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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Los gordos, una amenaza para la reforma sanitaria de Obama

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El panorama es francamente desigual entre estados. En New Hampshire, por ejemplo, se exige por ley a las compañías aseguradoras que ofrezcan la cirugía bariátrica (el procedimiento para perder peso pasando por el quirófano) como posible tratamiento. En otras partes del país se estudia la viabilidad de esa medida en términos económicos (es posible que compense por el ahorro en futuros tratamientos, pero habrá que probarlo), pero también hay estados en los que no se cubre ningún servicio médico relacionado con problemas derivados de la obesidad.

Se calcula que dos de cada tres estadounidenses tienen sobrepeso u obesidad, lo que incrementa sus probabilidades de desarrollar diabetes, hipertensión, cardiopatía, osteoartritis, ictus (infarto cerebral), apnea del sueño y alteraciones respiratorias, y que dificulta el tratamiento de algunos tipos de cáncer.

El coste aproximado (teniendo también en cuenta la factura de gastos indirectos, como días de trabajo perdidos) de la enfermedad es de 117.000 millones anuales, según un informe elaborado por la sociedad científica 'Surgeon General'.

Christine Ferguson, de la Universidad George Washington y directora de la Alianza contra la Obesidad, denuncia que el estigma que acarrea este trastorno y la idea preconcebida de que no es una enfermedad está impidiendo a las autoridades abordar la crisis como debiera. “Hay gente que todavía cree que los obesos no son enfermos, sino personas con falta de voluntad. Por eso aún se acepta sin problema que se les excluya de la atención médica”, dice.

Ferguson, que ha desempeñado su trabajo en los servicios médicos de Massachusetss y Rhode Island, reconoce que es difícil cambiar la forma en la cual el gobierno concibe el gasto en la factura de la obesidad.

“Si hay que equilibrar el balance contable a final de año, a la hora de elegir entre invertir dinero en pacientes de pediatría con problemas cognitivos o personas obesas, es extremadamente raro que los últimos se beneficien de la inversión pública”, añade.

El prejuicio prevalece incluso sabiendo que los costes de la cirugía de la obesidad se compensan en un periodo de cuatro años, durante los cuales los servicios médicos se ahorran numerosas consultas y tratamientos que sí necesitarían los pacientes que siguieran siendo obesos, según explica Pierre-Yves Cremieux, investigador de la consultora Analysis Group. El experto llevó a cabo un estudio sobre este asunto para la compañía farmacéutica Johnson & Johnson, que fabrica instrumental de quirófano.

EL PESO DE MISSISSIPPI

En este estado del sur el problema es especialmente grave, y las tasas de obesidad son las mayores del país en los tres últimos años. Una medida desesperada fue un proyecto de ley que prohibía a los restaurantes servir a pacientes obesos, una norma que murió inmediatamente después de su presentación, pero que da una idea de hasta qué punto las autoridades temen el gasto que se deriva de estos pacientes.

En el informe 'G de gordo: cómo están fallando las políticas antiobesidad en América', se señala la circunstancia de que en Mississippi, donde más elevada es la factura de la atención médica a obesos, no se paga un dólar por cirugía bariátrica, lo cual lleva a algunos expertos a considerar que un cambio en esa política podría ser la solución.

“Si Mississippi es tan ignorante que prefiere pagar el tratamiento de un diabético durante años (unos 40.000 dólares) en lugar de hacerse cargo del coste de una operación (10.000 ó 20.000), entonces el problema es de la administración de Mississippi”, dice Bob Clegg, miembro de la administración de New Hampshire que introdujo la financiación de la cirugía en sus planes de salud.

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