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Historia de una revolución silenciosa

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Son más de la mitad de la población mundial y sin embargo no tienen los mismos derechos que sus compañeros de planeta. Las mujeres siguen padeciendo discriminación, violencia e injusticias a pesar de vivir en una era global, donde el ser humano es capaz de clonar a sus semejantes y viajar al espacio.

La revolución industrial marcó un antes y un después en la vida de las mujeres: las incorporó al trabajo remunerado, las hizo un poco más iguales a sus maridos, padres o hermanos. El siglo XIX y sobre todo el XX han sido claves para la revolución más silenciosa y menos dañina de todas cuantas hayan existido. Pero también esta revolución ha dejado cádaveres en el camino.

Un 8 de marzo de 1908, un grupo de costureras industriales de Nueva York se declararon en huelga. Reclamaban un aumento de salarios -los suyos eran inferiores a los de los hombres- reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil. Algunas de ellas se encerraron en una de las fábricas como medida de protesta. 129 murieron en el incendio que presumiblemente provocó el dueño de la empresa para hacerlas salir. Desde aquel terrible suceso, el día 8 de marzo es la fecha de la reivindicación de los derechos de la mujer y quedó ratificada en 1910 en el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas de Dinamarca.

A partir de entonces, las mujeres han dado pasitos de hormiga para mejorar su situación social y han escrito con nombres y apellidos grandes logros en la Historia. Muchas de esas mujeres memorables han sido españolas. Es el caso de Matilde Padrós, la primera mujer española en acceder a la Universidad. En 1888 se examinó del primer curso como alumna libre, ya que no se permitía matricularse a las mujeres. Dos años después, y gracias a la perseverancia de su padre, Matilde logró licenciarse y tuvo entres sus profesores al mismísmo José Ortega y Gasset, quien destacó la inteligencia de la joven.

Otro nombre español, el de Dolores Ibárruri o el de Victoria Kent han marcado un hito histórico en el Mundo. “Pasionaria” fue la primera mujer presidenta de un partido político (1960), el Comunista, y la segunda fue la primera mujer que actuó ante un Tribunal Supremo de Guerra y Marina en el mundo (1930). Federica Montseny, dirigente anarquista española, fue la primera mujer que ejerció un cargo de ministra, el de Sanidad Asistencia Social en el Gobierno de Largo Caballero en 1937.

Pero si un nombre ha significado un hito en la lucha por los derechos de la mujer en España es el de Clara Campoamor. Esta diputada por el Partido Radical en las Cortes de la recién estrenada II República Española, hizo caso omiso a las burlas de sus propios compañeros de partido e incluso a la negativa de los partidos de la izquierda, incluído el suyo, ante la posibilidad de que la Constitución del 31 reconociera el derecho a votar. Campoamor lidió hasta con la otra diputada, Victoria Kent, para obtener ese reconocimiento. Los partidos de izquierda creían que el voto femenino iba a beneficiar a los partidos conservadores, ya que las mujeres serían influenciadas por sus maridos y por la Iglesia y votarían a las “derechas”. El 2 de octubre de 1931 con 161 votos a favor y 121 en contra, el derecho de sufragio femenino fue aprobado por las Cortes y las mujeres españolas pudieron votar por primera vez en la Historia en las elecciones de 1933.

La Guerra Civil Española (1936-1939) y la posterior dictadura truncaron ese derecho tanto en hombres como en mujeres.

La Rioja también ha dado nombres de grandes mujeres que sortearon las barreras impuestas por la moral y las leyes de entonces para convertirse en ciudadanas de pleno derecho al igual que los hombres. María de la O Lejárraga, escritora y política riojana, nació en San Millán de la Cogolla en 1874. Casada con un escritor teatral, Gregorio Martínez, para el que ejerció de “negro” en sus mejores obras teatrales, fue elegida diputada en 1933 a las Cortes por el Partido Socialista por Granada. Tras la Guerra Civil se exilia a Niza y Nueva York donde sigue escribiendo y trabajando por el reconocimiento de los derechos de la mujer en el mundo.

Mucho más contemporáneas son las siguientes protagonistas. También son las primeras y también han abierto una puerta antes cerrada para las mujeres.

Esperanza Aguirre se convirtió en 2003 en la primera mujer que fue elegida como Presidenta de una comunidad autonóma -en este caso, la de Madrid- aunque la política conservadora también marcó un hito en la Historia, ser la primera mujer que presidió el Senado en España.

Carme Chacón también ha roto barreras. En 2008 fue nombrada la primera ministra de Defensa de la Historia de España. Un cargo díficil a priori para una mujer ya que el Ejército se ha caracterizado siempre por su resistencia a los cambios.

Naciones Unidas ha querido celebrar el Día de la Mujer Trabajadora de 2009 poniendo el acento en las mujeres y también en las niñas. Según el secretario de la ONU, Ban Ki-Moon, en la Cumbre Mundial de 2005, los gobiernos acordaron que “el progreso de la mujer es el progreso de todos”. Pero poco o nada se ha hecho para convertir este lema en una realidad. Por ello, la ONU llama la atención en la fatla de recursos y asignaciones presupuestarias insuficientes para que esto se cumpla.

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