A finales de 2009, la crisis llegará al campo

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } Hace 25 años, en La Rioja existían unos 10.000 agricultores y ganaderos. En la actualidad esa cifra se ha reducido a la mitad. Durante el último año contabilizado (2007-2008), 146 se han dado de baja en esta comunidad, una historia que se repite desde hace unos ocho años, tal y como nos cuenta Ángel Palacios, de la UAGR: “Cada año se dan de baja unos 200 y se dan de alta unos 30”.

Este año, la reducción de cotizantes en el sector sigue la dinámica de años anteriores y parece que la crisis económica internacional en la que estamos embarcados todavía no está siendo muy acusada en el sector primario. “En mi opinión, la crisis del sector agrario como reflejo de la crisis internacional aun no se ha dado. Se empezará a dar de forma más importante a finales de este año”, señala Ángel Palacios.

Sin embargo, los agricultores riojanos aseguran que la crisis la tienen de por vida. “Los costes de producción superan a los beneficios y estamos en manos de cuatro grandes distribuidoras, que son las que marcan los precios. Este negocio son dientes de sierra constantes”, afirma Ángel Pérez Ausejo, un exganadero y agricultor de Alberite que ha decidido reducir su actividad exclusivamente a la agricultura.

Según nos explica Ángel Pérez, los precios de la carne se han repuntado un 200% y los piensos están más baratos, pero es una situación coyuntural. Ángel da sus razones para abandonar la ganadería: “En Alberite había siete u ocho ganaderos hasta que sólo quedé yo. Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”.

Aun así, tiene esperanzas de que sus compañeros salgan adelante. Dice que como se han retirado tantos ganaderos y quedan pocos, igual pueden hacer que sus explotaciones sean rentables. Cree que la ganadería puede subsistir, a pesar de apunta como principales obstáculos las importaciones de Argentina, Brasil y los países que acaban de entrar en la UE, donde los costes de producción y los salarios son más bajos.

En agricultura, las expectativas parecen más austeras. “Hace más de 20 años yo vendía la cebada a 27 ptas/kg y el gasoil estaba a 40 ptas/L. Ahora la cebada se vende a 18 o 19 ptas/kg y el gasoil a 80 ptas/L. Del abono ni hablamos porque ha subido el 200%. El año pasado se disparó el precio del trigo porque había escasez, pero fue un año. Ahora otra vez estamos igual”, asegura Juan Cruz Moreno, un agricultor de Arnedo que lleva ya tres años sin sembrar.

De momento, el sector primario vive de las ayudas que otorga la Unión Europea y que sirven como compensación a la reducción de los precios de intervención. Una cantidad que en algunos productos, como los cereales, es importante y en otros, como el viñedo, los frutales o las hortalizas, es casi nula ¿Es posible que este sector sobreviva sin ayudas?

“Por supuesto, si los precios al agricultor fueran rentables y se cubrieran los gastos. Lo que pasa es que en la actualidad los precios están por debajo de los costes de producción. A esos niveles no se puede vivir sin subvenciones”, señala Ángel Palacios. “Sin ayudas esto se va al garete. Me gustaría que las quitasen, pero que las cosas costaran lo que valen”, apunta el exganadero de Alberite.

“Este sector no puede sobrevivir sin las subvenciones. En el momento en que las quiten, yo el primero que abandono. Eso está clarísimo. Si con las subvenciones no llega, imagínate. Supongo que las subvenciones no pueden ser indefinidas, pero entonces nos dejarán el mercado libre para que el trigo y la cebada valga lo que tiene que valer. El trigo se pondrá a 40 o 50 ptas, que es como se tiene que poner. Yo no me explico como el trigo se paga a 18 y el pan vale un 300 o 400% más ”, asevera el agricultor de Arnedo.

El sistema de repartir las ayudas en 2006 cambió y se transformó en un derecho a recibir subvención, produzca o no produzca el agricultor y ganadero

. Es decir, el dinero se lo dan igual, se cultive o no se cultive la tierra, se críe o no se críe ganado. La única condición es que se tenga ese derecho, que se otorgó a los agricultores y ganaderos que declararon sus tierras y propiedades de 2000 a 2002.

“Nosotros le llamamos estar en la estación el día que pasaba el tren. Nos parece que eso es una barbaridad y que nos lleva al final a la muerte. Nuestra posición siempre ha sido la misma: queremos vivir de la venta de nuestro producto, no queremos vivir de subvenciones”, asegura el responsable de ceses de la UAGR.

“Desde que salió el desacoplamiento de las ayudas, no compensa sembrar porque te dan el 75% de la subvención sin sembrar y el 100% si siembras. La diferencia son 6.000 pesetas por hectárea. He estado tres años sin sembrar y lo estoy pasando sumamente mal al ver mis tierras abandonadas”, se lamenta Juan Cruz Moreno.

El problema del relevo generacional aun se agrava más con el asunto de los derechos, ya que los que entran nuevos al oficio, lo tienen difícil para recibir ayudas. “Para conseguirlas tienen que esperar a lo que queda en la reserva o comprar derechos en el mercado, cuya cuantía oscila según la cantidad de dinero que se reciba de ayuda. Por ejemplo, los derechos generados por ovino pueden tener un valor máximo de hasta 5.000 euros, por remolacha más de 1.000 euros, por cereal en la Rioja Baja 125 euros y en la Rioja Alta 350”, explica el responsable de la UAGR.

Juan Cruz Moreno tiene 55 años y cuando se jubile, sus hijos no van a recoger el testigo. “Si fuera por mi familia, hacía muchos años que hubiera dejado el campo”. El relevo generacional es difícil. O no se tienen hijos o si se tienen, no quieren ser agricultores, tal y como está la situación. El resultado es que en este sector, la población está muy envejecida.

El futuro pinta negro para el campo, sobre todo, cuando la crisis económica internacional se implante de lleno en el sector primario. “Cuando llegue, pasará lo que pasa siempre. Una serie de gente podrá aguantar el chaparrón y otra tendrá que hacerlo como sea, porque en estos momentos tampoco te puedes ir fuera a trabajar, porque no hay trabajo”, vaticina Ángel Palacios.

Sin embargo, tal y como nos explica este técnico de la Unión de Agricultores y Ganaderos de La Rioja, el agricultor que tenemos en esta región es un agricultor familiar que vive de su trabajo y no cierra la tienda en cuanto algo va mal. Intenta aguantar hasta que ya no puede más.

El agricultor de Alberite, Juan Cruz Moreno, corrobora el perfil: “Voy subsistiendo con un tema de transportes. A mí me gusta mucho el campo y he tenido que poner dinero de lo de los transportes para ello. Yo el futuro lo veo hundido, desaparece. Me da pena en dos sentidos: porque lo mío lo voy a tener que abandonar y porque no tengo trabajo en otro lado, no hay alternativa. El futuro es aguantar hasta que Dios quiera”.

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