El Rincón del Buen Decir: comparaciones odiosas

Rioja2

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Se suele decir que todas las comparaciones son odiosas, y qué razón llevaba aquel que creo la frase, pues a lo largo de la tradición se han ido adquiriendo ciertas frases que exageran algún rasgo de un personaje comparándolo con otro más ridículo o con un elemento al que se asemeje. Y de eso vamos a tratar en el Rincón de esta semana, de las frases que se van creando comparando cualidades físicas o intelectuales con objetos, animales o personas.

Un buen número de páginas internautas se han dedicado a recopilar esas comparaciones que día sí y día también van surgiendo en el ámbito cotidiano. Cualquier excusa nos vale para hacer alarde de ingenio y crear una oración con la que llevar al extremo la cualidad o defecto de nuestra víctima. Porque, ¿a alguien no le han dicho alguna vez, cuando manipulaba un objeto punzante, que resultaba “más peligroso que un mono con una navaja”? Aunque el utensilio que utilice el simio para atemorizar a la gente, pues se han escuchado diversas versiones, es lo de menos, lo importante es visualizar el riesgo que eso entraña.

Si seguimos con las comparaciones de animales, encontramos frases que no tienen desperdicio. Aquella persona que muestre cierta tendencia a lo extraño, a lo particular, será calificado como “más raro que un perro verde”; cuando algo está muy manchado se exagera diciendo que “está más sucio que el palo de un gallinero” o que “el rabo de una vaca”; si seguimos con este último animal, encontramos la expresión “eres más pesado que tener una vaca en brazos”, para utilizar cuando alguien nos resulta molesto; con el mismo sentido se puede utilizar también la frase “eres más canso que matar un cerdo a besos”; y si de lo que estamos hablando es de que un objeto es muy oscuro podemos soltar aquello de “más negro que el sobaco de un grillo”, o un grajo dependiendo de las versiones, y quedar como un rey. Aunque la palma se la lleva ese caballo, “el caballo del malo”, que en cualquier película del oeste que se precie, siempre era el más lento.

Cualquier objeto también puede convertirse en comparación o símil, no importa qué sea, seguro que alguna mente ocurrente descubre alguna semejanza. Cuando alguien es muy simplón en sus acciones, abobado o incauto, como define el Diccionario de la Real Academia, se le dice que es “más simple que el mecanismo de un chupete” o “que el mecanismo de un botijo”, que sólo tiene la dificultad de inclinar y beber de él. Si una persona no entiende ciertas gracietas o ironías, se dirá que “es más corto que las mangas de un chaleco”; y si ese individuo está todo el día parado en un sitio, sin realizar movimientos ágiles y rápidos se le podrá increpar asegurando que “se mueve menos que el portero de un futbolín”. Si algo se hace muy pesado, demasiado extenso, será “más largo que un día sin pan”; y si la lívido anda subida en un individuo, será calificado como “más salido que el pitorro de un botijo”. Cuando el susodicho no quiera gastar más de lo necesario o ande con miramientos en su derroche monetario, no es de extrañar que se le añada la coletilla de “más agarrado que un chotis”, por el aquel del baile pegado.

Cuando recurrimos a personajes, ficticios o reales, el número de comparaciones se dispara. Nadie olvidará aquel: “Eres más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina”, o cualquier otra acción que hacían del pobre Abundio un tonto de cuidado. En las páginas de Internet se rumorea que el tal Abundio existió en tierras de Navarra, pero las fuentes no lo aseguran, por lo que dejaremos a nuestro personaje sólo en las comparaciones. El nombre en ocasiones puede variar y “ser más tonto que Pichote”, que debió ser también un individuo de cuidado. Otro nombre con renombre es Picio, que harta desgracia tuvo que tener cuando se utiliza para decir que alguien es muy, demasiado, feo, “eres más feo que Picio”. Y la pobre Tarros, que debía ser un poco “cochinota” en su día a día y esta frase le quedó: “ser más guarro que la Tarros”.

Aunque también hay personajes que, aunque anónimos, reciben su parte de protagonismo en las frases que estamos tratando esta semana, como “tener más trabajo que el fontanero del Titanic”, “trabajar menos que el sastre de Tarzán” o “ser más vago que la chaqueta de un guardia”, para aquel personaje repleto de pereza en sus quehaceres.

En cuanto a los famosos tenemos frases que les hacen gala tales como: “tener más miedo que Pinocho en Bricomanía”, “estar más roto que las toallas de Eduardo Manostijeras”, “ser más feliz que Curro en el Caribe”, o que “McGuiver en un desguace”, “trabajar menos que Georgie Dann en invierno” o “estar más desorientado que Adán en el día de las madres” o “estar más flipado que María Carey, cosecha de una de mis compañeras, búsquenle ustedes, queridos lectores, la explicación a cada una.

No son sólo estas las frases que hemos encontrado, pero sí que nos sirven de muestra para enseñarles en este Rincón que cualquier excusa es buena para hacer protagonista a un personaje, a un animal o a un objeto de ciertas comparaciones que exageran los rasgos o los defectos de una persona. Les invitamos a que nos manden alguna de las frases que ustedes utilizan en su día a día, buscaremos y señalaremos la más original.

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