles autógrafos, fotos, frases célebres… cómo somos la masa. Claro, se agobiaron y a eso de las tres de la madrugada se fueron.

Hasta el espectáculo nada más se supo. Comenzaba a las 21 horas, pero para eso de las 20 horas, cuando todavía no habían abierto las puertas, ya estaba el Palacio de los Deportes a reventar. Se me había olvidado lo que era el fenómeno fan. Un espectáculo muy bien organizado. Había personal cada 20 metros controlando. Te pedían las entradas muy serios, como unos grandes profesionales de la organización. También, si se te ocurría quebrantar la ley y te encendías, medio escondido, un cigarro en aquel sitio público cerrado y con muchos metros más que 100, inmediatamente acudía uno de los de la organización para invitarte educadamente a irte si no apagas el pitillo ipso facto. Claro, como estamos acostumbrados a delinquir contra la sanidad pública durante los conciertos del Actual, nos pensamos que todo el monte es orégano.

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